El libro de sociales

Intentaba ocultar su completa incompetencia con suma altivez. Entraba en clase enfundada en sus pantalones de cuero y se sentaba en su mesa. La mesa del profesor. Esperaba a que nos calláramos y entonces le pedía el libro de texto a alguno de la primera fila.  El ritual se repetía todos los días que había clase de historia. 


Su didáctica era propia de una profesora sin experiencia y obviamente sin motivación alguna. Una vez que tenía un libro en su poder nos lo hacía leer por turnos y cada dos párrafos nos hacía parar para que ella repitiera la última linea. Seguramente aquello le hacía parecer que sabía explicar la lección.

Aquella mañana Ramón había hablado con Miguel, su compañero de primera fila. Habían pactado que cuando les pidiera el libro se hicieran los locos. Entró en clase diligente, su paso lo marcaban los tacones y una falda de tubo por encima de la rodilla. Una ropa totalmente apropiada para dar clase en un aula llena de hormonas adolescentes. 

-Me dejáis un libro...?- Espetó mirando hacia Miguel y Ramón. Estos se miraron, bajaron la vista para mirar sus libros y al unisono negaron con gesto de sus cabezas.

Sin duda aquel desplante por adolescentes de 14 años le supo a cuerno quemado y nuestra hazaña no tardó en llegar a oídos del tutor. Tras una tensa sesión de tutoría doña M.J.A, más conocida por "la vietnamita", cargó con su propio libro de sociales hasta final de curso.