Murcia ahí te quedas.

Un lunes antes del amanecer marché hacia el levante español dispuesto a conquistarlo. Después de unos 630 km de coche llegué allí a eso de la hora de comer. Como es habitual en los habitantes de este planeta comí y después de ello me embarqué en la ardua tarea de buscar piso.

Para empezar no alquilaban pisos allá donde iba a tener que currar. Ya que como era un sitio con playa y turístico la gente solo alquilaba para temporadas cortas, un mes como mucho. Les salía más rentable decían. Seis o siete inmobiliarias más tarde decidí irme 35 km al norte a probar suerte. Allí se encontraba la localidad de Lorca. Llena de moros y ecuatorianos. Ahí si que encontré pisos que me alquilaban gustosos. Eran caros eso si. La cosa rondaba por unos 500 + 60 de comunidad.

Paralelo al piso me di cuenta que todo el pueblo era zona azul y que la cosa de dejar el coche era imposible. Tras preguntar a los lugareños la conclusión que obtuve fue que tenía que alquilar una plaza de Garaje. 100 euros más.

Para ser un pueblo lleno de moros el nivel de vida era más alto que en Zaragoza.

A pesar de todo esto aun estaba decidido a trabajar allí, iba cobrar bien y me lo podría permitir.

Por la noche había quedado a cenar con el fulano que me iba a contratar, durante la cena me estuvo contando lo que era la obra y cuales serían mis funciones, previo interrogatorio sobre mi vida obra y milagros. Con el café me sacó el contrato para que lo firmara. Tras una lectura detenida y pausada llegué a la parte que me interesaba, el dinero. Para mi sorpresa observé estupefacto que que la cifra no era la esperada, allí faltaban 5000 euros, rápidamente exclamé que aquello no era lo que me habían ofrecido por teléfono. Ya sabía yo que te darías cuenta -respondió Modesto (pues así se llamaba aquel cabrón que hubiera sido mi jefe). Es que tengo estudios, le respondí sin pensar.

Me dijo que había habido un error desde el principio y me habían dicho mal el sueldo. Y que eso era lo que había. Le dije que me lo pensaría y que al día siguiente le daría una respuesta.

La noche del Lunes al Martes prácticamente no dormí. Era una mezcla de inquietud, nervios y pensamientos que se retorcían en mi mente. A pesar de que estaba en un hotel de cuatro estrellas y tenía una cama de dos por dos era imposible conciliar el sueño.

Por la mañana lo veía todo más claro, mi epicúrea filosofía me había dado la clave. Trabajo para vivir. No estaba dispuesto a Vivir para Trabajar. Así que lo llamé y le dije que no contara conmigo y se fuera buscando otro pringao.

Cogí el coche y me volví a cruzar media península.

Para mi la siesta es algo sagrado. Un elemento de culto, veneración y práctica. Suelen ser habituales las veces en las que interrumpen mi siesta. El teléfono suele ser el principal culpable pero hoy ha sido algo mucho peor...

Domingo cuatro y media de la tarde. La ventana abierta. Las corrientes de aire me obligan a taparme con una chupa de cuero colgada en la percha de forma perenne. La persona más feliz del mundo en ese momento. No hay preocupaciones. Solo paz. De repente una música que me es familiar me enerva sobremanera.

Dos notas me son suficientes para reconocer esa melodía pegadiza de armonía sencilla. Abro los ojos y me digo en voz baja "cabrones"... Malditos peperos con su unidad móvil de propaganda electoral. Si esa es la forma que tienen de ganar votos van buenos... No pensaba votarlos pero ahora voy a hacer una campaña para que la gente no lo haga. La gente tiene que saber a lo que se dedican esos "barfulaires". Mancillar de semejante manera mi siesta del domingo. Inconcebible.

Olfateando

Rayos penetrantes de nuestro astro rey incidían directamente sobre mi piel. No he tardado en notar un leve picor en mi cuello. Me he quemado. El trabajo al aire libre es lo que tiene. Siempre tienes buen color.

He llegado a casa y después de ducharme con agua fría he buscado en el armario de las cremas y los "potinges" el aftersun. Lo buscaba con deseo. Era un intento inútil de recordar aquel primer día de playa del verano dónde te mimetizas con el entorno y puedes pasar por el señor cangrejo. Desilusión. Aquella crema blanca no olia igual que siempre. Solo había dos opciones posibles: o el bote estaba caducado (que no era el caso), o que hubieran cambiado su perfume.

Algún desaprensivo innovador decidió cambiar el sello identificativo de aquel remedio milagroso contra las quemaduras solares. Ese olor que siempre he relacionado con el verano, con la playa, con el mar. No sé porque lo han cambiado. Espero que no decidan cambiar otros olores como el de la gasolina, el olor a garaje, el de los rotuladores indelebles o el del pegamento "Imedio" (también conocido por el sabor de un melón bien maduro).

Son olores que no me dejan indiferente. No me gustan, pero tampoco me repugnan. A veces hasta tiene cierto encanto ese olor a gasolina entre dulce e irritante.

Una vez pasé por Murcia capital. Aquella ciudad tenía un olor completamente desagradable. Era una mezcla de cítricos pasados y flores del campo húmedas. Me produjo la misma sensación que oler una bayeta mojada. Otro día ya os contaré por qué fui hasta allí.

Divagando

Esta semana se me está haciendo larga y eso que sólo tiene cuatro días. Cuanto menos trabajo tengo más larga se me hace. El viernes abofetearon (sensu stricto) a uno de los cabrones de mis post anteriores. Seguramente no era la forma correcta de pedir las cosas pero por menos dinero la mafia te pega cuatro tiros. Aunque se haga larga estos cotilleos le hacen pasar a uno el día más entretenido. Y es que estoy rodeado de correveidiles.

También estoy rodeado de incompetentes. Sistemáticamente cuanto más incompetentes son más alto están en la jerarquía de mando y más dinero cobran. Ni que decir tiene que yo soy el que menos cobra de toda la obra.

Si tienen que ahorrar cuatro duros en la ejecución de la obra dejan al laboratorio a media jornada. Y cuando el laboratorio les da soluciones para ahorrarse unos cuantos millones en tiempo y dinero, se lo pasan por el escroto o vulgarmente dicho "el forro los cojones".

Estoy empezando a pasar de todo. Nada merece tanto la pena. Pienso en huir en dejarlo todo. En empezar una nueva vida como artista bohemio. Nadie me entendería. Ya nadie sabe escuchar el silencio. Todo el mundo oye música. En el trabajo, en el coche, planchando, cocinando, amando... Nadie escucha música. Nadie se sienta y se pone un disco. Otrora si se acostumbraba. Ahora se ve la tele.

La gente se pone auriculares para ir por la calle. Nadie disfruta de los sonidos del mundo. El rugir de un motor,
el piar de pájaros, la bocina de un camión, el agitar de las hojas de los árboles, el ajetreo de la gente, el agua del río, los pasos de quien me sigue, el ritmo de mi corazón... Contrasentidos que explotan en mi mente. Me hacen sentir vivo.

Vivo pero no sé para qué. ¿Para ir a trabajar todos los días? ¿Para aguantar a todos esos incompetentes que me rodean...? Los lunes deseo que llegue el viernes. Los viernes ya me dan la sensación de que empiezo a malgastar otro fin de semana.

El último fin de semana no lo he malgastado. Memoricé una nueva cita de la biblia que incluir a mi repertorio. Todo gracias a los panfletos de la iglesia evangélica del barrio. Algún día me pasaré por una de sus celebraciones a ver si soy bienvenido.

Más cabrones.

Hoy en día no te puedes fiar de nadie. No, de ellos tampoco. Son lo peores. Putos correveidiles. No puedes decir nada. A la media hora ya lo sabe quien no debiera y te cae un chorreo. Lo peor de todo es que ahora no le puedo partir la cara al chivato, porque lo volverá a hacer.

Trust no one. Ya lo dijo garganta profunda en Expediente X. No le hice caso. Así me ha ido hoy. No volverá a pasar. No le voy a dar agua ni al amigo. Me limitaré a ser el señor hormiga. A no pensar. Solo trabajar. Se acabó el meterme en camisa de once varas.

No merece la pena tanto azufre y tanta radioactividad. Es peligroso. Me descubro a mi mismo con pensamientos psicópatas. ¿Será peligroso? o tan solo estoy bajo los efectos de mi amigo el acusica.

Cabrón

La primera acepción de la Real academia de la lengua española define así el termino "Cabrón":
1. adj. coloq. Dicho de una persona, de un animal o de una cosa: Que hace malas pasadas o resulta molesto.

Dicho esto... raro es quién no tenga un jefe cabrón. Yo tengo uno de estos. Ya me habían llegado rumores, pero hoy me lo han confirmado. Soy el nuevo y flamante nuevo jefe del área de viales. Cualquiera podría pensar que esto es bueno. Yo no lo veo así.

Para empezar no me he enterado gracias al jefe, sino a la zagala de calidad que me ha pedido mi firma para incluirla en los informes. Tras esta pequeña sorpresa he ido a hablar con el cabrón. Pues no me parece ético firmar cosas que no tengo ni pajolera idea de lo que son. Y segundo y más importante, ¿cómo un puto auxiliar técnico, como yo(por lo menos eso pone en mi contrato), puede firmar informes?

A la primera cuestión ha puesto remedio fácilmente, pero la segunda ya es harina de otro costal. Él está dispuesto ha hacerme contrato de licenciado, pero no me va a pagar las horas extras que me va obligar a hacer. Por lo que me quedaría más o menos como estoy, económicamente hablando.

De momento me quedo como estoy hasta que termine la obra en la que estoy. Pues la perspectiva es que voy a hacer horas por un tubo. Cuando acabé la obra... todo apunta, si no se tuercen las cosas, a cambio de rumbo en mi vida laboral.

Haciendo amigos

Allí estábamos los de siempre, en el lugar de siempre. Echando pintas de cerveza y hablando de cosas banales y otras que no lo eran tanto. El señor Tonel marcaba con el dedo puntos en la diana en una partida que alguien había dejado empezada. De repente salió del baño un fulano que le pidió que no hiciera eso. La partida la había empezado él y quería continuarla después de que nos fuéramos de aquella zona del bar.

El señor Tonel avergonzado por la situación y por haberle destrozado la partida quiso pagársela a aquel individuo. Dijo que no. Que mejor que porqué no echábamos una partida con él. Después de haberle jodido la partida no le podíamos decir que no a aquél pastillero. Amante de los coches potentes tuneados y la música tecno-house.

Tonel, el pequeño Buda y City o Cipri o no sé como dijo que se llamaba. Hacía tiempo que nosotros no jugábamos lo que aquella primera partida en realidad fue un calentamiento, además las dos pintas que circulaban por mi cuerpo habían cambiado mi centro de gravedad lo que provocaba una deriva de mis dardos bastante notable.

El momento critico llegó cuando el señor City, en un alarde superioridad nos "enseño" como debíamos de coger el dardo, apuntar y la lanzar. Me jodió. Como se atrevía alguien que a pesar de tener puntería tenía la precisión en el agujero del culo a darnos clases...

Tras ganarnos la primera partida sin mucha dificultad quiso que echáramos otra (para ridiculizarnos un poco más... supongo). Yo había empezado a segregar algún tipo de hormona que había reseteado mi eje de coordenadas. Mi nueva situación no se hizo esperar. Cerré algún número en la primera ronda y de paso le metí unos cuantos puntos.
Su semblante había cambiando. Yo me empecé a divertir. En ocho rondas había cerrado todo a falta de la diana. En mi vida había jugado así. Me sentía un ser superior delante de aquel patán. Ahora ya no jugaba para ganar, ahora jugaba para divertirse y conocer gente decía entre avergonzado y humillado.

Tras la paliza que le dimos al palizas ese, aun quiso jugar una tercera partida. Le dejamos ganar. Si no lo hacíamos lo más probable es que hubiera llamado a sus amigos matones para que nos dieran una paliza, y no a los dardos precisamente.

Por un perro que mate

Hubo un tiempo en el que yo era una persona más o menos sana. No hacía deporte en exceso, pero al menos me desplazaba por la ciudad de forma saludable. Al principio iba andando a los sitios si no estaban a más de 40 minutos de camino sino cogía el autobús.

Durante mis años de universidad me aburguesé un poco y empecé a desplazarme por la ciudad en bici. Me consideraba un ser superior montado en aquel artilugio capaz de saltarse atascos y llegar siempre el primero a los sitios. Durante siete u ocho años solo tuve dos percances... El coche que me tragué (puto pizzero que se cruzó) y el perro que maté.

Ahora me río de aquel incidente con el jodido yorkshire terrier con lacitos rosas. Pero ciertamente pasé momentos de tensión. Circulaba delante de un autobús de la línea 22 por Anselmo Clavé, a la altura de la vieja estación del portillo, cuando aquella bola de pelo lacio saltó delante de mi rueda delantera. En décimas de segundo valoré la situación.... si freno el autobús me pasa por encima, así que levanté la rueda delantera lo suficiente para pasar por encima del perro sin caerme y mi rueda trasera hizo el resto.

Unos metros más alante paré y empecé a retroceder por a la acera. No llevaba dos pasos cuando una señora con abrigo de pieles, la cara pintada con espátula y unas gafas de sol de paellera se abalanzó sobré mi infiriendo estentóreos exabruptos.

A pesar de mi desgracia fortuna giraba a mi favor. Los hechos habían sucedido delante de la garita del policía que vigila la entrada a una casa cuartel. Él me defendió ante la señora e incluso la amenazó con denunciarla por no llevar el perro bien atado.

A lo que iba. Antes era un ser social que contribuía a la no contaminación usando los transportes públicos y otras alternativas más sanas al coche. Pero algo en mi ha cambiado. Estoy sufriendo un proceso de españolización.... No hace muchos días que tenía que ir al centro. Era una tarde que llovía con fuerza. Era un día de esos que se montan unos atascos monumentales.

Con un par de narices cogí el coche y me sumergí en la circulación de la ciudad. A pesar de todo no me costó mucho llegar, y lo que es más sorprendente... encontré aparcamiento a la primera y en la mismísima puerta. Me sentí como esos que cogen el coche para todo. Esos de los que siempre he protestado y lo seguiré haciendo. De todas formas por un perro que maté todavía no se me puede acusar de nada.

De todo un poco

Hace tiempo que no me subía a este púlpito para dar mi homilía. Han sido muchas las palabras de ánimo que me invitaban a seguir escribiendo, pero esta ha sido una época en la que había perdido mi musa. No sé si la he encontrado de nuevo. ¿Qué mas ? El caso es que aquí estoy otra vez.

Muchas cosas han pasado desde la última vez que escribí. Sin embargo nada ha cambiado. Ya queda lejos en el tiempo el bautizo de mi sobrina. Teníamos que llevar a los padres del aceituno (mi cuñado) a Lérida, para la celebración de dicho sacramento. La hora de salida era las 0930 AM y ya pasaban unos minutos cuando mi padre espetó: "Estos cabrones no serán como su hijo" haciendo referencia al gusto por la tardanza al que nos tenía acostumbrado nuestro queridísimo aceituno.

Lo mejor de todo fue la misa. El cura era un iluminado. Un clon de Jesucristo Superstar. Una sotana con el cuello subido le daba un aire bohemio. Su barba bien poblada y desarreglada camuflaba un micro tipo Madonna que aparecía delante de su boca. Como bien habían dicho las marujas a los críos que allí recibían la catequesis era el tercer domingo de cuaresma así que la estola no podía ser de otro color más que violeta.

El diacono que cocelebraba la misa no se quedaba atrás. Supongo que era diacono porque la estola no la llevaba al cuello, sino que cruzaba su cuerpo como si fuera la banda roja del alcalde. Otro síntoma que delató su posición en la escala jerárquica fue que para leer la palabra de dios el que era el presbítero le tuvo que dar la bendición. No eran estos pequeños detalles los que llamaban la atención de este hombre. La cuestión es que era negro. Un negro que se llamaba Juan Carlos y que leía la palabra de Dios en Catalán. ¡¡Cáscatela!!

Una celebración en Catalán de la que nos enteramos la misa la media (nunca mejor dicho). Pero el espectáculo mereció la pena.

[...]

No sé si recordareis que me habían tirado la moto en el garaje. Pues bien la cosa no se ha solucionado todavía. He tenido que pasar al plan B. Como el fulano causante de todo este desaguisado se ha dado a la fuga y no ha dado señales de vida he tenido que ir a la vía judicial. Así que hice un escrito en la que el vigilante del garaje, quién tanto se ofreció en un principio a testificar en caso de juicio, declaraba lo que había pasado. Se lo bajé para que me lo firmará y ahora va y me dice el muy tontolaba que él iba drogado y que su declaración perdería valor. (Nota mental: Como pierda el juicio denunciar al vigilante en la próxima junta de vecinos) De todas maneras conseguí que me firmará el escrito. Ya veremos que pasa.



Amor de Madre

Al ver la bolsa supe el tipo de regalo que se trataba. Un camisa pensé. Acerté. Era una camisa verde. No era ningún tipo de verde conocido, era difícil de describir, sin duda estaba entre los denominados "colores sexuales". La camisa me gustaba.

Me la había regalado mi madre el día de mi cumpleaños. No soy persona que exprese sentimientos en público y aun así dije que me gustaba mucho. El problema era que a quien no le gustaba era a mi madre, a pesar de haber sido ella quien me la había comprado.

Días más tarde sin haberme dicho nada la cambió. Esta era otra camisa. Otra mucho más formal. Solo para llevar en ocasiones con más "pitican". No digo que sea fea porque es una camisa maja, pero la otra me gustaba más.

Esto no es de ahora. La lucha entre mi madre y mis camisas se remonta a aquella camisa de lunares morados que tuve. Me la escondía en el fondo de los altillos de los armarios para que no me la pusiera. Gracias a aquella camisa obtuve el diploma al más "lolailo" de la clase. Me gustaba, con ella era feliz. Aquella camisa transmitía energía positiva. Todo el mundo que la veía se sonreía y si me conocía se reía un rato con ella. Mi madre no lo entendía, me tildaba de payaso. Sin embargo no le parecían de payaso aquellos tirantes rojos con lunares blancos. Dí que a mi me gustaba llevarlos. Me daban un toque de elegancia y distinción que otros jamás llegarán a conocer.

Si, soy un tipo raro. Llevaba y llevó tirantes. El próximo paso será empezar a usar chaleco, pajarita y sombrero. Todo llegará.

Martes Negro

La semana pasada comenzó como una semana cualquiera. Un anodino lunes precedió a lo que sería un martes sin desperdicio...

El martes me desperté por la mañana con una gran presión intraabdominal. Mis tripas querían reventar. Presto me dirigí al váter y allí una explosión líquida salió de mi ser por la puerta de atrás. Todo presagiaba que aquella no sería la única vez que tendría que ir de urgencia al excusado.

Todavía eran las ocho y media de la mañana y ya regresaba al laboratorio después de recoger las probetas de hormigón del día anterior. Conducía mi furgoneta por la carretera cuando de repente y sin previo aviso salio de la nada una piedra que impactó sobre el parabrisas. No llevaba nadie delante y de frente tampoco me había cruzado con ningún coche o camión. Ignoro si aquella piedra fue un meteorito, un aerolito o un augurio del resto de cosas que me iban a pasar esa semana, de cualquier forma dejó un chinazo de notables dimensiones.

Tras el pequeño susto llegué al laboratorio y me puse a descargar las probetas. Una tras otra las sacaba de la furgoneta. Todo iba bien hasta que fui a levantar la última. Supongo que debido al esfuerzo de levantar aquellos 20 kilos una y otra vez y que el estado de mis tripas no era el óptimo tuve que realizar una frenada de emergencia y dirigirme rápido como un "centollo" al retrete del surtidor. Afortunadamente nada se interpuso en mi camino y no ocurrió ningún tipo de desgracia que hubiera que lamentar. Tiré de la cadena, me lavé y marche.

No había pasado una hora cuando sonó el teléfono. Leí el número que me llamaba. Era mi padre. Algo había pasado. Mi padre nunca me llama. Afortunadamente no había que lamentar ningún óbito. Tan solo me informaba que me pasara por la garita del portero del garaje, pues algún tipo de "desalmadohijodesumadre" me había tirado la moto.

Pasé el resto del día cavilando sobre lo que le podía haber pasado a mi moto. Por fin volví a casa y bajé al garaje, no sin antes tirar de la cadena. Conforme me acercaba a la moto empecé a respirar aliviado al ver que al menos estaba en pie y aparentemente entera. Mi gozo en un pozo. Cuando mis pupilas se dilataron y se acostumbraron a aquella oscuridad pude ver como los dos intermitentes del lado izquierdo estaban rotos, la maneta del embrague doblada y un raspón en el lateral. Me dirigí a la garita del portero del garaje y me contó lo sucedido. Por lo visto un "patati" de la vecindad llegó el sábado por la noche (seguramente con un par de copas, pastillas o rayas de más) y tiró la moto de al lado y esta la mía por efecto dominó. Me dio los datos del fulano y espero que del resto se encarguen los seguros, porque por el momento no he podido contactar con el fulano en cuestión.

Aquella noche, prácticamente obligado por mi madre, cené. Arrocito blanco y un yogur. Tras reposar un poco la cena me fui a dormir. Costaba encontrar la postura. Eructaba una y otra vez y mis tripas hacían ruido algo preocupantes. A las dos de la mañana tuve que salir a sentarme en el trono y ver como fluían de mi ser aquellos torrentes. No serían las dos y media cuando, no satisfecho todavía, volví a aquel trono pero esta vez a aquel río se le unió un afluente. Empecé a vomitar. Una sensación extraña invadía mi cuerpo, era capaz de manar fluidos semilíquidos por dos conductos simultaneamente.

Tras aquella experiencia extracorpórea conseguí conciliar el sueño.


Dolores de espalda

De un tiempo a esta parte he notado como mi espalda ha vuelto a doler. Esta vez de forma distinta. Antes, lo habitual era que doliera por la parte del cuello, pero ahora lo que me duele es la zona lumbar. El motivo lo desconozco pero intuyo algunos que pueden influir severamente en dicha dolencia.

Tal vez tenga algo que ver el levantar cilindrines de hormigón de unos veinte kilos todos los días. Y el hecho de que para hacerlos tenga que tener la espalda doblada supongo que también contribuirá.

La banqueta del piano nunca ha sido una de las mejores aliadas contra los dolores de espalda. La moto y la furgoneta tampoco son buenas compañeras de viaje para estas lumbalgias.

Pero me parece que la mayor culpa de todo la tiene el surtidor. El trabajar en un lugar insano sin siquiera un mínimo (y creo que obligatorio) retrete le hacen a uno buscarse la vida cuando siente la llamada de la naturaleza, y siente esa necesidad interna de hacerla externa.

La solución más práctica que encontré hace ya un tiempo fue el ir a la gasolinera que se encuentra a escasos 300 metros del chamizo en el que cumplo condena laboral.

La gente puede pensar que un baño de gasolinera es un lugar más insalubre que la barriga de una burra paridora, un sitio donde tienes que entrar chapoteando con botas de agua y vas a tener que contener las arcadas para evitar el ensuciarlo más, todo ello acompañado por un hediondo olor capaz de darle un vuelco al estomago más templado.

Afortunadamente para mí esta gasolinera tiene el baño en un estado bastante aceptable. Lo limpian todos los días a las 8 y a las 15. Lo mejor es ir sobre las ocho y media o las tres y media. Pero si los azares del día te conducen a él a otra hora no suele haber problemas.

Y ya que estamos hablando de limpieza os diré que si tenéis que elegir entre dos váteres y uno de ellos tiene la luz encendida tenéis que ir al otro. La gente, como si de un dios se tratara, se dirige siempre hacia la luz, dejando las tinieblas a un lado. Por ello que el más usado, sucio y a veces sin papel es el que tiene la luz encendida.

Bueno a lo que estábamos, mis dolores de espalda. Pues bien para facilitar la ventilación en los cubículos de la gasolinera tienen unos ventanucos en lo alto que siempre están abiertos. Os podéis imaginar la rasca que entra por ahí ahora en invierno. Y claro cuando uno está en determinadas faenas es más sensible a las corrientes en la zona lumbar sobretodo.

Quizá debiera buscarme otro lugar. Pero aquí ya he aprendido algunos trucos, como saber donde guardan el papel o el jabón cuando se acaba. Y ver como evolucionan día a día las pintadas de la puerta es algo que supongo echaría de menos.

El barco estaba lleno de turistas de todas las edades. Me sentía un ser superior por conocer el lugar tan maravilloso al que nos dirigíamos y que toda aquella fauna ignoraban.

"Me cagüen todo lo que se menea y mi estampa de galán antiguo" exclame al sacar la tienda de su funda y comprobar que aquello tenía más palos que mierda la barriga una burra. De todas formas soy un hombre con estudios y no me supuso gran esfuerzo el descubrir como se montaba aquella casa portátil. Tal era mi destreza que mis vecinas de al lado me pidieron ayuda para montar su tienda. "Es que esto es como conducir... hace falta pene" Exclamé. Mi carta de presentación fue grandiosa. Sólo una de ellas comprendió mi humor, o al menos se sonrió. No me volvieron a hablar en todo el día.

Después de comer me fui a la playa de Figueiras, la nudista (El mundo está lleno de valores estúpidos y el pudor es uno de ellos). Allí estaba yo en bolas dentro de un agua congelada, sintiendo esa sensación de libertad entre mis piernas que no experimentaba desde hacía cuatro años. Cuando creí haber perdido mis testículos salí del agua, arrugado en todo mi ser. Si en todo mi ser. Para secarme fui hasta el extremo norte de la playa cuando vi que se acercaba, el único, el inconfundible Manolo, el arqueólogo del campo de trabajo.

Su visión era un poco psicotrónica a la par que loable. Como era de rigor en aquella playa iba desnudo pero en su cuello colgaba un cachirulo; ¡cáscatela!. Todavía guardaba el cachirulo que le había regalado hacía 1480 días atrás. "No me lo quito ni para follar" Respondió mientras me abrazaba. "Dejemos de abrazarnos que ahí hay un Asturiano del campo que pierde aceite" me dijo entre risas.

Pasamos la tarde en la playa hablando, riendo y echando la siesta. Después nos bajamos al bar a echar la cerveza del reencuentro. Quedamos para cenar en el "Serafín", el bar más cutre y mejor de la isla.

Yo volví al camping, me duche, me comí un paquete conguitos y me eché otra cerveza sentado en unas rocas mirando al mar. Entre ola y ola veía como entraban y salían de la ducha unas mujeres que incitaban al pecado. Cuando por fin dió la hora de cenar me encaminé al restaurante.

Cuando llegué, Serafín, el dueño del bar me reconoció rápidamente. "¡¡¡ Cagüen la mar salada, o rapaziño dos falos¡¡¡" Dijo en voz alta. Todo el mundo sentado a las mesas me miró con una mezcla entre risas y extrañeza. Cualquiera podría pensar ante tal exclamación que yo tenía varios miembros, y en cierto modo así era ya que hacía cuatro años me había dedicado a moldear penes arcilla y repartirlos por la isla.

Por lo visto todavía quedaban por la isla un par de aquellos monumentos fálicos. Al poco rato llegaron Manolo y Goyo, el cocinero del campo de trabajo. Nos sentamos en una mesa y pedimos raya, la especialidad del Serafín. Tras la cena, licor café y después al bar del camping a echar la primera birrita y seguir contando historias.

De allí fuimos al Rodas, tercer y último bar de la isla. Bailes, risas, presentaciones y cerveza. Nada nuevo. Decidí que ya era hora de retirarme, las cinco era una buena hora para retirarse. Me despedí de todo el mundo y les prometí volver pronto. Salí del bar, y empecé a andar hacía el camping. No tarde en darme cuenta que no llevaba linterna pero me daba igual, con el ciego que llevaba tampoco iba a ver mucho.

Iba feliz recordando a toda aquella gente que conocí un día en aquel paraje sin parangón. De repente un grito altero mi paz interior, era una voz de chica que pedía ayuda. "Eh, puedes ayudarme" me dijo. "No llevo linterna y no me atrevo a bajar por las rocas". Dios mio pensé, ya me veo aquí con todos los forestales en operación rescate. "¿Pero que haces ahí mocica?" le dije. "Es que subí cuando había luz y me quedé dormida sentada en una roca mirando al mar".

Yo no veía nada, igual que ella, pero daba igual. Subí a gatas por las rocas hasta donde se encontraba y le dije "Ya no tienes nada que temer, estoy aquí... ahora ¿Como coño bajamos?".

A trancas y barrancas conseguimos bajar. Andábamos al estilo cangrejo, arrastrando el culo y con las piernas por delante. Yo marcaba el camino y ella iba detrás de mi diciendo me que no fuera tan deprisa que tenía miedo. Una vez en el camino la muchacha me agradeció mi ayuda con un efusivo abrazo. Fuimos juntos hasta el camping y al llegar a la primera farola pudimos vernos la cara.

No sé si fue casualidad o simplemente el destino, pero era una de mis vecinas.
- Coño si eres el hombre que conduce y monta tiendas con el pene
- Ya ves casualidades de la vida.
- Esta mañana me pareciste un majo-desagradable, pero ya he cambiado mi opinión de ti. Muchas gracias.

Tras un silencio valorativo y mirarnos con cara de tontos le dije.
- Si esto fueran condiciones normales te pediría matrimonio y tu tendrías que aceptar, porque te he salvado de tener que dormir con las serpientes. Pero hoy me siento feliz de estar en esta isla así que solo te pido que digas tu nombre.
- A ti se te va mucho la pinza ¿verdad?
- Yo pregunte primero. Además la respuesta a tu pregunta es evidente.
- María, me llamo María.
- Yo Jesús, encantado.

Me acerque a ella y le di dos besos de presentación.
- Bueno encanto puesto que no te vas a casar conmigo y yo no creo que tengas ganas de sexo esta noche me iré a dormir.
- Estás loco.
- Lo sé.

No la volví a ver, ni a ella ni a sus amigas.

Mi amigo devortikanievo tiene razón. Gracias por abrirme los ojos. Además, hoy ha sido un día en que he entendido pocas cosas. Ni con lista, ni sin ella, no entiendo nada. Si dices una cosa, malo; si dices la contraria, peor. Creo que... mejor no creo. Hoy no es día para creer en nada.

Dudo. Nihilismo o Agnosticismo. Negar o considerar inaccesible. Parcelas de mi mente que debo de aclarar antes de forjarme de nuevo. Debo sentar una base sobre la que apoyar mis cimientos. Y la base tiene que ser sólida (veáse Mt 7. 24-27).

El nihilismo es atractivo y Nietzsche lo defendía bien, pero agnóstico es mucho más de estetas. No sé. Lo mismo busco un apoyo en las herejías. Los Nestorianos. Parecen razonables. Afirman que la Virgen María solo parió a la naturaleza humana de Cristo.

Si sigo por este camino terminaré como el hombre que edificó su casa sobre arena. Desde el punto de vista geotécnico es poco viable.

Tendremos que buscar otras posiblidades...

La Lista (2ª parte)

De momento diré que, a pesar de pequeños descuidos, voy cumpliendo los puntos de la lista.

A pesar de todo olvidamos poner lo que me llevó a pensar en un cambio en mi vida y que quizá sea a lo que más importancia le han dado últimamente: Mi visión negativa de la existencia.

Como hombre de ciencia mi vida se basa en el empirismo. Gracias a él se han podido enunciar las leyes de la naturaleza y con frecuencia tengo la costrumbre de aplicar las que en su día enunciara Murphy. Siempre me pongo en lo peor. De todas formas esto tampoco es del todo malo, tiene su lado bueno y es que si en algún momento ocurre la catastrofe ya has pensado en una posible solución. Sería un poco como la fábula de la cigarra y la hormiga de Samaniego (Por citar otras fuentes a parte de las biblicas).

Así que usaremos el filtro nuevo que puse entre mi cerebro y mi boca y obviaré decir cualquier frase que transmita cualquier hálito de pesimismo.

La Lista

En un intento, por parte de mis amigos, para hacerme mejorar como persona elaboramos una lista con cosas que básicamente debo dejar de hacer. Si bien es cierto que parece la lista de cosas que tengo que eliminar de mi comportamiento si quiero encontrar novia. De todas formas con amigos así... ¿quién necesita enemigos?

  1. Dejar la ginebra.
  2. Quizás esta sea una de las pocas entradas de mi lista que he escrito yo. Y creo que ya la puedo tachar. Ya hace más de un mes que no la pruebo. Y es que la última vez terminé muy mal con ella. Si bien es cierto que no actuó en solitario. La morcilla extremeña y los pimientos radioactivos tuvieron algo que ver en aquél trágico desastre.

  3. Dejar al Fary.
  4. Dejar de cantar las canciones del Fary es un reto complicado de llevar a cabo. Pienso que la gente no lo sabe valorar. Lo que todavía será más dificil será el dejarlo de oir.

  5. No hacer comentarios obscenos.
  6. De todos es sabido que la boca me pierde. Siempre digo lo que pienso pero no pienso lo que digo. Tengo que instalarme un filtro entre mi cerebro y mi boca para depurar la forma de mi expresiones.

  7. Mejorar el tono de voz.
  8. Esto no lo entiendo del todo. Mi forma de hablar es así. Aprender a modular la voz como un locutor de radio no se aprende en un día. Es una tarea de muchos años.

  9. Pensar antes de hablar.
  10. Esta está totalmente relacionada con comentado en el punto 3.

  11. Eliminar de mis conversaciones el uso de frases hechas.
  12. Esta tampoco la entiendo. Que manía tiene la gente con hacerme pensar. Sobre todo cuando son conversaciones banales acerca del tiempo o del carné por puntos.

  13. Citar otras fuentes aparte de la Biblia.
  14. Por fin una entrada que no restringe mi forma de ser. Es cierto que la biblia es una fuente casi inagotable de frases y citas con las que sorprender a la gente. Sobre todo si te sabes el libro, capitulo y versiculo al que pertenecen. Y mucho más si la dices en latin. Pero bueno haremos el esfuerzo de citar a otros autores.

  15. No tocar los gitanales masculinos.
  16. Ignoro si esta me la dijeron "Sensu Stricto" o "Sensu lato" por si acaso eliminaré las dos de mis arraigadas costrumbres.

  17. Aprender a Bailar.
  18. 20 años de mi vida haciendo Judo creo que me han dado la capacidad para apreder pasos de baile. Si he sido capaz de encadenar sucesiones de pasos con hombres sudorosos, será mucho más fácil hacerlo con una bella dama.

  19. No hacer movimientos pélvicos (delante de Sergio).
  20. Creo que haremos una excepción y los movimientos pélvicos no los haré delante de nadie. Bueno quizás los haga cuando la situación lo requiera delante de gente que todavía no me haya visto hacerlos.

  21. No hablaré de informática con alguien cuando haya gente poco versada en ella.
  22. Os arrepentireis. Veremos quien aguanta ahora al señor Reptil Gusano.

  23. No creer que soy torrente.
  24. Chinita... Trae pan!

  25. No preguntar a la gente que me acaban de presentar si han experimentado la estimulación anal.
  26. Cuando los conozca un poco ya lo haré

  27. No intentaré vender mi Fiat Tipo a mis amigos.
  28. A mis amigos no, pero si alguno lo quiere que me llame.

  29. No cortar conversaciones
  30. No prometo nada.

  31. No hablar de mi viejo Yo.
  32. En mi fase de transición tengo la costumbre de hacer notar a mis congeneres que estoy intentando cambiar y les digo lo que haría mi viejo yo, pero que por mis nuevas directrices no hago.

  33. No invitar a ver grullas a desconocidas.
  34. En realidad tampoco hubieramos visto muchas. Además ir a ver las estrellas o el amanecer está muy visto.

  35. No encontrar similitud entre los funerales y las reuniones con los amigos.
  36. Si sois así de aburridos yo que le voy a hacer. Si digo chorradas me haceis una lista. Así que mejor me callo.

  37. No preguntar a todas si se quieren casar conmigo.
  38. Eso solo lo hago en estados de lucidez etílica. Y habiendo eliminado la ginebra en la directriz número 1 la cosa se reduce mucho.

Primera Vez

En realidad no es la primera vez que escribo en un blog. Pero si que es la primera vez que escribo en mi blog. No sé bien que os voy a contar. Ni siquiera sé si os va a interesar. Tampoco es mi intención que lo lea nadie. Simplemente va a ser una válvula de escape por la que espero liberar algunas tensiones que mi vida diaria me produce.

Mis experiencias con los blogs comenzaron como "invitado" en el de mi amigo Reptil Gusano (RG). Llegó un momento en el que yo escribía más que él y en vez de suyo parececía mio, por lo que he decidido comenzar una nueva linea en solitario.

Es probable que rescate alguno de los post que allí escribí y os los muestre aquí, pero eso será más adelante.

P.S. Aquí os dejo el enlace al blog de RG.