Dolores de espalda

De un tiempo a esta parte he notado como mi espalda ha vuelto a doler. Esta vez de forma distinta. Antes, lo habitual era que doliera por la parte del cuello, pero ahora lo que me duele es la zona lumbar. El motivo lo desconozco pero intuyo algunos que pueden influir severamente en dicha dolencia.

Tal vez tenga algo que ver el levantar cilindrines de hormigón de unos veinte kilos todos los días. Y el hecho de que para hacerlos tenga que tener la espalda doblada supongo que también contribuirá.

La banqueta del piano nunca ha sido una de las mejores aliadas contra los dolores de espalda. La moto y la furgoneta tampoco son buenas compañeras de viaje para estas lumbalgias.

Pero me parece que la mayor culpa de todo la tiene el surtidor. El trabajar en un lugar insano sin siquiera un mínimo (y creo que obligatorio) retrete le hacen a uno buscarse la vida cuando siente la llamada de la naturaleza, y siente esa necesidad interna de hacerla externa.

La solución más práctica que encontré hace ya un tiempo fue el ir a la gasolinera que se encuentra a escasos 300 metros del chamizo en el que cumplo condena laboral.

La gente puede pensar que un baño de gasolinera es un lugar más insalubre que la barriga de una burra paridora, un sitio donde tienes que entrar chapoteando con botas de agua y vas a tener que contener las arcadas para evitar el ensuciarlo más, todo ello acompañado por un hediondo olor capaz de darle un vuelco al estomago más templado.

Afortunadamente para mí esta gasolinera tiene el baño en un estado bastante aceptable. Lo limpian todos los días a las 8 y a las 15. Lo mejor es ir sobre las ocho y media o las tres y media. Pero si los azares del día te conducen a él a otra hora no suele haber problemas.

Y ya que estamos hablando de limpieza os diré que si tenéis que elegir entre dos váteres y uno de ellos tiene la luz encendida tenéis que ir al otro. La gente, como si de un dios se tratara, se dirige siempre hacia la luz, dejando las tinieblas a un lado. Por ello que el más usado, sucio y a veces sin papel es el que tiene la luz encendida.

Bueno a lo que estábamos, mis dolores de espalda. Pues bien para facilitar la ventilación en los cubículos de la gasolinera tienen unos ventanucos en lo alto que siempre están abiertos. Os podéis imaginar la rasca que entra por ahí ahora en invierno. Y claro cuando uno está en determinadas faenas es más sensible a las corrientes en la zona lumbar sobretodo.

Quizá debiera buscarme otro lugar. Pero aquí ya he aprendido algunos trucos, como saber donde guardan el papel o el jabón cuando se acaba. Y ver como evolucionan día a día las pintadas de la puerta es algo que supongo echaría de menos.