Mi abuelo Luis

Luis se levantaba de la siesta cuando se despertaba. Daba igual que fueran las siete de la tarde y hubiera invitados en casa. Despeinado y envuelto en sudor se apoyaba en el marco de la puerta del salón y saludaba a los presentes con un "¡Quiay!". Se afeitaba y perfumaba y volvía al salón.
Delante de la tele la mano izquierda, en jarras, la apoyaba en la cintura mientras que con el dedo gordo de la mano derecha buscaba el canal (de los dos posibles) que le interesaba. Sus gustos eran: Toros, equitación, boxeo, fútbol, ciclismo, tenis, golf y cualquier cosa con pelota.

Se sentaba en su sofá y jamás apoyaba la espalda en el respaldo. Inclinado hacia delante ponía su mano izquierda sobre la rodilla del mismo lado con  los dedos hacia el interior del muslo. De esta forma tenía la otra mano libre para coger su botella de agua o el tenedor para pinchar algún gajo de cebolla de su eterna ensalada.

A Luis le gustaba contar historias. La del caballo "atorzonao"  y la de cómo le había clavado la espuela de la bota en el cuello a un individuo porque le había robado la paleta del albañil eran las dos más famosas

Tenía gusto por el vino y sabia filosofía de vida. Una probable ascendencia calé explicaría multitud de detalles de su existencia.

Apocalipsis.

Lucky Luciano hubiera sido más discreto. Esto es más parecido a la ira divina, la cólera de Dios. Como en el Apocalipsis las revelaciones se van sucediendo una tras otra. De momento han caído dos miembros del rebaño. Por un lado la oveja negra ha sido degollada con un cuchillo herrumbroso por balar en mal momento. La misma suerte ha tenido la vaca herida que ya no daba leche y tampoco servía para carne. Aún muertas sus espíritus aletean sobre nuestras cabezas blandiendo una afilada espada de Damocles.

La falta de liquidez es evidente. Los grifos se cierran. Hay que hacer acopio de combustible para el invierno. El picante sabor a gasoil inunda mis encías.  Esto es lo más parecido al  hálito divino o al beso de la muerte.

22:40 Primeros síntomas. Todo hacía presagiar que la noche iba a ser larga. Tenía sueño pero sabía el dolor no me iba a dejar dormir. Poco a poco "in crescendo" el dolor se hacía más insoportable. No había postura cómoda. La tele todavía me produce más dolor. La apago. Intento distraerme. Recojo la casa. Plancho unas camisetas. Escobo el salón y la cocina. Sólo me falta limpiar el baño. No estoy de humor.

Me voy a la cama. No puedo estar tumbado. Me siento. Ahora la espalda también me duele. Me entran nauseas. Voy al baño. Ingentes cantidades de saliva salen de mi boca. Intento vomitar no sale nada. Parece que el dolor se calma. Me siento en el sofá. Encuentro una postura. Parece que no duele y vuelvo a la cama. Falsas esperanzas el dolor regresa. "La eutanasia!!! Que me la pago yo- Pienso para mi. Vuelvo al sofá en busca de esa postura anterior. Fracaso. Paseo arriba y abajo. Respiro profundamente. Me estiro. Alivio pasajero. Vuelvo a la cama.

04:32 Creo que me duermo.

[...]

Tras mi última visita al médico me dieron los resultados de la ecografía. Conclusión: Hígado para hacer Foie. Vesícula exprimida como un limón.
En siete días tendré los resultados de mis nuevos análisis y cita con el especialista.

Voy al galeno. Le cuento mis dolores. Analiza mi sangre. Nada es concluyente. Podrían ser piedras en la vesícula o quizá en el riñón.
Necesita más pruebas. Me manda una ecografía.

[...]

Llego a la sala de espera. Me llaman cinco minutos antes de la cita.

-¿Ha traído la cita?- Me pregunta una asistente (llamarla enfermera sería ofender al gremio).
- No. - Respondo
- ¿Y el volante? -.
- Tampoco. Me llamaron por teléfono y me dijeron que viniera. La citación me la mandarían por correo. Pero no estaban seguros de que la recibiera a tiempo. De todas formas si es perentorio podemos llamar al consultorio y que nos la manden por fax, o correo electrónico. - Replico decidido.
- Es que sin volante, nosotros no podemos hacer nada. -
- Si no pueden hacer nada lo pedimos pedimos y ya está. De todas formas lo que pedían era una exploración en el hipocondrio derecho. -
- Si bueno, pero eso a mi no me sirve de nada. -
- Y ahora dígame usted. Si no he traído la cita ¿Cómo sabían que tenían que llamarme?. Y si me han llamado ¿bien sabrán lo que tienen que mirarme?-
- Es que ese no es protocolo - Espetó la señora.

En mitad de la diatriba apareció el que era el ecógrafo interesándose por nuestro dialogo. Le vuelvo a explicar la situación.

- Ah bueno, no pasa nada. ¿Qué te pasaba para que el médico te mandara aquí?- Me pregunta el ecógrafo quitándole hierro a la situación.

Después de contarle mi historial de punzadas y aguijonazos nocturnos me tumbó en la camilla y empezó la exploración.

-Coge aire.- Me decía, mientras me pretaba la tripa con útiles del diablo untados en un pringue electroconductor. Yo cogía el aire y el me lo sacaba.
Una y otra vez me preguntaba si había comido algo. Y mi respuesta era siempre la misma. -Estoy en ayunas.- No le cuadraba lo que estaba viendo.

Llamó a un colega. Y le hizo explorarme. Los dos coincidían. Por lo visto tengo la vesícula atrofiada. Lo cual acojona un poco.

-Tendrá los resultados dentro de cuatro días. Límpiese y se vista.- Me dice la mujer desagradable e incompetente.

-Para no haber traído la citación ni el volante. ¿No ha sido tan complicado, verdad?- Respondí con ironía.

Lunes 04:25 AM.

Me despierto inmerso en dolor. Ahí está de nuevo. Bajo la última costilla derecha. No me deja dormir. Me acuesto sobre el lado izquierdo. Duele. Me doy la vuelta. El dolor se hace insufrible.  Me incorporo. Me siento en la cama y me pongo la almohada como respaldo. Parece que el dolor se atenúa.  La boca se me llena de saliva. Tengo nauseas. Me levanto al vater. Escupo. Intento vomitar. Nada. Esfuerzos inútiles. Vuelvo a la cama. Me vuelvo a levantar.

Me siento en el sofá. Pongo la tele. No encuentro postura que no me duela. Me retuerzo en una espiral de dolor. Menos mal que mañana es fiesta y no tengo que madrugar.  Decido que esto no es normal. Tendré que ir al médico.  En la tele sólo hay teletiendas y tarots en directo.  El dolor aumenta.  Ninguna distracción lo calma.

Voy a la cocina. Me hago una manzanilla. Al primer trago tengo que levantarme a vomitar. Cuatro pedazos de salchicha a medio digerir salen por mi boca.  El resto se queda dentro. Vuelvo al sofá.  Termino la manzanilla. Parece que el dolor se templa y me relajo.  Respiro con cierto alivio.  57 channels and Nothing on.

08:10 AM. Vuelvo a la cama. Busco la postura menos dolorosa y me quedo inmóvil.  Me duermo.

Huevos Rotos

Después de aliviar la presión intracraneal con mi anterior post, me decidí a investigar por la red algo que mencionaba en dicha epístola. Cocer un huevo en el microondas. Con cascara sabía que era imposible. Quizá haciéndole unos buenos agujeros no explote con mucha virulencia pero me temo que el resultado puede ser catártico.

Siguiendo mi dieta hipocalórica con el avieso fin de llegar a tiempo a la operación bikini me tocaba cenar: "un huevo cocido, esparragos y un yogur desnatado". Allá que iba. Como hombre de ciencia nada me detendría.

Casqué el huevo en un vaso pequeño de duralex. Dicho vaso es parte de mi dote así que nada podía fallar. Tapé el vaso con un film o flim o lámina fina y transparente de plástico apta para microondas, o como leches se llame. Le hago un agujero de unos 3 milímetros de diámetro en el centro y lo meto al pequeño horno del diablo. Encima del vaso le pongo una tapa de plástico, como medida protectora también apta para MO.  Cierro la puerta y lo pongo a toda potencia durante 2 minutos. No llevaba 10 segundos cuando oigo un notable petardazo. Paro el chisme. Abro la puerta y veo el huevo todavía crudo. Le vuelvo a dar marcha. Ignoro la siguiente explosión. Será parte del proceso. A través del cristal veía como la tapa de cristal se levantaba a cada explosión. Al minuto treinta y cinco segundos había ocurrido el Big Bang Egg. Huevo cocido desparramado por el microondas.

Seguro que Ferrán Adriá lo incluye en su siguiente carta. Aunque yo sería más partidario de decir que he reinventado los huevos rotos. Recogí con mis manos los pedazos esparcidos por el cubículo a la par que me los iba comiendo. Le faltaba sal.  Agarrada en el culo del vaso estaba la yema del huevo. Cocida. Quizá demasiado para mi gusto.

Posibles fallos:
- Poco flim. La próxima vez no escatimar y envolver bien el vaso para evitar que se levante la parte superior. Si es posible fijarlo con cinta americana o en su defecto precinto de embarlar.

- Vaso pequeño: en un vaso más grande las explosiones se habrían disipado mejor.

- Mucho tiempo o demasiada potencia: Al ignorar sus efectos los variaré según el método científico de ensayo y error.

P.S. De todas formas me sigue pareciendo el mejor cuece leches que se ha inventado. También el más caro.

Baja laboral. El Alternador. Urgencias utópicas. Antigüedad. Circuitos corroidos. "No me mandes más al Peruano que me la ha liao". Deudores. Incompetencia en derredor. La gasolina está muy cara. Vampiros mañaneros. Pesaos de media tarde.  Preguntas improcedentes. Jode-siestas. Respuestas inesperadas. Horarios maratonianos. Caraduras. Chofer a domicilio. Fuerza Bruta. Cocer un huevo en el microondas. 30 de febrero.

Estancados en mi cabeza se arremolinan pensamientos. Todos tiene su explicación, su historia. Cada una más larga y más enrevesada que la anterior. A ratos, apático, me sumerjo este mundo oscuro y entro en resonancia. Todavía me preguntan que si estoy enfadado. No preguntes. Dame motivos para reír. Hazme feliz.  Cámbiame el chip. Psicología inversa.

La mierda es un buen lugar para mandar a muchos. La educación me lo impide. Maldita educación. La venganza es un plato que se sirve frío. Tengo que ver esa película.

Indignado y resignado a la vez. Aceptaré ésta derrota. Nuevas batallas voy a librar. Solo ante batallones enteros. No resultaré herido sino que saldré vencedor.

Felicidades

Lo siento. Estoy atascado. No me salen las palabras. Solo desearte lo mejor. Sé feliz.  El inexorable paso del tiempo me hace meditar... Estoy cansado. Física y mentalmente. Creo que necesito una cerveza. Emborracharme con amigos. Dos como mucho. Cuatro serían multitud. Filosofar y beber vermú. Los párpados se me cierran. La semana ha sido dura. Todavía queda el viernes. La próxima no es más halagüeña. (Que bonita. Una diéresis y una eñe en la misma palabra.) Todavía hay algo que me irrita más.  51 de diciembre. La sequía y la hambruna nos lleva al desanimo. Siento que mi estado en  "off" sea una felicitación de cumpleaños.