Viernes, 10:30 AM. Duermo felizmente. De repente el teléfono me despierta y sobresalta. Brinco de la cama y respondo con carraspera mañanera.
- Si, dígame -
- Hola buenos días. Mi nombre es Eduardo Miralles. El motivo de mi llamada es que su número de teléfono ha sido seleccionado para entrar en el concurso de un bono de la lotería Euromillones. ¿Conoce usted la lotería Euromillones?
- Si, la conozco.
- ¿Es jugador de la lotería Euromillones?
- No, lo siento, no soy ludópata.
- No importa señor. Para concursar usted sólo tiene que responder correctamente a una pregunta que le voy a formular. ¿Está preparado?
- Si adelante. - Después de la panchito-letanía que me estaba soltando iba a ver dónde desembocaba lo que tenía pinta de estafa telefónica.
- ¿Cual es el slogan publicitario de la lotería Euromillones? Para contestar dispone de tres posibilidades:
 a) La vida es sueño.
 b) Euromillones, todo cabe.
 c) Sólo hace falta jugar, ¿Jugamos? 

Las dos últimas respuestas me querían sonar así que me decidí por el señor de la Barca que con los derechos de autor y la SGAE seguro que les tendrían que haber pagado a los herederos de calderón de una millonada. Si bien es cierto que las connotaciones erótico-festivas de la respuesta "b" podían darme mucho juego.

- La "a". -  dije seguro de mi.
- Enhorabuena señor ha acertado. Para que podamos continuar ¿Puede indicarme cual es su nombre?
- Soy el comisario Aceituno.- Respondí vehementemente.

No hubo más preguntas. El licenciado Eduardo Miralles había colgado el teléfono.