Han pasado tres días desde la noticia. Seguimos yendo al trabajo. Aunque de trabajo ya tiene poco. A la espera de noticias por parte del jefe nosotros ya hemos hablado con nuestro abogado y nos ha dicho que al estar en un concurso de acreedores antes del despido hay que abrir un periodo de consultas donde los trabajadores deben firmar si están de acuerdo o no con las condiciones del despido.

De nuevo el jefe nos convoca a reunión. Esta vez no nos sentamos. Nos ponemos todos en corro y miramos al jefe para que hable.

-Hay que ir mañana todos a la asesoria a las 4 de la tarde. Es que como se va a hacer extinción de todos los contratos que hay teneis que firmar un papel. Yo le voy a pasar ahora para que calcule todos los finiquitos de todo lo que se adeuda y lo que habeis enviado de vacaciones. Mañana se darán por concluidos los contratos pero con los quince días de preaviso. Entonces no se si habeís gastado vacaciones... bueno si no hace falta no hace falta que vengais. Allí os hablarán de lo que es el finiquito y bueno lo tiene que preparar porque es un despido colectivo en base al concurso de acreedores que estamos sumergidos.- 

Nuestro compañero y recientemente electo represante sindical el señor M pregunta:
- ¿Entoces estos quince días que son? ¿el periodo de consultas?

-Bueno periodo de consultas no sé a que se refiere, más que nada digamos a ver si estais todos de acuerdo en rescindir los contratos, entonces dentro de quince días está todo liquidado sino hay que ir despido por despido y entonces va más lento.- Responde sin mucha seguridad el jefe.

La reunión había sido corta y poco aclaradora. Volvemos a llamar al abogado. Sus palabras fueron más o menos estas: "Antes de ir a la asesoría que me manden los papeles a mi y de momento no firmeis nada"

A pesar de comunicarle al jefe estas palabras, él desentiende y tenemos que ser nosotros los que nos pongamos en contacto con la asesoría para que mandara dichos papeles al abogado.

Ahora que teníamos un abogado ya no teníamos que ir al día siguiente para firmar. La reunión se pospuso 7 días más. Algo olía raro.

Lunes, 14 de mayo de 2012

Lunes voy a trabajar. No tengo prisa en llegar el primero. Ya me deben dos meses de sueldo y varias pagas extras. No merece la pena correr. Un par de minutos antes de llegar me suena el teléfono. ¿Que querrá el pesao este? Pienso para mi.  

-Si digame- Respondo inocente al teléfono.
-Oye chief ¿Estás muy lejos?- Me increpa el señor R con su acento del Este.
-No ¿por?-
-Que ha venido el jefe y ha dicho que en cuanto llegues que subamos a su despacho todos.-

Por primera vez en 7 años en la empresa el jefe nos quería reunir a todos. Algo pasaba. Por una parte no quiero que sea lo peor pero otra parte de mi -cansada ya de la situación- quiere cambiar de aires y pasar página.

Todos en fila subimos al despacho del jefe, mientras yo enciendo la grabadora del teléfono móvil y me lo meto en el bolsillo de la camisa. (Por si acaso)

-Mejor vamos a la sala de reuniones- Dice cabizbajo el baranda.
-Pasamos y nos sentamos un momento. Espero que haya sillas para todos.- Replica esperando que le riamos la gracia. 

Nadie sonrie.

Un vez sentados todos frente a él continua con su teatrillo de comedia:

-No hace falta que os pongais todos contra mi.- 

El ambiente era tenso, no era momento de hacer gracias.

-Yo creo que sabeis que no estamos cobrando... que no hay manera de cobrar, ¿vale?. Entonces le propusimos a la administradora concursal tener una reunion para que sea ella la que decida. Yo creo que hasta el miercoles no vamos a tener esa reunion. La reunion para decirle que no podemos aguantar sin cobrar porque además tampoco tenemos dinero ni para gasoil ni para nada. Yo creo que el miercoles decidirá ella rescindir todos los contratos puesto que por muy buenas maneras se tardará que la gente pague las facturas. Entonces como no hay dinero ni para subir a las obras... yo no sé si teneis que subir o no a alguna obra.-

-A recoger  probetas a Tauste.- Respondo yo.

-Vale pues ahora lo hablamos. ¿Que obras son las que tenemos abiertas como obras de... las gordas? La de Acciona, la de Tiermas...-

Los pensamientos invaden mi cabeza, pero.. ¿cómo te van a pagar si no sabes ni a quién tienes que cobrar?

-Pues de momento llamar a las de Mariano, Acciona y tal y les decís que no podemos subir a coger muestras. Que como no estamos cobrando no tenemos capacidad de acometer los trabajos que hay. Que las muestras que hay aquí las sacaremos. Vamos a ver como lo podemos hacer pero que no vamos a subir a por muestras y no vamos a atender los trabajos.-

-El fin ha llegado- musito entre dientes. 

-Yo creo que el miercoles liquidará. Lo cual implica que directamente ireis al paro y se cobrará lo pendiente de la masa. Lo que hay pendiente de este año se cobrará de la masa con lo cual eso lo teneís asegurado. Lo que os quede pendiente de las dos pagas, eso habrá que pedirla... me parece que paga el 80% el fogasa. No sé si teneis alguna cantidad más pendiente... alguno?.-

-Señor Jefe las pagas extras que nos debes son tres y media.- Replico indignado.

-Bueno pues ponerlo. Yo creo que dirá extiguir. Nosotros no tenemos capacidad, hemos intentado que la reunion sea hoy o mañana, nos han puesto para el 16 que es... miercoles. Hoy es 14, creo que el miercoles será el día que vayamos para allí. ...y nada más.-

Un tenso silencio invade la sala cuando el señor R empieza a hablar:
-A ver... que yo no he pillado bien. Si nos vamos el miercoles al paro el 25% de la nómina de marzo y la de abril...?-

-Eso se cobrará rápido porque digamos las nóminas desde que se está digamos en concursal eso se paga del dinero que se cobre. Como hay dinero por cobrar eso se pagará. Lo que yo no te puedo decir es cuando. Intentaremos el miercoles que nos diga cuando se cobrará y también te digo que es la administradora la que tiene que rescidir los contratos y logicamente los rescindirá porque si le digo que ni hemos acudido a las obras...-

La reunión ha terminado y con ella una etapa laboral. 


(Tenga a bien mi querido lector que si no ha entendido algo de lo que dice el señor Jefe yo tampoco lo entendí en su momento. Dichas partes son una transcripción literal de la grabación de la reunion.)


La luna llena ilumina la carretera en una agradable noche de verano. Las Variaciones Goldberd suenan a toda virgen en la radio del coche. De fondo se oye el inconfundible tarareo de Glenn Gould. Hipnotizado por el contrapunto voy conduciendo hacia casa. No voy deprisa. Más bien despacio, 80 km/h por la autovía y la ventanilla bajada. Hace ya algún kilómetro que he advertido su presencia. Un coche grande detrás de mi. A una distancia prudencial. Sigo a mi marcha. Poco a poco se me va acercando. Miro por el retrovisor y veo como se enciende una sirena y me hace señales para que pare en el arcén. La policía local... ¿Qué coño querrán?

Me detengo en el arcén enciendo las luces de emergencia y espero. Por el retrovisor observo como dos agentes se bajan del vehículo, se ponen sus gorras y sus chalecos de alta visibilidad. Vienen hacia mí. Uno se queda detrás de mi coche y el otro se acerca a mi ventanilla.

- Buenas Noches. - Saludo cordialmente mientras bajo el volumen de la radio.
- Buenas Noches. Sabe porque le hemos parado - Replica el agente.
- Lo ignoro. - Respondo ávido de una respuesta.
- Su conducción es sospechosa.
- ¿Sospechosa de qué? - Pregunto intrigado mientras me doy cuenta que no la sentado muy bien mi respuesta al policia.
- Documentación por favor - Espeta el agente sin explicación alguna.

El mejor momento para buscar los papeles del coche. La oscuridad de la noche.

- Tiene algún incoveniente en que le sometamos a un control de alcolemia.
- Ninguno.

El compañero ya tiene preparado el alcolímetro y me da la boquilla.

- Sople por la boquilla hasta que yo le diga que puede parar.
- No se preocupe. Conozco el procedimiento.
- 0.0. ¿Ha tomado drogas?

¿Pero estos gilipollas me han visto cara yonki o es que están cabreados porque Mariano les ha quitado la paga extra de Navidad? Pienso para mi.

- No señor.
- Muy bien, abra la boca.

Flipando en colores abro la boca y me mete un bastón parecido a los de los oídos. Espero que este no estuviera usado. Lo frota contra mis carrillos y lo mete en una especie tubo de ensayo. Lo sacude, lo agita, lo mira, lo pone delante de los faros, lo vuelve a agitar y aquello seguía igual.

- Parece que no nos ha mentido.
- ¿Acaso me ha visto cara de felón? - Respondo indignado. Por la cara que pone la palabra "felón" no está en su vocabulario.
- Espere por favor.

Ahora el muy capullo se me pone a mirar las ruedas. Espero que lo próximo no sea un tacto rectal porque no me he cambiado de calzoncillos, aunque con los ataques diarreícos que he padecido últimamente igual se llevaban una sorpresa.

- ¿Lleva algo en el maletero que le pueda comprometer?
- Como no sea la rueda de repuesto....
- Le importa abrirlo.
- Está abierto. - Mi indignación es mayúscula.

El agente gilipollas abre el maletero y al ver que no hay nada lo cierra. Mientras su compañero regresa con la documentación y me dice.

- Está todo correcto puede continuar.

Vuelvo a subir la radio pero ahora suena la Pasión según S. Mateo. Seguramente me habrán parado por mi buen gusto musical pienso.

Extinción

Hace más de un mes que las tinieblas cubren el abismo. Las despensans están vacias, no queda pan. Ayer nos cortaron las comunicaciones. La desesperación y la irracionalidad nos abruma. El canibalismo se acerca. El sistema opresor nos intenta dividir, ponernos unos en contra de los otros. Lo más débiles pierden sus fuerzas por la boca y sucumben a los encantos del enemigo. Al final y como nos demuestra la historia las subespecies alóctonas mueren matando. De una forma u otra nos joderá. La historia se repite. Otros son parásitos. Se aprovechan de los demás. En el fondo les envidio. A mi parecer los peores son lo cizañeros y oportunistas. Su falsedad se ve desde el más allá. En cualquier momento van a encontrar lo que no se esperan. Una respuesta. 

El meteorito se acerca. Puedo notar el hedor a fósforo y azufre. La mierda nos va a salpicar. Estamos alerta. La luz del sol ya no nos ilumina. Tristes candiles muestran un camino inexplorado. Oscuro, tortuoso. No sabemos dónde está el final.  No nos faltan palabras de ánimo. Sólo son palabras. La anómalia de Iridio muestra la discontinuidad. El hombre sin química lo dirá.  

Mi abuelo Luis

Luis se levantaba de la siesta cuando se despertaba. Daba igual que fueran las siete de la tarde y hubiera invitados en casa. Despeinado y envuelto en sudor se apoyaba en el marco de la puerta del salón y saludaba a los presentes con un "¡Quiay!". Se afeitaba y perfumaba y volvía al salón.
Delante de la tele la mano izquierda, en jarras, la apoyaba en la cintura mientras que con el dedo gordo de la mano derecha buscaba el canal (de los dos posibles) que le interesaba. Sus gustos eran: Toros, equitación, boxeo, fútbol, ciclismo, tenis, golf y cualquier cosa con pelota.

Se sentaba en su sofá y jamás apoyaba la espalda en el respaldo. Inclinado hacia delante ponía su mano izquierda sobre la rodilla del mismo lado con  los dedos hacia el interior del muslo. De esta forma tenía la otra mano libre para coger su botella de agua o el tenedor para pinchar algún gajo de cebolla de su eterna ensalada.

A Luis le gustaba contar historias. La del caballo "atorzonao"  y la de cómo le había clavado la espuela de la bota en el cuello a un individuo porque le había robado la paleta del albañil eran las dos más famosas

Tenía gusto por el vino y sabia filosofía de vida. Una probable ascendencia calé explicaría multitud de detalles de su existencia.

Apocalipsis.

Lucky Luciano hubiera sido más discreto. Esto es más parecido a la ira divina, la cólera de Dios. Como en el Apocalipsis las revelaciones se van sucediendo una tras otra. De momento han caído dos miembros del rebaño. Por un lado la oveja negra ha sido degollada con un cuchillo herrumbroso por balar en mal momento. La misma suerte ha tenido la vaca herida que ya no daba leche y tampoco servía para carne. Aún muertas sus espíritus aletean sobre nuestras cabezas blandiendo una afilada espada de Damocles.

La falta de liquidez es evidente. Los grifos se cierran. Hay que hacer acopio de combustible para el invierno. El picante sabor a gasoil inunda mis encías.  Esto es lo más parecido al  hálito divino o al beso de la muerte.

22:40 Primeros síntomas. Todo hacía presagiar que la noche iba a ser larga. Tenía sueño pero sabía el dolor no me iba a dejar dormir. Poco a poco "in crescendo" el dolor se hacía más insoportable. No había postura cómoda. La tele todavía me produce más dolor. La apago. Intento distraerme. Recojo la casa. Plancho unas camisetas. Escobo el salón y la cocina. Sólo me falta limpiar el baño. No estoy de humor.

Me voy a la cama. No puedo estar tumbado. Me siento. Ahora la espalda también me duele. Me entran nauseas. Voy al baño. Ingentes cantidades de saliva salen de mi boca. Intento vomitar no sale nada. Parece que el dolor se calma. Me siento en el sofá. Encuentro una postura. Parece que no duele y vuelvo a la cama. Falsas esperanzas el dolor regresa. "La eutanasia!!! Que me la pago yo- Pienso para mi. Vuelvo al sofá en busca de esa postura anterior. Fracaso. Paseo arriba y abajo. Respiro profundamente. Me estiro. Alivio pasajero. Vuelvo a la cama.

04:32 Creo que me duermo.

[...]

Tras mi última visita al médico me dieron los resultados de la ecografía. Conclusión: Hígado para hacer Foie. Vesícula exprimida como un limón.
En siete días tendré los resultados de mis nuevos análisis y cita con el especialista.

Voy al galeno. Le cuento mis dolores. Analiza mi sangre. Nada es concluyente. Podrían ser piedras en la vesícula o quizá en el riñón.
Necesita más pruebas. Me manda una ecografía.

[...]

Llego a la sala de espera. Me llaman cinco minutos antes de la cita.

-¿Ha traído la cita?- Me pregunta una asistente (llamarla enfermera sería ofender al gremio).
- No. - Respondo
- ¿Y el volante? -.
- Tampoco. Me llamaron por teléfono y me dijeron que viniera. La citación me la mandarían por correo. Pero no estaban seguros de que la recibiera a tiempo. De todas formas si es perentorio podemos llamar al consultorio y que nos la manden por fax, o correo electrónico. - Replico decidido.
- Es que sin volante, nosotros no podemos hacer nada. -
- Si no pueden hacer nada lo pedimos pedimos y ya está. De todas formas lo que pedían era una exploración en el hipocondrio derecho. -
- Si bueno, pero eso a mi no me sirve de nada. -
- Y ahora dígame usted. Si no he traído la cita ¿Cómo sabían que tenían que llamarme?. Y si me han llamado ¿bien sabrán lo que tienen que mirarme?-
- Es que ese no es protocolo - Espetó la señora.

En mitad de la diatriba apareció el que era el ecógrafo interesándose por nuestro dialogo. Le vuelvo a explicar la situación.

- Ah bueno, no pasa nada. ¿Qué te pasaba para que el médico te mandara aquí?- Me pregunta el ecógrafo quitándole hierro a la situación.

Después de contarle mi historial de punzadas y aguijonazos nocturnos me tumbó en la camilla y empezó la exploración.

-Coge aire.- Me decía, mientras me pretaba la tripa con útiles del diablo untados en un pringue electroconductor. Yo cogía el aire y el me lo sacaba.
Una y otra vez me preguntaba si había comido algo. Y mi respuesta era siempre la misma. -Estoy en ayunas.- No le cuadraba lo que estaba viendo.

Llamó a un colega. Y le hizo explorarme. Los dos coincidían. Por lo visto tengo la vesícula atrofiada. Lo cual acojona un poco.

-Tendrá los resultados dentro de cuatro días. Límpiese y se vista.- Me dice la mujer desagradable e incompetente.

-Para no haber traído la citación ni el volante. ¿No ha sido tan complicado, verdad?- Respondí con ironía.

Lunes 04:25 AM.

Me despierto inmerso en dolor. Ahí está de nuevo. Bajo la última costilla derecha. No me deja dormir. Me acuesto sobre el lado izquierdo. Duele. Me doy la vuelta. El dolor se hace insufrible.  Me incorporo. Me siento en la cama y me pongo la almohada como respaldo. Parece que el dolor se atenúa.  La boca se me llena de saliva. Tengo nauseas. Me levanto al vater. Escupo. Intento vomitar. Nada. Esfuerzos inútiles. Vuelvo a la cama. Me vuelvo a levantar.

Me siento en el sofá. Pongo la tele. No encuentro postura que no me duela. Me retuerzo en una espiral de dolor. Menos mal que mañana es fiesta y no tengo que madrugar.  Decido que esto no es normal. Tendré que ir al médico.  En la tele sólo hay teletiendas y tarots en directo.  El dolor aumenta.  Ninguna distracción lo calma.

Voy a la cocina. Me hago una manzanilla. Al primer trago tengo que levantarme a vomitar. Cuatro pedazos de salchicha a medio digerir salen por mi boca.  El resto se queda dentro. Vuelvo al sofá.  Termino la manzanilla. Parece que el dolor se templa y me relajo.  Respiro con cierto alivio.  57 channels and Nothing on.

08:10 AM. Vuelvo a la cama. Busco la postura menos dolorosa y me quedo inmóvil.  Me duermo.

Huevos Rotos

Después de aliviar la presión intracraneal con mi anterior post, me decidí a investigar por la red algo que mencionaba en dicha epístola. Cocer un huevo en el microondas. Con cascara sabía que era imposible. Quizá haciéndole unos buenos agujeros no explote con mucha virulencia pero me temo que el resultado puede ser catártico.

Siguiendo mi dieta hipocalórica con el avieso fin de llegar a tiempo a la operación bikini me tocaba cenar: "un huevo cocido, esparragos y un yogur desnatado". Allá que iba. Como hombre de ciencia nada me detendría.

Casqué el huevo en un vaso pequeño de duralex. Dicho vaso es parte de mi dote así que nada podía fallar. Tapé el vaso con un film o flim o lámina fina y transparente de plástico apta para microondas, o como leches se llame. Le hago un agujero de unos 3 milímetros de diámetro en el centro y lo meto al pequeño horno del diablo. Encima del vaso le pongo una tapa de plástico, como medida protectora también apta para MO.  Cierro la puerta y lo pongo a toda potencia durante 2 minutos. No llevaba 10 segundos cuando oigo un notable petardazo. Paro el chisme. Abro la puerta y veo el huevo todavía crudo. Le vuelvo a dar marcha. Ignoro la siguiente explosión. Será parte del proceso. A través del cristal veía como la tapa de cristal se levantaba a cada explosión. Al minuto treinta y cinco segundos había ocurrido el Big Bang Egg. Huevo cocido desparramado por el microondas.

Seguro que Ferrán Adriá lo incluye en su siguiente carta. Aunque yo sería más partidario de decir que he reinventado los huevos rotos. Recogí con mis manos los pedazos esparcidos por el cubículo a la par que me los iba comiendo. Le faltaba sal.  Agarrada en el culo del vaso estaba la yema del huevo. Cocida. Quizá demasiado para mi gusto.

Posibles fallos:
- Poco flim. La próxima vez no escatimar y envolver bien el vaso para evitar que se levante la parte superior. Si es posible fijarlo con cinta americana o en su defecto precinto de embarlar.

- Vaso pequeño: en un vaso más grande las explosiones se habrían disipado mejor.

- Mucho tiempo o demasiada potencia: Al ignorar sus efectos los variaré según el método científico de ensayo y error.

P.S. De todas formas me sigue pareciendo el mejor cuece leches que se ha inventado. También el más caro.

Baja laboral. El Alternador. Urgencias utópicas. Antigüedad. Circuitos corroidos. "No me mandes más al Peruano que me la ha liao". Deudores. Incompetencia en derredor. La gasolina está muy cara. Vampiros mañaneros. Pesaos de media tarde.  Preguntas improcedentes. Jode-siestas. Respuestas inesperadas. Horarios maratonianos. Caraduras. Chofer a domicilio. Fuerza Bruta. Cocer un huevo en el microondas. 30 de febrero.

Estancados en mi cabeza se arremolinan pensamientos. Todos tiene su explicación, su historia. Cada una más larga y más enrevesada que la anterior. A ratos, apático, me sumerjo este mundo oscuro y entro en resonancia. Todavía me preguntan que si estoy enfadado. No preguntes. Dame motivos para reír. Hazme feliz.  Cámbiame el chip. Psicología inversa.

La mierda es un buen lugar para mandar a muchos. La educación me lo impide. Maldita educación. La venganza es un plato que se sirve frío. Tengo que ver esa película.

Indignado y resignado a la vez. Aceptaré ésta derrota. Nuevas batallas voy a librar. Solo ante batallones enteros. No resultaré herido sino que saldré vencedor.

Felicidades

Lo siento. Estoy atascado. No me salen las palabras. Solo desearte lo mejor. Sé feliz.  El inexorable paso del tiempo me hace meditar... Estoy cansado. Física y mentalmente. Creo que necesito una cerveza. Emborracharme con amigos. Dos como mucho. Cuatro serían multitud. Filosofar y beber vermú. Los párpados se me cierran. La semana ha sido dura. Todavía queda el viernes. La próxima no es más halagüeña. (Que bonita. Una diéresis y una eñe en la misma palabra.) Todavía hay algo que me irrita más.  51 de diciembre. La sequía y la hambruna nos lleva al desanimo. Siento que mi estado en  "off" sea una felicitación de cumpleaños. 

Viernes, 10:30 AM. Duermo felizmente. De repente el teléfono me despierta y sobresalta. Brinco de la cama y respondo con carraspera mañanera.
- Si, dígame -
- Hola buenos días. Mi nombre es Eduardo Miralles. El motivo de mi llamada es que su número de teléfono ha sido seleccionado para entrar en el concurso de un bono de la lotería Euromillones. ¿Conoce usted la lotería Euromillones?
- Si, la conozco.
- ¿Es jugador de la lotería Euromillones?
- No, lo siento, no soy ludópata.
- No importa señor. Para concursar usted sólo tiene que responder correctamente a una pregunta que le voy a formular. ¿Está preparado?
- Si adelante. - Después de la panchito-letanía que me estaba soltando iba a ver dónde desembocaba lo que tenía pinta de estafa telefónica.
- ¿Cual es el slogan publicitario de la lotería Euromillones? Para contestar dispone de tres posibilidades:
 a) La vida es sueño.
 b) Euromillones, todo cabe.
 c) Sólo hace falta jugar, ¿Jugamos? 

Las dos últimas respuestas me querían sonar así que me decidí por el señor de la Barca que con los derechos de autor y la SGAE seguro que les tendrían que haber pagado a los herederos de calderón de una millonada. Si bien es cierto que las connotaciones erótico-festivas de la respuesta "b" podían darme mucho juego.

- La "a". -  dije seguro de mi.
- Enhorabuena señor ha acertado. Para que podamos continuar ¿Puede indicarme cual es su nombre?
- Soy el comisario Aceituno.- Respondí vehementemente.

No hubo más preguntas. El licenciado Eduardo Miralles había colgado el teléfono.

La gran extinción.

La glaciación había dejado un paisaje desolador. De repente la comida escaseaba, y la poca que quedaba estaba podrida. Estabamos condenados a la extinción. En un intento desesperado de supervivencia los machos dominantes han decidido en sacrificar a la tercera parte de la manada. Si no los tenemos que alimentar quizás sobrevivamos. Va a ser dificil. Pasaremos hambre. Y lo más probable es que no podamos recoger la cosecha todos los meses.

Por otra parte me siento liberado. Por fin no tengo que soportar a parasitos hierve-sangres. Creo que el descarte ha sido bueno. Las cartas que nos quedan son buenas para ganar la partida. 

The buck's stops here

Allí estabamos. Juntos otra vez. Sentado frente a tí. No sabía que decirte. Tuve que leer la chuleta. Hablamos en un lenguaje casi olvidado para mi. Con la emoción del momento las caricias pasaron a ser firmes pulsaciones. El sonido se proyectaba dentro mi cabeza. Lineas adicionales amontonadas una encima de otra. Mis dedos eran lentos y torpes. Era incapaz de ejecutarlo todo. Sin embargo me producía un placer mental que despertaba mis sentidos.

Hablé con el viento. No le entendí. La luna era enigmática. Tan negro como una noche sin luna. En mis sueños, por fin, lo entendí todo. La vida te matará... es duro, pero tiene sentido.

The solution to a problem, changes the problem.

Clarificadora pero no reveladora. Omnes vulnerat. La noche fue larga y las conversaciones repetitivas. Nadie estaba a salvo. Todos eran despellejados, incluso yo. Las espaldas no están cubiertas. Estoy en territorio enemigo. Busca una salida. Prefiero atacar. Estoy encendido. Espléndido. Hacía tiempo que no me sentía así. Diarrea mental fluía por mi boca. Menuda bronca. Casi me acojono hasta yo. Me quedé a gusto. 

Rabia contenida hacía más de tres años. El globo a punto de estallar. Sólo necesite un pequeño empujón. No quedaba ginebra, tampoco seven up, la cerveza no tenía gas. Vaya mierda bar. La discusión continua en su casa. En la terraza los vecinos nos hacen callar. Es tarde. Nos metemos dentro. No hay quórum. Una y otra vez siempre lo mismo. Me voy a mi casa. Dios en la todos.

Lo que no te mata, te hace más fuerte
Friedrich Nietzsche.

Tiernamente mortales.

Estaba claro que aquél cuadrúpedo y yo manteníamos un odio mutuo. Mi condición racional (y ochenta kilos de diferencia) me otorgaban cierta ventaja. Sin embargo sus impulsos animales me hacían temeroso de su primer ataque.

Tras un quiebro conseguí que se quedará fuera de la habitación.  Mi paz solo duró un pequeño instante. Aquel bicho tenía la capacidad de abrir las puertas. ¿Por qué aquella casa no tendría pomos redondos?

Sin tiempo de reacción saltó sobre mi pierna. Con sus uñas clavadas en mi cuerpo abrió su mandíbula y clavó sus afilados dientes en mi rodilla. Dolor intenso. Mi reacción no se demoró.

Intenté sacudirme la pierna pero el animal me había apresado con firmeza. Mi mano derecha rodeó su cuello y apretó. Pensé que soltaría inmediatamente. Error. Sus ojos, tiernamente mortales, me miraron fijamente. Su boca se abrió levemente para volverse a cerrar con más energía. Mi dolor se reavivo. Mi mano también apretó su cuello con más fuerza.

Ignoro si la estrangulación fue respiratoria, sanguínea o nerviosa. Por fin tuvo su efecto. Me soltó la pierna. Sin soltar su cuello, lo levanté en el aire y sentí como empezó a convulsionar.  Sus bigotes y su boca estaban manchados con mi sangre. El gato había estirado la pata mientras me miraba.

Seguro que ahora me tengo vacunar de algo.

Y van dos.

Reflujos gástricos reptan por mi esófago en busca de una salida. Llevo dos días con esta mala digestión. Estoy empachado. Mi válvula pilórica también se resiente. Se abre y cierra a voluntad propia. No la puedo controlar. Me supera.
Ignoro lo que me ha provocado este empalago, pero me lo barrunto.

Subordinados. Agentes dobles, "trust no one". Compañeros enojados contra la obstinación. Pronto buscarás ayuda. Sólo habrá puertas cerradas. No te preguntes porqué.

Hace tiempo te avisé. Has pisado una mina y sólo te ha herido. La próxima te hará caer.

Repostando

Fuente: LUIS CEBRIÁN  / Gasolinera  - 1937 - 2008 
El depósito había entrado en reserva hacía más de cincuenta kilómetros y el chivato del salpicadero había empezado a parpadear. En un acto reflejo aprieto el culo. Espero llegar a la gasolinera. Sin mayor consecuencia aparco junto al surtidor. Salgo de la furgoneta y abro el tapón del depósito. Una duda me asalta, ¿Me enchufo la manguera o espero a que vengan a servirme?. No tengo prisa. Tampoco me van a bajar el precio por ahorrarles trabajo. ¡Qué se gane el pan!.

Mientras espero al gasolinero palpaba mi cuello con la intención de calmar mis doloridas contracturas. Al tiempo se dirigía diligente una empleada de la gasolinera. Aspecto sudamericano. Gafas, delgada, tez morena, baja estatura. Todo ello adornado con una bizca mirada de fines aviesos. Trás enchufar el boquerel del la manguera me pregunta:

- ¿Ha ido alguna ves al quiropráctico?
Sorprendido por la pregunta le respondo que si.
- Y... ¿no conosera algún quiropráctico de confiansa donde pueda ir?. Tengo la espalda destrosada.
- La verdad es que siempre que  he ido al masajista ha sido en Huesca - Le respondo, mintiéndole vilmente. No tenía ganas de darle el teléfono de nadie.
- Es que una ves fui a uno que no hasía más que acarisiarme lo senos.

Ante estás psicotrónicas declaraciónes bajé la vista para mirarle las tetas. Nada del otro mundo, más bien escasas para mi gusto. Mi cara era un poema. No sabía que expresión poner. Si reír o compadecerla.

Ciertamente me quedé con ganas de preguntarle si no distinguía entre una casa de masajes y un masajista.

Haz lo que quieras

Como el rosario de la aurora. Así parecía acabar aquella noche para ti.
--Tú, haz lo que quieras-- te decía ella con una única lectura. (Léase: Como te vayas con tus amigotes y sigas de juerga, prepárate a dormir en el sofá dos o tres meses).
Tu nublado entendimiento te llevaba a insistir en tu pregunta. Craso error. Ahora la bronca era un hecho.
Ajeno a los exabruptos, daba vueltas a un árbol esperando un momento de calma en el que pudiera salir de aquella tierra de nadie en la que me hallaba. Nunca me gustó estar en medio. La marejada había cesado pero la mar todavía estaba picada. Busque un buen banco en el que aguantar las olas. Aún así me salpicaron.
Sabiamente (y ebriamente) os retirasteis. Sólo quedamos tres naufragos de la noche sin puerto dónde atracar. Era domingo y todos los faros estaban apagados. Alguna farola lucía ténuemente y nos dio cobijo. La farola era incomoda y ruidosa pero nos intentaba tratar dignamente.

"El que diga que la vida es otra cosa es que no la ha vivido"
Naufrago de la noche antes de la retirada

El amigo de bafomet.

La luz brillaba por su ausencia. La raza negra predominaba entre los presentes. Música ensordecedora retumbaba dentro de mi. El amargo olor a cerveza inundaba mi pituitaria.

Ya lo había visto hacía un rato. Lo había ignorado. Esta vez no pude. Frente a frente. En un gesto fraternal arqueé las cejas mostrándole mi incomodidad ante tal aglomeración humana. Su aspecto era más bien inquietante. Cabeza rapada, perilla, tirantes. Todo hacía apuntar hacia su diestra. Un segundo después de que nuestras miradas se cruzaran alzó su puño y me lo mostró para que lo chocara. No dude. Sus nudillos estaban agrietados. Probablemente de la última paliza que había dado. Chocábamos nuestros puños. En ese instante alcé mi cerveza en señal de camaradería. Él alzó la suya. Quizá ya eramos amigos. No lo volví a ver en toda la noche.

Salí del bar. Era tarde pero todavía quedaban unas horas para el orto. Estaba cansado.


Tambores de Guerra

La noche es cerrada. No hay luna y el cielo está cubierto de nubes. Chispea. Las luces de carretera apuntan al infinto. La linea discontinua se pierde en el horizonte. Allí es dónde apuntan mi ojos. Mi mente esta en otro lugar. Ian Paice marca el ritmo. Frenético. Seis minutos de tambores tribales hacer hervir mis pensamientos. La linea que divide por la mitad las zonas intertropicales es la que me concome.

Buñuel no podría haber imaginado el surrealismo que en mi colmena acontece. Peones que desafían al Rey. Lo quieren poner en jaque. Ilusos. ¿Acaso pensais ganar la guerra? Otrora pudisteis causar alguna baja en cierta batalla. Ahora mi ejercito está preparado. Ahora no sólo sereis vencidos también os derrotaremos. Os someteremos y tendreís que acatar nuestras órdenes con el respaldo del Rey.


La dama y la Virgen del Rocío.

El verano había sido caluroso pero aquella noche hacía falta abrigarse. Salimos los tres del bar. El cierzo nos estremece. Ella espetó.
- Uf... tengo ciertas tensiones que debo aliviar.
- Pues nada, entras de nuevo al bar, que nosotros te esperamos aquí. - Respondo.
- Pa'que voy a entrar otra vez. El frondoso follaje de aquellas adelfas es todo lo que necesito para aliviarme.

Epatado por la sencillez y vulgaridad de sus palabras observo atónito, la que hasta el momento me había parecido un poco pija, como diligentemente se dirige a las adelfas, se desabrocha el botón de sus pantalones y lanzando entrambas posaderas al aire se dispone a hacer lo que otra no pudiera hacer por ella.

A pesar de haber educadamente apartado la vista, y que las adelfas no eran lo suficientemente frondosas, me fue inevitable el ver aquellas bragas color carne. Cualquier picaresca intención que pudiera albergar dentro de mi de mirarle el culo a aquella dama había sido anulado. Dicho color es para mi el más antierótico que la ropa interior conoce.

-Podéis pasarme un pañuelo de papel. Bueno mejor traerme el bolso entero. - Dijo con cierto apuro.
-Que pasa ahora las adelfas no son lo suficientemente suaves para ti. - dije en tono burlón.

El frío nos hacía superar la embriaguez de nuestros cuerpos y mentes con mayor rapidez de lo habitual. Buscábamos un taxi. Queríamos ahorrarnos media hora de paseo bajo aquella gélida temperatura. Caminábamos mirando hacia atrás. Atentos. Buscando un coche con una luz verde en el techo. Sin previo aviso un chiflido, más propio de un camionero que de una dama, me deja sordo. Al instante un taxi para delante de nosotros. Ella se sienta delante.

Le indicamos nuestro destino al taxista. Ella empieza a sacar brochas y pinturas de su bolso sin fondo. Baja el espejo de la visera del taxi y se empieza a decorar el rostro. Todavía no se había dado la primera pincelada cuando el taxista comentó:
- Si necesitas más luz... enciendo ésta. - Un foco para alumbrar un campo de fútbol iluminó su rostro.
El taxista no sabía que aquel gesto para ganarse el agradecimiento de la dama le iba a suponer un completo "vía crucis" hasta que nos apeáramos.

Estación Segunda: "La dama empieza a cambiar el díal de la Radio."
Mi educación en colegio de pago y los cánones de las buenas costumbres me habían enseñado que aquello era una herejía. Pero allí estaba ella. Tocándole los botones de la radio para quitarle la COPE y sintonizar la Máxima FM. Chunta, Chunta.

Estación Tercera: "La dama rebusca entre los discos del taxista."
- Dios mío. ¿cómo te puede gustar la Pantoja?. - Sin respeto alguno por aquel desconocido había decidido tutearle y de paso criticar sus gustos. El taxista lejos de amedrentarse dijo:
- Doña Isabel es la más grande.-
- Que ha parido España. - Dije yo concluyendo su frase.
- Mira a ver si tiene la de "virgen del rocío" en el disco y la pones. - Continué diciendo
- Como escarpias se me ponen los pelos cada vez que la escucho. - Replicó el taxista.

Por suerte o por desgracia nuestro trayecto se había acabado. Bajamos del taxi y seguimos la fiesta.


The happiness is a warm gun

Semanas de sequía literaria han inundado mi ser. Quizá sea un bloqueo de escritor. Quizá sea que perdí mi musa. El pasar de los días incrementa mi quemazón interior. Mi sangre hierve por momentos. Busco enfriarla en amigos y colegas que comprendan mi posición. Sólo obtengo palmaditas en la espalda. Tengo que actuar. Es perentorio un cambio en mi postura, en mi forma de pensar. El papel de malo no me pega. Debo encontrar otro modus operandi. Probablemente la psicología de Benjamin Linus me ayude. Qué parezca que se les ha ocurrido a ellos. Eso es. Tendré que mejorar. Merecerá la pena.

Alguno parece haber olvidado aquellos días en los que se sacrificaban peones para salvar al rey. Se creen en un statu quo intocable. Se piensan imprescindibles por se únicos. Nadie es imprescindible. El rey tiene la mano suelta y no duda en sacarla a pasear cuando se le pone una mosca en el morro. Debes comprender que aquellos trabajos de esclavo de los que te librabas otrora ahora también son tu tarea. El camino de la puerta es amplio y luminoso. Fuera aguardan ávidos de empleo millares de potenciales hormigas dispuestas a hacer encantadas esos trabajos que a ti te parecen dignos de simios.

Si no te he mandado alguna tarea ¿Por qué has asumido que la tenías que hacer tú?. No abuses de ciertos privilegios y contraseñas secretas. Te voy a cerrar todas las puertas. Estás paseando por el borde del precipicio. Debes de tener cuidado, los días de tormenta se acercan y es posible que resbales. Donde dije digo, digo Diego. Esto ya no es una colmena donde hay obreros y zánganos.

Las minas a tu alrededor son demasiadas. Tarde o temprano pisarás una.




Desolación - Insolación

El café de la mañana prometía. El último encierro de San Fermines acaparaba la atención de los tertulianos de la tasca.
-- Un toro siempre correrá más que una persona... ya que el toro tiene cuatro patas y el hombre solo dos. -- Apuntaba uno sin mucha gracia.
-- La única forma de correr más que un toro es cuesta abajo.-- Le espetaba su amigo.
-- Ya está él del chiste de las ocho cinco-- Gritaba otro con una faria a medio consumir.

La tertulia taurina no evolucionaría más. Pagué mi café y seguí camino.

[...]

El astro rey se ha esmerado. El sudor de mis parpados se metía dentro de los ojos. Era como abrir los ojos cuando buceas en el mar. Las secreciones de mis poros dibujaban unas marcas con forma de cara sonriente sobre mi camiseta. Empapado. Sólo quería terminar. A pesar de las innumerables complicaciones el trabajo estaba saliendo bien. Estábamos produciendo. Sólo quería terminar.

Tantas horas bajo el sol me han conducido a un estado catatónico. El estupor mental me hacía alucinar. Estaba viendo personas que sabía que no podían estar allí. Tenía visiones. Para mi eran reales. No me las podía creer. Llamo por teléfono a mi visión. Confirmo que mis ojos me engañan. Muchas horas bajo el sol. Mañana más y parece que peor.

Consciente de mi lamentable estado mi visión me ha invitado a un par de jarras de cerveza. Nectar de Dioses.

Reconocimiento Médico.

Probablemente el galeno me diga que estoy como un tafugo. Nada nuevo. Quizá alguna arroba más. Lo mismo le hago caso y me pongo a dieta. De momento el sábado ya tengo programado un chuletón. De todas los chuletones no tiene grasa son todo proteínas.

También me dirá que he perdido vista en el ojo derecho. Lo mismo me hace ir al oculista. Espero leer primero con el izquierdo y poder memorizarlas. Los vagos no se molestan en cambiarlas.

Lo mejor de todo es cuando me preguntará si bebo. Está vez ya no diré que algún fin de semana. Le diré que un sol y sombra para desayunar con dos aspirinas. Luego me preguntará sobre las fuentes radiactivas con las que comparto mi existencia y si mi dosímetro es de termoluminiscencia.

A parte del tafugo me dirá que estoy como un Mihura. Después de ponerle las banderillas apostillaré.

Luego llegarán los resultados de los análisis. Esos serán harina de otro costal. El ácido úrico rozará limites insospechados mientras que el colesterol y lo demás estará en niveles normales.

Todos años lo mismo.


El que sabe. No habla

Contrasentidos inundan mi ser. Ambientes diferentes me rodean. Por un lado me señalan con el dedo. Por otro buscan en mí un gesto de aprobación. Aprendiz y Maestro. No saben distinguirlos. Yo si. Me divierte ver como se ponen en evidencia. Parece que todo lo saben. De todo entienden. De todo hablan. Nunca tienen razón.

Estiaje Mental

Allí estaba delante de todos. Nadie podía verlo. Sólo yo. Nadie más comprendía mi estado. Lo esencial era invisible para sus ojos. El fluir de mi sangre crepitaba en mi cabeza. Yo era consciente de la situación. Aparentemente yo era el culpable. Todas las sospechas apuntaban hacia mi. En otro momento me hubiera afectado, pero ahora estaba seguro de mi inocencia. Había desarrollado una circunspección ante estas situaciones que hacía empezar a dudar a quién me acusaba. Deberíais empezar a miraros el ombligo. Igual así vislumbrais el principio de vuestra ignorancia.

Hablaba quedamente y seguro de mi. Nadie se daba por aludido. Analicé las escapatorias. No eran muchas. Sólo encontraba dos: Acusar al más débil o bajarme los pantalones y admitir mi culpa. Ninguna me convencía. Me estaban juzgando sin abogado. Sobre mi caería la pena máxima.

Al menos aquella noche dormí del tirón.


Sólo puede quedar uno.

La llanura estaba desierta. No había horizonte. Hacía mucho que el enemigo había marchado. Vivíamos felices hasta que un nuevo depredador, mucho más fiero que el anterior empezó a darse a entender por los alrededores.

Sequías y hambrunas rodeaban nuestro entorno y cada día nos iban acorralando más estrechamente. La amenaza era un hecho.

Hoy hemos dado el primer paso para combatirla. Ha sido duro. La muerte es dura, pero había que sacrificar peones para salvar a rey. De momento tendremos comida para unos días. Después... el tiempo hablará.

Entre mis labios paladeo el sabor agridulce de una victoria pírrica. Mi conciencia está tranquila. Las cigarras estaban sobre aviso. Hoy las hormigas trabajan con más tesón pero aún queda alguna cigarra con disfraz de hormiga... el tiempo hablará.

Libre

El horizonte de la llanura todavía dibujaba la silueta del enemigo. A pesar de la lejanía todavía se dejaban oír gruñidos propios de facóqueros que irrumpían derrepente en mi nuevo estado de tranquilidad. Atrás los ha dejado todo. Ha marchado ligero. Tan sólo se ha llevado su taladrante transistor. Una hora oyendo dicho aparato era suficiente para irritar a cualquiera.

Todavía no me hago a la idea. Mañana iré y no estará. No oiré sus politonales silbidos. Ni sus sordos murmullos que tanto me exasperaban. Será fácil acostumbrarse.

Después de la tempestad viene la calma

Las tinieblas que cubrían el abismo han dejado paso a verdes prados cubiertos de flores. La paz y el regocijo vuelven a reinar a mi alrededor. La lucha ha sido dura. He salido vencedor. A lo lejos escapa con la cabeza agachada. A cada paso vuelve la cabeza y grita estentóreos gruñidos propios de las alimañas de su especie.

Se augura un futuro de prosperidad. Todos viviremos en la paz y armonía siempre anhelada. Mi nicho ecológico vuelve a estar donde le correspondía, quizá un escalón más alto. No sé. Por fin viviremos sin miedo.

Et prout vultis, ut faciant vobis homines, facite illis similiter. Lucam 6.31

Eppur si muove

Mi hermana piensa que tengo problemas serios en el trabajo. No tengo problemas sólo es cierto miedo a los mustélidos. Es algo parecido al pavor que ella ha tenido siempre a los cánidos. Mi hermano y su novia piensan que tengo novia o algo parecido. Craso error. Yo no lo desmiento. Tampoco les doy razón. Qué más quisiera yo. Sin embargo mi madre ha dicho que estoy hecho todo un rapsoda. A nadie dejo indiferente.

No es la primera vez que han insinuado que podría ser cura. Un (in)subordinado me ha dicho que podría ser párroco. No sé como tomármelo. Aunque suene un poco más despectivo supongo que un párroco es algo más que un simple cura. Creo que este fin de semana se ordena mi amigo el postulante elegante.

[...] Pensaba que tenía controlada la situación. A través de sus vibrisas controlaba los movimientos de sus posibles presas.

Lo que no sabía es que quien otrora fuera su alimento estaba mutando para convertirse en su principal depredador. Su nuevo enemigo no iba a ser compasivo esta vez. La venganza nunca había sido su estilo, pero esta vez ya no le quedaba piedad. Su ataque sería mortal. [...]

Et lutra ferebatur super aquas.

Incompetencia amenazante desafía con soberbia mi posición en la jerarquía de mando. Psicosis obsesiva mezclada con trastornos bipolares invaden mi statu quo. Todos en derredor me comprenden y apoyan, ninguno se moja. No hay bemoles. El perro está rabioso, ataca y muerde. Nadie le quiere colgar el cascabel. Tenemos miedo como los niños al hombre del saco. Solo hay una salida. Huir.

[...] El enemigo es sedentario y territorial. Durante el día duerme y se esconde en cuevas subterráneas llegando incluso a ocupar las guaridas de otros mamíferos, pero siempre y por lo general cerca de los cursos fluviales.[...]

Pa ' Habernos Matao



Llevaba tres días de calvario. Entraba a trabajar antes del alba y volvía a casa pasado el ocaso. El estrés y el cansancio se mezclaban con un calor sofocante que habían minado poco a poco mi cuerpo.

Volvía de cambiar las ruedas de la furgoneta. Bajaba por la N-IIa dirección Zaragoza. No iba demasiado deprisa pero cuando me quise dar cuenta estaba entrando en una rotonda a más velocidad de la debida. Pisé el freno. Oí las ruedas chirriar sobre el asfalto mientras me culeaba la furgoneta. Cada vez me acercaba más a la rotonda. Con sangre fría solté el freno para volverlo a pisar y que así las ruedas traccionaran. No sirvió de nada. Afortunadamente nadie estaba circulando por la rotonda porque la atravesé en linea recta.

Trás una fuerte sacudida me encontré envuelto en una nube de humo. Por mi cabeza pasaban mil cosas pero sobretodo la cantidad de cosas del trabajo que no podría terminar aquella tarde. Gilipollas.

Salí de la furgoneta un poco desorientado. Lógico, el airbag había aventado mis gafas de sol graduadas a tomar viento y no veía un pimiento. Vuelvo a la furgoneta para buscar mis anteojos. Encuentro la funda con mis gafas de ver. Al menos están vivas. Me las pongo y lo veo todo un poco más claro.

Cuando me doy la vuelva veo que había parado una ambulancía y justo detrás uno de mantenimiento de carreteras.
- ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? ¿El cuello? ¿La espalda? Me pregunta la enfermera de la ambulancia.

Me hice un chequeo rápido para comprobar que a pesar del temblor de rodillas todos mis huesos parecían estar enteros.

Mientras me miraban un poco yo volvi a la furgoneta para quitar el contacto y buscar Los Papeles. No era mi furgoneta habitual así que me costó más que de costumbre encontrarlos. No con falta de sorpresa me dí cuenta que la poliza del seguro estaba caducada. Llamé a los del rentin para dar parte del accidente y que mandaran una grua. No contestaban. Llamé directamente a los del seguro. No contestaban. Empezaba a ponerme un poco más nervioso.

De repente, como quien tiene una aparición mariana, veo a un compañero del trabajo que al ver la furgoneta ha parado. Respiré aliviado. Para mi fortuna era de los espabilados. Trás contarle lo ocurrido y que yo estaba bien le pido que se encargue él de los papeles, grúas y demás. Sin objeción me dice que sin problemas.

En esto que llega la Guardia Civil. Trás explicarles lo sucedido me dicen.
- Que sepa que es nuestra obligación denunciarle por conducción despistada. Serán 42 euros con el descuento y no supone la retirada de puntos. Es la sanción mínima que le podemos poner.

- "Además de puta poner la cama". Pensé para mis adentros. Me parece correcto. Respondí al agente de la ley pero considero que la rotonda no está lo suficientemente bien señalizada. Además fijese que tiene gravilla. - Dijé con falsa seguridad.

- Esa es su opinión y está en su derecho de recurrir la denuncia. Agregó el guardia civil.

- "Encima de Jodido. Agradecido". Musitó el conductor de la ambulancia mientras el guardia civil se alejaba hacía mi compañero y la furgoneta siniestrada.

En esto que se acerca otro guardia civil. - Tendrá que rellenar con sus palabras en este informe lo que ha sucedido. Usando mi mejor retorica aunque si una de mis peores caligrafías, cuando iba por el tercer renglón el GC espetó: "No hace falta que escribas la Biblia". En aquel momento no tuve ninguna frase de la biblia con la que responderle así que sin hacer caso a sus palabras continué escribiendo hasta concluir lo que había ocurrido.

Una vez que todas las formalidades estaban hechas. Me llevaron en la ambulancia a la MAZ. Por si acaso.

Trás palpaciones varias, radiografías y un pinchazo en el culo. Me pusieron un collarín blando, me recetaron drogas, y me dieron la baja por una rectificación de la columna cervical.



Ver mapa más grande

Y se hizo la luz.

Es de noche. Me asomo a la ventana. Ante mis ojos dos focos enormes surcan el cielo sin rumbo ni dirección. Sólo dan vueltas iluminando puntualmente el infinito en un intento desesperado de marcar su posición.

Giro la cabeza unos pocos grados a la derecha, veo el edificio que reprensentó a Aragón en la Expo de Sevilla. La fachada de alabastro iluminada desde dentro se muestra como una ofensa atroz a la templanza del espíritu.

Continuo con mi recorrido cervical. A lo lejos diviso la Estación Intermodal de Delicias. Neones morados circundan las redondeadas formas geométricas de la cubierta.

Sin solución de continuidad mis ojos se fijan en una inmensa alegoría fálica. El mástil de la pasarela emerge de las aguas del río. Una bombilla roja en su punta alerta de su presencia.

Sin dar tiempo a dilatar mis pupilas mis ojos alcanzan a ver la Torre del Agua. Se erige inhiesta en el centro de la Expo. Todas sus plantas iluminadas de un color azul anuncio de compresas.
Después de este recorrido visual desde mi ventana, sólo una reflexión es posible. Menudo Lupanar en el que han convertido la ciudad. Tantas luces y neones no dan lugar a dudas.

Et facta est lux. Gen 1, 3.

Martes Negro

Todo parecía que indicar que iba a ser un martes cualquiera. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos levantarse de la cama me supuso un sobre-esfuerzo. Tras un pequeño atasco de media hora llegué al curro. Después de aguantar las impertinencias de la de siempre, me incularon hacer más de mil quinientas leguas de camino para ir a tomar densidades. Voy a buscar mi viejo equipo. No hay nada, encima el aparato no tiene pila. Lo pongo a cargar.

Dejé cargando el radiactivo más de una hora. Y por fin salgo con rumbo la ribera alta del Ebro. Arranco la furgoneta y observo con sorpresa que está en reserva. El último desalmado que la cogió no tuvo el detalle de rellenar el depósito. Tendré que parar a repostar. Llego a la gasolinera. Lleno el depósito y cuando voy a pagar me dice el gasolinero que la tarjeta que llevo no se corresponde con el vehículo que llevo. Me amenaza con que la próxima vez no me cobrará con esa tarjeta. Le respondo que no se preocupe que la próxima vez no pararé allí. Continuo viaje. El cierzo sopla con fuerza en contra mía. La furgoneta no pasa de 110, esto es un infierno.

Llego a mi destino. Busco al encargado de turno. En menos de una hora he concluido mi trabajo. Aprovechando que ando por allí llamo a una amiga de la zona para comer con ella. Me calabazas. Decido volver a comer a casa.

Ahora los vientos soplan a mi favor. Vuelvo zumbado. Confío en que si me han echado alguna foto al menos salga guapo.

Después de comer meto la llave en la furgoneta y abro. Para mi sorpresa no puedo sacar la llave de la cerraja de la puerta. Me dejo los dedos intentando sacar la llave. No lo consigo. Indignado tengo que llamar a la grúa. Mientras viene la grúa organizo a mis hombres para que me vengan a buscar con el equipo para ensayar los pilotes de un puente que están haciendo.

Llega la grúa. El tipo consigue sacar la llave de la puerta con unos alicates. Comprueba que la furgoneta arranca y me dice que la lleve al taller a cambiar el bombín. Voy al taller me dicen van a pedir la pieza, que les llame el viernes y que mientras tanto entre por la puerta del copiloto.

Vamos al tajo. Montamos el chiringuito y cuando voy a arrancar el ordenador no tiene pila. Ala a desmontarlo todo otra vez. Me cagon todoloquesemenea. Pues na ya lo haremos mañana le digo al encargado.

Vuelvo al laboratorio. La de siempre me somete a interrogatorio. Lleva todo el día sin verme y se tiene que enterar de dónde he ido, lo que he hecho y con quien he estado. Algún la mando a la mierda.

Mientras mi teléfono móvil me advierte que tiene la batería baja pienso que hoy era un día para haberse quedado en la cama.

Pringao

Me había cogido las dos semanas de vacaciones que me quedaban del año pasado. Por supuesto el móvil del trabajo estaba apagado. Martes, ya llevo un día de cobrar sin trabajar. Suena mi teléfono personal. Ignoro el número de mi interlocutor. Respondo. Oigo la voz de mi jefe. Mierda algún marrón, pienso. Efectivamente.

- Oye, estás por aquí o ¿te has ido a algún sitio?
- No, estoy por aquí.- Le respondo como un gilipollas.
- Ya sé que es una cuchillada pedirte esto pero puedes ir mañana a hacer unos cross-holes por la mañana. A cambio terminas tus vacaciones un día más tarde.
- De acuerdo.- Le respondo como un auténtico pringao.

Intento madrugar. Morfeo se adapta rápido a las nuevas costumbres. Aún así llego al pringadero o lugar de trabajo a una hora prudente. Tras soportar las mofas de mis compañeros cargo la furgoneta, me llevó a un peón y parto al tajo.

Son las 9.30. La hora acordada eran las 8.00. Después de empezar a montar el chiringuito para ensayar los pilotes veo con sorpresa que los tubos están vacíos. Deberían estar llenos de agua. Busco al encargado. Le cuento el problema. Le hago notar que me parece una ofensa contra la teología el hacerme abandonar mis vacaciones para ir allí y que aún así no hayan tenido la decencia de llenar los tubos de agua.

Me sugiere que nos vayamos a almorzar, mientras un par de mauritanos llenan a pozales los tubos. Me hago mis cuentas. Más de 250 litros de agua a pozales. Demasiados viajes al Río. El Gallego no queda lejos pero estará a más de 200 metros. Lo veo complicado. Nos vamos a almorzar.

Un bar regentado por un trio de los debían de ser empresarios con buen corazón pero parecían unos yonquis profesionales. El café era bueno. Pido también media docena churros. (A tomar viento la dieta). Craso error. Estaban fríos y habían embebido todo el aceite hacia dentro. Toda la mañana recordando su sabor.

Volvemos al tajo. Como era de esperar no está preparado. Le hago notar mi falta de acuerdo con su formalidad. Recogemos los cacharros y nos vamos. Creí que solo me iban a joder un día de vacaciones pero por lo visto va a ser alguno más.

Llego al laboratorio. El viernes anterior le doy ordenes expresas a "panchito" de que el sábado no hay que ir a trabajar. Para mi "no sorpresa" veo que me ha dejado para que le firme un parte de horas del sábado. Subo a ver "sietemesino" de mi jefe y le digo que "panchito" a desobedecido ordenes directas de su superior. Le dejo caer que en el convenio eso está estipulado como un tipo de falta pero que desconozco cual. (Lo sé soy un poco cabrón pero después de joderme las vacaciones para no hacer nada... lo ha pagado el quizás el que menos se lo mereciera).

Vuelvo a soportar más mofas de compañeros. Recojo mis cosas y me voy a casa.

Los hados están en mi contra. Todo me da igual. Como empieza a ser costumbre hoy he tenido que salir a pringar. A hacer probetas de hormigón. A empujar carretillos que pesan un quintal. A levantar peso. A sudar. A padecer dolor de espalda.

Al menos ser el encargado tiene alguna ventaja. Me había confeccionado una programa más o menos holgado y sin mucha complicación.

Cuando me disponía a salir del último de mis destinos he visto que la rueda de mi furgoneta estaba en el suelo.
- Pardiez. He pinchando.- He exclamado.

Recordaba que dos calles más abajo había un taller. Así que despacito, pues no me apetecía poner la rueda de repuesto, he llevado allí la furgoneta.

-Dentro de media hora la tienes lista- Me ha dicho el mecánico del taller.

Me he ido al bar. No ha sido difícil encontrar una tasca. Al entrar me he encontrado con un ambiente espeso. Humo de tabaco y humedad mezclados en una misma atmósfera. Sólo en una mesa había cuatro lugareños jugando la partida de dominó de la mañana y en otra un grupo de "Pepas" disfrutando de un Calisay mañanero.

Otrora hubiera almorzado un par de huevos con longaniza o un bocadillo de jamón, o un pincho de tortilla con una frasca de vino pero mi estoy a dieta así que he pedido un cortado descafeinado con leche desnatada. Bueno miento. Eso es lo que debiera haber pedido pero como eso es de sarasas solo he pedido un cortado a secas.

A mi lado, un lugareño se ha dirigido a la camarera.
- Inma. Lo de siempre,
- Ya verás que rico. Hoy lo tenemos de cocido.- Le ha replicado la camarera.

Antes que mi cortado le ha sacado al lugareño un tazón de caldo. Lo ha cogido y se ha sentado en una mesa. Yo me he quedado en la barra. Observando.

Aun no se había acomodado en la mesa el lugareño cuando una "Pepa" le ha espetado.
- Maño. Un caldo todos los días. Te estás poniendo más lustroso que cuando trabajabas.
- Que me ha dicho el médico que esto es bueno para seguir cumpliendo como hace 20 años.
- Pero... ¿con quién tienes que cumplir si ya no tienes a tu Paca?, que en paz descanse.
- Contigo si hace falta.- Ha respondido el lugareño medio sonrojado.
- Mucha mujer soy yo pa'ti. No sé yo si estarías a la altura.

En un estado de flipe he mirado a Inma, la camarera, que con una sonrisa me ha guiñado el ojo y me ha dicho.
- El pan todos los días, hijo mio-.

Pero el cortejo no había acabado.
- Tendrás que probar la leche primero para saber si está agria.- ha gritado el lugareño después de sorber su caldo.
- Pero... ¿Qué leche.... ? Ahí solo hay requesón.

Un risotada general a llenado el bar.

Perdiendo la pinza.

Afortunadamente ninguno de mis lacayos había osado a interrumpir mi siesta. Había sido reparadora. De repente suena el despertador. Me sobresalto. Espasmódicamente se me sube el gemelo de mi pierna derecha. Dolor. Un dolor sordo se apodera de mi. No puedo gritar. Es superior a mi. Intento estirar la pierna para cogerme los dedos del pie. Fracaso. Mi tripa me lo impide. Tengo que ponerme a dieta. Consigo levantarme. Apoyo los dedos y noto cierto alivio.

Seguramente había sido el frío que había pasado aquella mañana.

Estoy cansado de la Navidad. De recibir felicitaciones y mensajes "tipo" en los que desean paz y amor para mi y los mios en los próximos doce meses. El resto de mi vida que me den. No he contestado ninguno. Cada día soy más antisocial. Seguramente debiera dejar de leer a Bukowski. No salí en nochevieja. No ha sido la primera vez que lo hago. Tampoco será la última. No quiero ser modelado por la sociedad.

No quiero ir mañana a trabajar. Seguro que mi compañera viene cargada de preguntas con las que someterme a sus típicos interrogatorios. Sé lo que me va a preguntar. Trivialidades navideñas. Tendré demasiado follón para hacerle caso. Lo más probable es que se cabreé porque no responda a sus preguntas banales, o lo haga con algún estentóreo exabrupto.

Tengo que ponerme al día.

Ójala revientes...

Jueves. Amenaza lluvia. El día amanece complicado. Llego a mi despacho. Mi compañera levanta la cabeza, me mira y dice:

- Se que te va a dar envidia, pero te lo tengo que contar... Un proveedor me ha regalado una caja de bombones.
- Ah pues ya los sacarás para el café. Respondo en tono jovial.
- Aaahhh no. Los bombones venían a mi nombre y son para mi.
- Pues nada que te aprovechen... - he dicho con retranca.

Un cortado, por favor.

No habían dado las 9 de la mañana y ya estaba a 20 leguas de mi casa. Entré en el bar. Su decoración me trasladó a mediados de los años 70, sin embargo el mobiliario lo habían renovado en el ikea.

La barra del bar hacía curva, en su vértice una banqueta vacía. Me siento. A mi derecha un hombre mayor se come un bocadillo de anchoas y queso con un chato de vino. Sana dieta para las 9 de la mañana pensé. Le pedí un cortado al camarero. A mi izquierda otro hombre. Éste es de mediana edad.

- ¿Tú eras pintor como tu padre? - Dijo el viejo.
- No, mi padre no era pintor, mi padre blanqueaba las paredes con cal. Pero yo si que soy pintor... y de los buenos.
- Pues yo me pasé quince años en la legión.
- Si, matando moros.
- Eso es. Ahora tengo una cita con la guardia civil de la localidad vecina. Me quiere para que sea traductor de árabe. Hablo el árabe mejor que todos los moros que vienen aquí.

La conversación empezaba a ser un poco subrealista. Seguí prestando atención.

- También estuve tres años trabajando en la ópera. Continuó el viejo. Y aún me deben 60.000 desde el año 63.
- Pero ¿tú cuanto cobras?
- Mucho dinero.
- ¿2000 euros?
- Más. Dijo el viejo
- ¿2300?
- Cobro al mes 3200 euros. No me los gastaré en la vida.

Menuda pensión le queda al viejo este por matar moros, pensé para mis adentros...

- Se lo dejarás a tus hijos. Preguntó el pintor.
- A mis hijos que les den por el culo. Mi hija la mayor es modelo. En París. Lleva todo el día la aguja colgada del brazo.

Yo seguía flipando.

- Entonces que la joda. Espetó el pintor.
- Se ha casado tres veces. Ahora vive sola y cuando quiere que la jodan paga a hombres para que se la metan.
- Pues ya me darás su número de teléfono... ¿y tú qué? ¿follas mucho?
- Ahora más que antes. Aseveró el viejo.
- No me extraña con esa pensión, porque tu mujer murió ¿verdad?.
- Si, hace cuatro años.

Pagué mi café y me fui.

Toca-huevos

Llevo poco más de un mes y hasta ayer subestimaba mi posición en la jerarquía de mando. Hoy me he dicho ¡Qué les den por el culo! Ya me he cansado de cuidar mi lenguaje e intentar pedir las cosas de forma que no sé note que les estoy mandando tareas a mis subordinados. Me pitan los oídos de escuchar siempre la misma contestación... - Yo lo que tu mandes, me dicen. A partir de hoy he empezado a mandar directamente. Haz esto y haz lo otro. Se acabó de ¿Podrías hacerme?

Ayer durante mi locura vespertina me preguntó uno de mis subordinados. El cual podría ser calificado de postadoslescente que está empezando a salir de la edad del pavo. Qué siempre fuma tabaco de liar para que no creas que es un porrero. Sus ojos lo delatan. Seguramente también se meta las pastillas a puñados. Y por cierto la primera y última palabra que sale de su boca en las frases es la interjección "co". Bueno pues me preguntó que qué podía hacer. Sin dudar le dije que tirará todos los sacos marcados al contenedor. Me dijo que ese no era su trabajo. Mi contestación fue "Si ya has hecho tus ocho horas vete a casa".

Otro día os contaré mis dilemas con un celoso-alcohólico-depresivo-cuarentón que me tiene enfilado.

A que huelen las nubes

Mi hombría está herida. Me siento humillado, indignado, mancillado. La culpable de todo es mi hermana. Su egoísmo humano la llevó a dar mi dirección de correo electrónico para obtener así más muestras gratis. No me hubiera importado si no hubiese pedido muestras de esas cosas de higiene íntima femenina.

Hoy al abrir mi correo leo: "Ni te imaginas a que huele este mail".
Lo remitía una tal "Evax". No lo he abierto. Directamente lo he borrado.

Antes todavía me interesaba por saber quien era la chica "Tampax" del año. Ahora ya les he perdido la pista.

Diosas de la Alquimia

Lo más probable es que sea envidia. Envidia que hable de otras y de ellas no. Ellas no eructan delante de mi. Tampoco me echan de mi despacho. También trabajan conmigo. En otro tiempo las habrían sido quemadas en la hoguera. No las llamarían químicas. Las hubieran llamado alquimistas. Y por ser mujeres, brujas. De todas formas todas mujeres tienen algo de brujas, porque haberlas hailas.

Viven en su mundo de color de rosa. Imagino que las campanas de extracción de humos de su laboratorio nunca han funcionado bien, y eso les ha afectado. Una siempre está feliz. Alegre y pizpireta contagia su sonrisa a quien la mira. Encaja en mi arquetipo de amor platónico. Otra es voluble. A veces su candor se mezcla con una sin par retranca. Su mirada puede matar.

Las dos se pasan diariamente por este rincón a ver si me he dignado a quitarle las telarañas. Querían que hablara de ellas y lo he hecho.

[...]

El fin de semana ha sido movido. Chuletón. El cuarto el lo que llevo de mes. Creo que debo empezar a hacer un poco más de vida sana. Si bien es cierto que le di cuatro patadas a un balón. Mi corazón quería salir por la boca. También fui a ver al cine una película de culturetas, solo hubiera faltado que hubiese sido en versión original. Aunque la mitad estaba subtitulada. Para el próximo fin de semana hemos quedado en hacer cine forum. "Una historia de violencia" es el título elegido.

Intocables y maricas.

He pasado la tarde en una obra. Lo echaba de menos. Para un rato está bien. Se me había olvidado lo que era estar cuatro horas rodeado de incompetentes que todos creen tener la razón. Ya era de noche y me quería ir a casa. Malditos jefes de producción. Se creen intocables con ese puesto que tienen. Pero no son más que unos soplagaitas. Lo malo es que el cliente siempre tiene la razón.

No hace una semana que llevé a mi hermana y mi cuñado a un "concierto" (aunque no había músicos) que ofrecían una pareja de homosexuales (En realidad no se bien como denominarlos así que lo dejaremos así). Pues bien. Después de haber llevar aproximadamente 150.000 km sin ningún percance mayor en tres años me acusó de ser un loco al volante. Se puso histérica. Es cierto que las autopistas de "circuncisión" estaban repletas de camiones, obras y demás domingueros. También es cierto que su histerismo provocó en mi un contrareacción del tipo "Si quieres chocolate, toma dos tazas". A punto estuve de parar en el arcén y darle dinero para el autobús....

Se que estos comentarios no la dejarán indiferente y sé que me replicará. Pero en esos momentos conducía yo.

Filosofía de ascensor

Alguien había colgado en el espejo del ascensor un folio en el que ponía con letras grande:
Hay personas que llenan con las "intimidades" de los demás los agujeros de su "existencia"
Ignoraba por completo que tuviera un vecino aficionado a la filosofía de ascensor. Imagino que mi vecino había empleado dicha aseveración para criticar la actitud cotilla de algunos y sobretodo algunas vecinas (no es por ser machista, pero en mi bloque hay unas cuantas marujas).

El caso es que dicha frase me ha recordado que tengo abandonado por completo a mi público. Si, lo sé, últimamente os he abandonado por completo. No tengo perdón. No ha sido por no tener nada que contar. Por no tener tiempo tampoco ha sido. Lo que no tenía claro era la forma en que contarlo.

La vía de tren en la que estado trabajando durante más de dos años entra en servicio mañana. Por fin he tenido vacaciones. A pesar de haber salido de mi ciudad no he ido a ningún sitio. No entiendo porque la gente si no se va a algún paraje lejano no le da la sensación de haber estado de vacaciones. Por mi parte en circunstancias laborales normales nunca entro en casa por lo que, podemos decirlo así, lo mio han sido vacaciones caseras.

Mi jefe estaba esperando a que acabase la obra para ascenderme. Lo ha hecho. Ahora soy responsable del área de hormigones de mi empresa. Tengo un despacho que comparto con una compañera. El primer día me "echo" del despacho porque tenía que hacer una llamada telefónica personal. Ya que salí del despacho aproveche para contárselo a todo el mundo. También debe tener algún tipo de problema estomacal. La otra tarde se la pasó eructando. A veces para dentro. Y un par de veces para fuera. A la segunda no pude por menos que hacer un comentario para quitar tensión a tan humillante situación.

- Parece que te ha sentado mal la comida.
- Un poco.
- Me respondió mientras de sonrojaba.

Por otra parte vivo en un estrés constante. El teléfono se ha convertido en mi enemigo. Y los clientes se están convirtiendo en unos pesados impertinentes.

Continuamos para bingo

Después de 31 días de trabajo sin descanso alguno por fin tuve cuatro días para disfrutar. Aún estaba saliendo del curro que ya estaba quedando con mis amigos para tomar un dueto cervecil. Excepto el señor devortikanievo y yo todos trabajaban al día siguiente así que aquel y yo decidimos exprimir un poco más la noche de un miércoles de agosto.

Tras una frugal cena con tintes teutónicos pasamos por la puerta de un bingo. ¿No hay huevos o qué? exclamó mi amigo... La cervezuela de la cena cumplió con la función desinhibidora que necesitabamos para entrar a un bingo. Los dos eramos vírgenes en lo a que bingos se refiere así que andábamos un poco perdidos.

Nada más entrar tuvimos que presentar nuestros DNIs caducados. Después de confirmar que no eramos ludópatas registrados nos dejaron entrar. La sala estaba prácticamente vacía. 50 personas como mucho. No tuvimos problemas para sentarnos en una mesa. Rápidamente se nos acerco un muchacho con claros signos de homosexual a vendernos cartones. Debido a que era nuestra primera vez solo nos atrevimos con un cartón para los dos. Durante cuatro cartones no conseguimos cantar ni una sola linea, a pesar de haber estado un par de veces a tiro de uno para bingo. Con el quinto cartón Fortuna giró a nuestro favor.

Nos sentíamos como Pajares y Esteso en "Los Bingueros" sólo nos faltaba un número para cantar bingo. Un 66 y seríamos un poco menos pobres. Por fin salió. De forma estentórea gritamos a coro "BINGO". Acto seguido nuestro amigo el homosexual se acerco para comprobar el cartón. Se lo había llevado pero no nos dio nuestra recompensa. Más tarde comprendimos que nos lo traería más tarde. "Enhorabuena chicos..." nos dijo cuando nos trajo en bandeja de plata nuestro premio.

Decidimos seguir jugando hasta agotar el bote inicial para luego marchar con los beneficios. En aquel momento Fortuna dejó de girar. Nuestro amigo homosexual fue reemplazado por un sosaina al que no le gustaba su trabajo o al menos eso parecía con su cara de amargado. Y además se sentó en la mesa de al lado un tipo calvo al que calificamos como gafe.

Los siguientes cartones prácticamente acababan inmaculados. Cuando el bote terminó repartimos los beneficios y nos fuimos a recenar en vaso.

Bujarras

La obra en la que yo trabajo es como un pueblo. Allí todos nos conocemos. Y como en los pueblos exiten las envidias y chismorreos. Uno de los chismorreos más jugosos de los que circulan hace referencia a la condición sexual de una de las cabezas responsables de toda la obra. Por llamarlo de alguna de manera le llamaremos "Rompetechos", ya que su condición física es bastante similar a la de este cómico personaje. Metro sesenta y cinco, calvo y acostumbra a llevar en verano un gorro tipo ozores a juego con unas gafas de sol tipo "paellera" de estas que llaman modernas.

Pues bien. El caso es que estaba yo dentro de mi furgoneta hablando con un maquinista cuando se acerco él. Su forma de entrar en la conversación fue la siguiente: Al mismo tiempo que palpaba el bíceps de mi brazo apoyado en la ventanilla de la furgoneta dijo: "Vaya Pequeño Buda menudo brazo tan fuerte que tienes de darle al mallo". Sinceramente me quede sin palabras. Mi masculinidad estaba siendo atacada de frente.

Desde este instante el rumor sobre la condición bujarra de "Rompetechos" se vio incrementada de manera notable.

[...]

Pero mis historias con personas de dudosa condición en la obra no terminan aquí. Ayer, cuando entre al bar para rehidratarme un poco me encontré con un peón. Un tipo italiano del que ignoro su nombre. Normalmente entiendo un poco todo lo que me dice, pero ayer iba un poco achispado y no conseguí entenderle mucho. Tan solo que estaba hasta los huevos de los "Putos vagos portugueses" y que se volvía para Italia. Lo que me sorprendió fueron sus gestos y acciones. La manera que tuvo de saludarme fue agarrarme por la cintura y apretar mis moyas posteriores. Esto ya me pareció sospechoso pero lo que más me sorprendió fue cuando se despidió déndome dos besos. Flipé.

No sé si los italianos tienen estas costumbres. Siendo así soy un inculto, sino es que era maricón.

Tercer Mandamiento

Memento, ut diem sabbati sanctifices.
Sex diebus operaberis et facies omnia opera tua;
septimus autem dies sabbatum Domino Deo tuo est; non facies omne opus tu et filius tuus et filia tua, servus tuus et ancilla tua, iumentum tuum et advena, qui est intra portas tuas (Ex 20, 8-10).


Con esta es la cuarta semana que trabajo sin descanso alguno. Ni un sólo día de recuperación. Mi cuerpo y mi mente están bajo mínimos, a ralentí. Cuanto más abarco más me piden. Han conseguido agotarme y encima parece que la culpa sea mia. Seguramente si. Me cuesta decir que no. Aparte de todo sería complicado que alguno de mis compañeros me sustituyera al 100%. Para ello necestaría un mes en explicarselo todo, y no creo que me quede ni un mes en la obra.

Toda mi depresión llega cuando uno, que tiene unas expectavivas de guardar fiesta el día de la virgen de agosto, le dicen la vispera que tiene que trabajar. Ya no respetan ni el tercer mandamiento. Malditos herejes bastardos.

Y todo porque un tren pase un día señalado. ¡¡¡Cómo si fuera el primer tren que llega tarde!!!

Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo (Ex 20, 8-10).