Una mujer con sombrero

Ya sólo faltaba ella. No la conocíamos y sin embargo teníamos que confiarle nuestro sino. Ramón no tolera la gente impuntual. Al menos tenía buena compañía. Por suerte no tarda en llegar. Antes de que se presentara Ramón ya le había pasado su escaner con el siguiente resultado:

Mujer con sombrero. Nulo sentido del ridículo y aires de diva. Probablemente de un país de costumbres poco evolucionadas. Un toque de pija-gilipollas sabelotodo. Y sobretodo ignorante. Claramente una subespecie alóctona.
A Ramón le gusta escanear a la gente y comparar sus resultados con la realidad. Rara vez se equivoca. 

Tras la presentaciones de rigor emprendemos viaje. El destino había sido prefijado con anterioridad y confirmado por la del sombrero. Aquella pregunta había hecho pensar a Ramón:
- ¿Vamos a volver por el mismo sitio? - Preguntó la mujer con sombrero.
- Si, pero si quieres hacer turismo puedo volver por otro camino. - Responde Ramón.
- No... bueno. Luego, cuando lleguemos ya te diré... -
Algo inquietante que no quería o  no se atrevía a decir estaba pasando. Los kilómetros pasaron y llegamos a nuestro destino. Atravesábamos las estrechas calles intentando llegar a la iglesia. Sobre la marcha Ramón baja la ventanilla, aminora la velocidad y le pregunta a un aldeano: 
- ¿A la iglesia? -
- Recto hasta la plaza - Le dice -
Ciertamente ya estábamos allí. Según aparcábamos junto a la iglesia el aldeano había llegado a nuestra altura y como un espectro orbitaba alrededor del coche. El escaner de Ramón había vuelto a funcionar.
Aldeano con gorra y gafas de hipermétrope. Sin duda le falta un hervor. Parece que en su vida a visto a tres mujeres juntas dentro de un coche. Tiene buena voluntad pero esconde algo de malicia.
Ignorando al aldeano Ramón percibe cómo cierto nerviosismo se apodera del coche. 
- Pues esto no me suena - decía la mujer del sombrero mientras Ramón se temía lo peor.
- Es esta la iglesia en la que hay un concierto esta tarde- Preguntó Ramón diplomáticamente al aldeano.
-Bem! ¿Un concierto...? ¿Aquí..?- Exclama resoplando...
- Cómo no sea en la ermita... pero m'habría enterao !!! -Replica.
- ¿Y el bar de Pili y Manuel? - Pregunta inquisitivamente la mujer con sobrero.
- Va a ser que aquí no es...
- Espera que voy a llamar por teléfono a la alcaldesa- Dice la del sombrero.
Yo hace un rato que habría llamado piensa Ramón... Sus sospechas se confirmaban. Aquel no era el lugar. La toponimia no era tan nimia como parecía. Al menos estábamos dentro del mismo valle.

La tensión era obvia. Cualquiera en tamaña situación hubiera abandonado en la cuneta a la mujer del sombrero o mejor aún la habrían dejado a merced del aldeano.  Nuestra educación lo impedía aunque no era por falta de ganas... 

Ramón sabía que llegarían a tiempo.

Et nolite iudicare et non iudicabimini. Lc 6, 37. 

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