Voy al galeno. Le cuento mis dolores. Analiza mi sangre. Nada es concluyente. Podrían ser piedras en la vesícula o quizá en el riñón.
Necesita más pruebas. Me manda una ecografía.
[...]
Llego a la sala de espera. Me llaman cinco minutos antes de la cita.
-¿Ha traído la cita?- Me pregunta una asistente (llamarla enfermera sería ofender al gremio).
- No. - Respondo
- ¿Y el volante? -.
- Tampoco. Me llamaron por teléfono y me dijeron que viniera. La citación me la mandarían por correo. Pero no estaban seguros de que la recibiera a tiempo. De todas formas si es perentorio podemos llamar al consultorio y que nos la manden por fax, o correo electrónico. - Replico decidido.
- Es que sin volante, nosotros no podemos hacer nada. -
- Si no pueden hacer nada lo pedimos pedimos y ya está. De todas formas lo que pedían era una exploración en el hipocondrio derecho. -
- Si bueno, pero eso a mi no me sirve de nada. -
- Y ahora dígame usted. Si no he traído la cita ¿Cómo sabían que tenían que llamarme?. Y si me han llamado ¿bien sabrán lo que tienen que mirarme?-
- Es que ese no es protocolo - Espetó la señora.
En mitad de la diatriba apareció el que era el ecógrafo interesándose por nuestro dialogo. Le vuelvo a explicar la situación.
- Ah bueno, no pasa nada. ¿Qué te pasaba para que el médico te mandara aquí?- Me pregunta el ecógrafo quitándole hierro a la situación.
Después de contarle mi historial de punzadas y aguijonazos nocturnos me tumbó en la camilla y empezó la exploración.
-Coge aire.- Me decía, mientras me pretaba la tripa con útiles del diablo untados en un pringue electroconductor. Yo cogía el aire y el me lo sacaba.
Una y otra vez me preguntaba si había comido algo. Y mi respuesta era siempre la misma. -Estoy en ayunas.- No le cuadraba lo que estaba viendo.
Llamó a un colega. Y le hizo explorarme. Los dos coincidían. Por lo visto tengo la vesícula atrofiada. Lo cual acojona un poco.
-Tendrá los resultados dentro de cuatro días. Límpiese y se vista.- Me dice la mujer desagradable e incompetente.
-Para no haber traído la citación ni el volante. ¿No ha sido tan complicado, verdad?- Respondí con ironía.
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