La luna llena ilumina la carretera en una agradable noche de verano. Las Variaciones Goldberd suenan a toda virgen en la radio del coche. De fondo se oye el inconfundible tarareo de Glenn Gould. Hipnotizado por el contrapunto voy conduciendo hacia casa. No voy deprisa. Más bien despacio, 80 km/h por la autovía y la ventanilla bajada. Hace ya algún kilómetro que he advertido su presencia. Un coche grande detrás de mi. A una distancia prudencial. Sigo a mi marcha. Poco a poco se me va acercando. Miro por el retrovisor y veo como se enciende una sirena y me hace señales para que pare en el arcén. La policía local... ¿Qué coño querrán?

Me detengo en el arcén enciendo las luces de emergencia y espero. Por el retrovisor observo como dos agentes se bajan del vehículo, se ponen sus gorras y sus chalecos de alta visibilidad. Vienen hacia mí. Uno se queda detrás de mi coche y el otro se acerca a mi ventanilla.

- Buenas Noches. - Saludo cordialmente mientras bajo el volumen de la radio.
- Buenas Noches. Sabe porque le hemos parado - Replica el agente.
- Lo ignoro. - Respondo ávido de una respuesta.
- Su conducción es sospechosa.
- ¿Sospechosa de qué? - Pregunto intrigado mientras me doy cuenta que no la sentado muy bien mi respuesta al policia.
- Documentación por favor - Espeta el agente sin explicación alguna.

El mejor momento para buscar los papeles del coche. La oscuridad de la noche.

- Tiene algún incoveniente en que le sometamos a un control de alcolemia.
- Ninguno.

El compañero ya tiene preparado el alcolímetro y me da la boquilla.

- Sople por la boquilla hasta que yo le diga que puede parar.
- No se preocupe. Conozco el procedimiento.
- 0.0. ¿Ha tomado drogas?

¿Pero estos gilipollas me han visto cara yonki o es que están cabreados porque Mariano les ha quitado la paga extra de Navidad? Pienso para mi.

- No señor.
- Muy bien, abra la boca.

Flipando en colores abro la boca y me mete un bastón parecido a los de los oídos. Espero que este no estuviera usado. Lo frota contra mis carrillos y lo mete en una especie tubo de ensayo. Lo sacude, lo agita, lo mira, lo pone delante de los faros, lo vuelve a agitar y aquello seguía igual.

- Parece que no nos ha mentido.
- ¿Acaso me ha visto cara de felón? - Respondo indignado. Por la cara que pone la palabra "felón" no está en su vocabulario.
- Espere por favor.

Ahora el muy capullo se me pone a mirar las ruedas. Espero que lo próximo no sea un tacto rectal porque no me he cambiado de calzoncillos, aunque con los ataques diarreícos que he padecido últimamente igual se llevaban una sorpresa.

- ¿Lleva algo en el maletero que le pueda comprometer?
- Como no sea la rueda de repuesto....
- Le importa abrirlo.
- Está abierto. - Mi indignación es mayúscula.

El agente gilipollas abre el maletero y al ver que no hay nada lo cierra. Mientras su compañero regresa con la documentación y me dice.

- Está todo correcto puede continuar.

Vuelvo a subir la radio pero ahora suena la Pasión según S. Mateo. Seguramente me habrán parado por mi buen gusto musical pienso.