Horror en el supermercado

Georgina se acercó a Julia y le preguntó: -¿me has llamado?- Con indiferencia mezclada con desprecio Julia le dijo que no. Seca, tajante, sin ambages. 

Julia era incapaz de mirarla a la cara. Su lenguaje corporal parecía indicar que no le aguantaba. Algún roce entre entre colegas de trabajo las había llevado a aquella situación de "te tolero pero mejor no me hables". 

Ramón observaba la escena mientras descargaba su carro de la compra en la cinta transportadora de la caja registradora del mercadona, o mercamonas como acostumbraba a llamarlo. 

De repente se oye un estruendo en el pasillo de los detergentes. 
-Pilar puedes ir al pasillo 2- Grita Julia para que Pilar le oyera desde el cuarto de la limpieza. Una señora la había liado con los botes de suavizante y el detergente y ahora el pasillo 2 parecía una piscina de "Mimosín". Pilar había hecho oídos sordos a la llamada. 

Ramón no es políticamente correcto, simplemente es realista y pensaba que Pilar estaba gorda, muy gorda, completamente obesa y comprendía que con su peso y nula forma física era normal que no le apeteciera ponerse a limpiar aquel chabisque. 

Parecía que Julia ya había cumplido con su obligación de pasarle la bola a otro, ciertamente tampoco podía desatender la caja para ponerse a limpiar. Entre dientes murmuró -¡Hala! a ver si la gorda mueve el culo-. 

Ramón ya había visto otras veces cómo Pilar (la gorda) se paseaba por el supermercado montada en su fregadora industrial. Los compradores tenían que apartarse de su camino con rapidez si no querían ser arrollados. Aquella mujer en su fregadora por los pasillos de la tienda eran como un trailer sin frenos por Despeñaperros.

A Ramón le gusta leer los letreritos con el nombre que las cajeras del supermercado llevan colgado en el pecho. Se pregunta si serán sus nombres de reales o si serán sus nombres artísticos. Por lo general todas las cajeras tienen cara de llamarse lo que pone en su cartel. Cómo si de psicópata se tratara o cómo si sufriera un trastorno obsesivo compulsivo Ramón intenta memorizar los nombres de todas con el fin de recordarlos en sus próximas visitas al supermercado. 




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