Fuera de lugar

Es un vaso grueso de duralex. Hielos polimorfos flotan en un fluido transparente y oleaginoso. Al acercarlo a la boca noto un fuerte olor a alcohol. Sin duda este gin-tonic es capaz de curar la más profunda herida. Sé que si pruebo este brebaje quedaré afectado por una ceguera total propia de las intoxicaciones por metanol. Cómo puedo ser el único en darse cuenta de que nos quieren envenenar. Sin duda este no es mi sitio. Soy distinto y probablemente superior a todos ellos. 

A mi alrededor todos bailan espasmódicamente ritmos que parecen tribales. Todos se saben las canciones que pincha el deejay menos yo. Tantos años de solfeo y armonía, tantas fugas de Bach, tantas sonatas de Beethoven, tantos nocturnos de Chopin, para acabar sometido a un infame ritmo binario. Chis, pum. Chis, pum. Chis, pum. Chis, pum. 

Qué fue de los compases de amalgama y del contratiempo. Chis, pum. Chis, pum. 
Un martillo percutor tiene más variedad que ésto. Chis, pum. Chis pum. 
Intento descifrar las letras de las canciones que corean. Chis, pum. Chis, pum. 
Desafinan hasta en los silencios. Chis, pum. Chis, pum. 

A empujones consigo abrirme paso hasta el retrete. Es fácil llegar hasta allí. Sólo tienes que dejarte llevar por el olor a letrina infecta. Conforme me voy acercando noto como mis pies empiezan a chapotear sobre lo que supongo son orines. La gente sale del baño con la cara desencajada y con una euforia inconmensurable. Sin duda no podrían aguantarse más. 

Buscaré un árbol.

3 comentarios

V dijo...

Buenísimo, Jesús. Me ha encantado.

El pequeño Buda dijo...

Gracias VictorB.

Nacho dijo...

Yo también recuerdo así la última vez que fui a misa