Eran más de las 3 de la tarde y Ramón no había comido todavía. La faena se había alargado como era costumbre. Estaba lejos de casa en terreno desconocido. Había atravesado fronteras. Tendría que explorar nuevos sitios donde yantar.
![]() |
Mirindas |
Entré sin pensármelo dos veces, de repente me había transportado a otra época. Una densa nube de humo de faria envolvía el bar. Sin duda estaban por encima de las leyes antitabaco. El suelo ajedrezado estaba mal nivelado y tenía abombamientos y hundimientos. El hambre, el humo y el suelo tuvieron un efecto mareante.
Una señora con un delantal aparece tras la barra y me pregunta:
- Que quieres hijo mio -
- Comer.. si puede ser - Respondo un poco aturdido por el mareo instantáneo.
- Solo tengo ensalada ilustrada y entrecot -
Una mesa de melamina desconchada por las esquinas, sin mantel y como no podía ser de otra forma cojea. La señora me recoge los platos con una sonrisa y me trae un café.
Llevaba un rato observándolos cuando de repente se me acerco uno de ellos.
- Zagal, ¿Sabes jugar al dominó? - Me increpa.
- Justo me viene para poner las fichas -
- ¡Suficiente! Fran ya somos cuatro. - Grita a sus compinches.
Sin tiempo a reaccionar se sientan en la mesa cuatro paisanos con sus farias y sus copas de cogñac. La sobremesa prometía.
Parecía que los hados estaban conmigo. Y aunque no todas ganaba muchas partidas. Me empezaban a tomar en serio.
- Pero no decías que solo sabías poner las fichas. ¡Si las está contando! - Decía el Benancio que tenía sentado a mi derecha, mientras ocultaba con recelo sus fichas.
Frases que no terminaba de entender resonaban en todo el bar: "Burro que piensa bota la carga". Decía el de enfrente. Yo no entendía nada. Me limitaba a poner las fichas.
- Señores ha sido un placer, pero tengo marchar. Mañana la revancha - Expuse tras unas cuantas partidas y varios carajillos.
Jamás volví a pasar por aquel pueblo.