Semblanza

Su madre entró en la estancia. Una mezcla de sudor y alcohol inundaba la habitación. Allí estaba su hijo. Tirado en el suelo.  Con la goma todavía en el brazo, la aguja colgando y un charco de babas en el suelo. Con ojos tiernos ella exclamó ¡Míralo, tiene la misma cara que su abuelo cuando se quedaba dormido en el sofá!

Es un vaso grueso de duralex. Hielos polimorfos flotan en un fluido transparente y oleaginoso. Al acercarlo a la boca noto un fuerte olor a alcohol. Sin duda este gin-tonic es capaz de curar la más profunda herida. Sé que si pruebo este brebaje quedaré afectado por una ceguera total propia de las intoxicaciones por metanol. Cómo puedo ser el único en darse cuenta de que nos quieren envenenar. Sin duda este no es mi sitio. Soy distinto y probablemente superior a todos ellos. 

A mi alrededor todos bailan espasmódicamente ritmos que parecen tribales. Todos se saben las canciones que pincha el deejay menos yo. Tantos años de solfeo y armonía, tantas fugas de Bach, tantas sonatas de Beethoven, tantos nocturnos de Chopin, para acabar sometido a un infame ritmo binario. Chis, pum. Chis, pum. Chis, pum. Chis, pum. 

Qué fue de los compases de amalgama y del contratiempo. Chis, pum. Chis, pum. 
Un martillo percutor tiene más variedad que ésto. Chis, pum. Chis pum. 
Intento descifrar las letras de las canciones que corean. Chis, pum. Chis, pum. 
Desafinan hasta en los silencios. Chis, pum. Chis, pum. 

A empujones consigo abrirme paso hasta el retrete. Es fácil llegar hasta allí. Sólo tienes que dejarte llevar por el olor a letrina infecta. Conforme me voy acercando noto como mis pies empiezan a chapotear sobre lo que supongo son orines. La gente sale del baño con la cara desencajada y con una euforia inconmensurable. Sin duda no podrían aguantarse más. 

Buscaré un árbol.

La luna llena ilumina la carretera en una agradable noche de verano. Las Variaciones Goldberd suenan a toda virgen en la radio del coche. De fondo se oye el inconfundible tarareo de Glenn Gould. Hipnotizado por el contrapunto voy conduciendo hacia casa. No voy deprisa. Más bien despacio, 80 km/h por la autovía y la ventanilla bajada. Hace ya algún kilómetro que he advertido su presencia. Un coche grande detrás de mi. A una distancia prudencial. Sigo a mi marcha. Poco a poco se me va acercando. Miro por el retrovisor y veo como se enciende una sirena y me hace señales para que pare en el arcén. La policía local... ¿Qué coño querrán?

Me detengo en el arcén enciendo las luces de emergencia y espero. Por el retrovisor observo como dos agentes se bajan del vehículo, se ponen sus gorras y sus chalecos de alta visibilidad. Vienen hacia mí. Uno se queda detrás de mi coche y el otro se acerca a mi ventanilla.

- Buenas Noches. - Saludo cordialmente mientras bajo el volumen de la radio.
- Buenas Noches. Sabe porque le hemos parado - Replica el agente.
- Lo ignoro. - Respondo ávido de una respuesta.
- Su conducción es sospechosa.
- ¿Sospechosa de qué? - Pregunto intrigado mientras me doy cuenta que no la sentado muy bien mi respuesta al policia.
- Documentación por favor - Espeta el agente sin explicación alguna.

El mejor momento para buscar los papeles del coche. La oscuridad de la noche.

- Tiene algún incoveniente en que le sometamos a un control de alcolemia.
- Ninguno.

El compañero ya tiene preparado el alcolímetro y me da la boquilla.

- Sople por la boquilla hasta que yo le diga que puede parar.
- No se preocupe. Conozco el procedimiento.
- 0.0. ¿Ha tomado drogas?

¿Pero estos gilipollas me han visto cara yonki o es que están cabreados porque Mariano les ha quitado la paga extra de Navidad? Pienso para mi.

- No señor.
- Muy bien, abra la boca.

Flipando en colores abro la boca y me mete un bastón parecido a los de los oídos. Espero que este no estuviera usado. Lo frota contra mis carrillos y lo mete en una especie tubo de ensayo. Lo sacude, lo agita, lo mira, lo pone delante de los faros, lo vuelve a agitar y aquello seguía igual.

- Parece que no nos ha mentido.
- ¿Acaso me ha visto cara de felón? - Respondo indignado. Por la cara que pone la palabra "felón" no está en su vocabulario.
- Espere por favor.

Ahora el muy capullo se me pone a mirar las ruedas. Espero que lo próximo no sea un tacto rectal porque no me he cambiado de calzoncillos, aunque con los ataques diarreícos que he padecido últimamente igual se llevaban una sorpresa.

- ¿Lleva algo en el maletero que le pueda comprometer?
- Como no sea la rueda de repuesto....
- Le importa abrirlo.
- Está abierto. - Mi indignación es mayúscula.

El agente gilipollas abre el maletero y al ver que no hay nada lo cierra. Mientras su compañero regresa con la documentación y me dice.

- Está todo correcto puede continuar.

Vuelvo a subir la radio pero ahora suena la Pasión según S. Mateo. Seguramente me habrán parado por mi buen gusto musical pienso.