Libre

El horizonte de la llanura todavía dibujaba la silueta del enemigo. A pesar de la lejanía todavía se dejaban oír gruñidos propios de facóqueros que irrumpían derrepente en mi nuevo estado de tranquilidad. Atrás los ha dejado todo. Ha marchado ligero. Tan sólo se ha llevado su taladrante transistor. Una hora oyendo dicho aparato era suficiente para irritar a cualquiera.

Todavía no me hago a la idea. Mañana iré y no estará. No oiré sus politonales silbidos. Ni sus sordos murmullos que tanto me exasperaban. Será fácil acostumbrarse.

Después de la tempestad viene la calma

Las tinieblas que cubrían el abismo han dejado paso a verdes prados cubiertos de flores. La paz y el regocijo vuelven a reinar a mi alrededor. La lucha ha sido dura. He salido vencedor. A lo lejos escapa con la cabeza agachada. A cada paso vuelve la cabeza y grita estentóreos gruñidos propios de las alimañas de su especie.

Se augura un futuro de prosperidad. Todos viviremos en la paz y armonía siempre anhelada. Mi nicho ecológico vuelve a estar donde le correspondía, quizá un escalón más alto. No sé. Por fin viviremos sin miedo.

Et prout vultis, ut faciant vobis homines, facite illis similiter. Lucam 6.31