The happiness is a warm gun

Semanas de sequía literaria han inundado mi ser. Quizá sea un bloqueo de escritor. Quizá sea que perdí mi musa. El pasar de los días incrementa mi quemazón interior. Mi sangre hierve por momentos. Busco enfriarla en amigos y colegas que comprendan mi posición. Sólo obtengo palmaditas en la espalda. Tengo que actuar. Es perentorio un cambio en mi postura, en mi forma de pensar. El papel de malo no me pega. Debo encontrar otro modus operandi. Probablemente la psicología de Benjamin Linus me ayude. Qué parezca que se les ha ocurrido a ellos. Eso es. Tendré que mejorar. Merecerá la pena.

Alguno parece haber olvidado aquellos días en los que se sacrificaban peones para salvar al rey. Se creen en un statu quo intocable. Se piensan imprescindibles por se únicos. Nadie es imprescindible. El rey tiene la mano suelta y no duda en sacarla a pasear cuando se le pone una mosca en el morro. Debes comprender que aquellos trabajos de esclavo de los que te librabas otrora ahora también son tu tarea. El camino de la puerta es amplio y luminoso. Fuera aguardan ávidos de empleo millares de potenciales hormigas dispuestas a hacer encantadas esos trabajos que a ti te parecen dignos de simios.

Si no te he mandado alguna tarea ¿Por qué has asumido que la tenías que hacer tú?. No abuses de ciertos privilegios y contraseñas secretas. Te voy a cerrar todas las puertas. Estás paseando por el borde del precipicio. Debes de tener cuidado, los días de tormenta se acercan y es posible que resbales. Donde dije digo, digo Diego. Esto ya no es una colmena donde hay obreros y zánganos.

Las minas a tu alrededor son demasiadas. Tarde o temprano pisarás una.