Repostando

Fuente: LUIS CEBRIÁN  / Gasolinera  - 1937 - 2008 
El depósito había entrado en reserva hacía más de cincuenta kilómetros y el chivato del salpicadero había empezado a parpadear. En un acto reflejo aprieto el culo. Espero llegar a la gasolinera. Sin mayor consecuencia aparco junto al surtidor. Salgo de la furgoneta y abro el tapón del depósito. Una duda me asalta, ¿Me enchufo la manguera o espero a que vengan a servirme?. No tengo prisa. Tampoco me van a bajar el precio por ahorrarles trabajo. ¡Qué se gane el pan!.

Mientras espero al gasolinero palpaba mi cuello con la intención de calmar mis doloridas contracturas. Al tiempo se dirigía diligente una empleada de la gasolinera. Aspecto sudamericano. Gafas, delgada, tez morena, baja estatura. Todo ello adornado con una bizca mirada de fines aviesos. Trás enchufar el boquerel del la manguera me pregunta:

- ¿Ha ido alguna ves al quiropráctico?
Sorprendido por la pregunta le respondo que si.
- Y... ¿no conosera algún quiropráctico de confiansa donde pueda ir?. Tengo la espalda destrosada.
- La verdad es que siempre que  he ido al masajista ha sido en Huesca - Le respondo, mintiéndole vilmente. No tenía ganas de darle el teléfono de nadie.
- Es que una ves fui a uno que no hasía más que acarisiarme lo senos.

Ante estás psicotrónicas declaraciónes bajé la vista para mirarle las tetas. Nada del otro mundo, más bien escasas para mi gusto. Mi cara era un poema. No sabía que expresión poner. Si reír o compadecerla.

Ciertamente me quedé con ganas de preguntarle si no distinguía entre una casa de masajes y un masajista.

Haz lo que quieras

Como el rosario de la aurora. Así parecía acabar aquella noche para ti.
--Tú, haz lo que quieras-- te decía ella con una única lectura. (Léase: Como te vayas con tus amigotes y sigas de juerga, prepárate a dormir en el sofá dos o tres meses).
Tu nublado entendimiento te llevaba a insistir en tu pregunta. Craso error. Ahora la bronca era un hecho.
Ajeno a los exabruptos, daba vueltas a un árbol esperando un momento de calma en el que pudiera salir de aquella tierra de nadie en la que me hallaba. Nunca me gustó estar en medio. La marejada había cesado pero la mar todavía estaba picada. Busque un buen banco en el que aguantar las olas. Aún así me salpicaron.
Sabiamente (y ebriamente) os retirasteis. Sólo quedamos tres naufragos de la noche sin puerto dónde atracar. Era domingo y todos los faros estaban apagados. Alguna farola lucía ténuemente y nos dio cobijo. La farola era incomoda y ruidosa pero nos intentaba tratar dignamente.

"El que diga que la vida es otra cosa es que no la ha vivido"
Naufrago de la noche antes de la retirada

El amigo de bafomet.

La luz brillaba por su ausencia. La raza negra predominaba entre los presentes. Música ensordecedora retumbaba dentro de mi. El amargo olor a cerveza inundaba mi pituitaria.

Ya lo había visto hacía un rato. Lo había ignorado. Esta vez no pude. Frente a frente. En un gesto fraternal arqueé las cejas mostrándole mi incomodidad ante tal aglomeración humana. Su aspecto era más bien inquietante. Cabeza rapada, perilla, tirantes. Todo hacía apuntar hacia su diestra. Un segundo después de que nuestras miradas se cruzaran alzó su puño y me lo mostró para que lo chocara. No dude. Sus nudillos estaban agrietados. Probablemente de la última paliza que había dado. Chocábamos nuestros puños. En ese instante alcé mi cerveza en señal de camaradería. Él alzó la suya. Quizá ya eramos amigos. No lo volví a ver en toda la noche.

Salí del bar. Era tarde pero todavía quedaban unas horas para el orto. Estaba cansado.


Tambores de Guerra

La noche es cerrada. No hay luna y el cielo está cubierto de nubes. Chispea. Las luces de carretera apuntan al infinto. La linea discontinua se pierde en el horizonte. Allí es dónde apuntan mi ojos. Mi mente esta en otro lugar. Ian Paice marca el ritmo. Frenético. Seis minutos de tambores tribales hacer hervir mis pensamientos. La linea que divide por la mitad las zonas intertropicales es la que me concome.

Buñuel no podría haber imaginado el surrealismo que en mi colmena acontece. Peones que desafían al Rey. Lo quieren poner en jaque. Ilusos. ¿Acaso pensais ganar la guerra? Otrora pudisteis causar alguna baja en cierta batalla. Ahora mi ejercito está preparado. Ahora no sólo sereis vencidos también os derrotaremos. Os someteremos y tendreís que acatar nuestras órdenes con el respaldo del Rey.


La dama y la Virgen del Rocío.

El verano había sido caluroso pero aquella noche hacía falta abrigarse. Salimos los tres del bar. El cierzo nos estremece. Ella espetó.
- Uf... tengo ciertas tensiones que debo aliviar.
- Pues nada, entras de nuevo al bar, que nosotros te esperamos aquí. - Respondo.
- Pa'que voy a entrar otra vez. El frondoso follaje de aquellas adelfas es todo lo que necesito para aliviarme.

Epatado por la sencillez y vulgaridad de sus palabras observo atónito, la que hasta el momento me había parecido un poco pija, como diligentemente se dirige a las adelfas, se desabrocha el botón de sus pantalones y lanzando entrambas posaderas al aire se dispone a hacer lo que otra no pudiera hacer por ella.

A pesar de haber educadamente apartado la vista, y que las adelfas no eran lo suficientemente frondosas, me fue inevitable el ver aquellas bragas color carne. Cualquier picaresca intención que pudiera albergar dentro de mi de mirarle el culo a aquella dama había sido anulado. Dicho color es para mi el más antierótico que la ropa interior conoce.

-Podéis pasarme un pañuelo de papel. Bueno mejor traerme el bolso entero. - Dijo con cierto apuro.
-Que pasa ahora las adelfas no son lo suficientemente suaves para ti. - dije en tono burlón.

El frío nos hacía superar la embriaguez de nuestros cuerpos y mentes con mayor rapidez de lo habitual. Buscábamos un taxi. Queríamos ahorrarnos media hora de paseo bajo aquella gélida temperatura. Caminábamos mirando hacia atrás. Atentos. Buscando un coche con una luz verde en el techo. Sin previo aviso un chiflido, más propio de un camionero que de una dama, me deja sordo. Al instante un taxi para delante de nosotros. Ella se sienta delante.

Le indicamos nuestro destino al taxista. Ella empieza a sacar brochas y pinturas de su bolso sin fondo. Baja el espejo de la visera del taxi y se empieza a decorar el rostro. Todavía no se había dado la primera pincelada cuando el taxista comentó:
- Si necesitas más luz... enciendo ésta. - Un foco para alumbrar un campo de fútbol iluminó su rostro.
El taxista no sabía que aquel gesto para ganarse el agradecimiento de la dama le iba a suponer un completo "vía crucis" hasta que nos apeáramos.

Estación Segunda: "La dama empieza a cambiar el díal de la Radio."
Mi educación en colegio de pago y los cánones de las buenas costumbres me habían enseñado que aquello era una herejía. Pero allí estaba ella. Tocándole los botones de la radio para quitarle la COPE y sintonizar la Máxima FM. Chunta, Chunta.

Estación Tercera: "La dama rebusca entre los discos del taxista."
- Dios mío. ¿cómo te puede gustar la Pantoja?. - Sin respeto alguno por aquel desconocido había decidido tutearle y de paso criticar sus gustos. El taxista lejos de amedrentarse dijo:
- Doña Isabel es la más grande.-
- Que ha parido España. - Dije yo concluyendo su frase.
- Mira a ver si tiene la de "virgen del rocío" en el disco y la pones. - Continué diciendo
- Como escarpias se me ponen los pelos cada vez que la escucho. - Replicó el taxista.

Por suerte o por desgracia nuestro trayecto se había acabado. Bajamos del taxi y seguimos la fiesta.


The happiness is a warm gun

Semanas de sequía literaria han inundado mi ser. Quizá sea un bloqueo de escritor. Quizá sea que perdí mi musa. El pasar de los días incrementa mi quemazón interior. Mi sangre hierve por momentos. Busco enfriarla en amigos y colegas que comprendan mi posición. Sólo obtengo palmaditas en la espalda. Tengo que actuar. Es perentorio un cambio en mi postura, en mi forma de pensar. El papel de malo no me pega. Debo encontrar otro modus operandi. Probablemente la psicología de Benjamin Linus me ayude. Qué parezca que se les ha ocurrido a ellos. Eso es. Tendré que mejorar. Merecerá la pena.

Alguno parece haber olvidado aquellos días en los que se sacrificaban peones para salvar al rey. Se creen en un statu quo intocable. Se piensan imprescindibles por se únicos. Nadie es imprescindible. El rey tiene la mano suelta y no duda en sacarla a pasear cuando se le pone una mosca en el morro. Debes comprender que aquellos trabajos de esclavo de los que te librabas otrora ahora también son tu tarea. El camino de la puerta es amplio y luminoso. Fuera aguardan ávidos de empleo millares de potenciales hormigas dispuestas a hacer encantadas esos trabajos que a ti te parecen dignos de simios.

Si no te he mandado alguna tarea ¿Por qué has asumido que la tenías que hacer tú?. No abuses de ciertos privilegios y contraseñas secretas. Te voy a cerrar todas las puertas. Estás paseando por el borde del precipicio. Debes de tener cuidado, los días de tormenta se acercan y es posible que resbales. Donde dije digo, digo Diego. Esto ya no es una colmena donde hay obreros y zánganos.

Las minas a tu alrededor son demasiadas. Tarde o temprano pisarás una.




Desolación - Insolación

El café de la mañana prometía. El último encierro de San Fermines acaparaba la atención de los tertulianos de la tasca.
-- Un toro siempre correrá más que una persona... ya que el toro tiene cuatro patas y el hombre solo dos. -- Apuntaba uno sin mucha gracia.
-- La única forma de correr más que un toro es cuesta abajo.-- Le espetaba su amigo.
-- Ya está él del chiste de las ocho cinco-- Gritaba otro con una faria a medio consumir.

La tertulia taurina no evolucionaría más. Pagué mi café y seguí camino.

[...]

El astro rey se ha esmerado. El sudor de mis parpados se metía dentro de los ojos. Era como abrir los ojos cuando buceas en el mar. Las secreciones de mis poros dibujaban unas marcas con forma de cara sonriente sobre mi camiseta. Empapado. Sólo quería terminar. A pesar de las innumerables complicaciones el trabajo estaba saliendo bien. Estábamos produciendo. Sólo quería terminar.

Tantas horas bajo el sol me han conducido a un estado catatónico. El estupor mental me hacía alucinar. Estaba viendo personas que sabía que no podían estar allí. Tenía visiones. Para mi eran reales. No me las podía creer. Llamo por teléfono a mi visión. Confirmo que mis ojos me engañan. Muchas horas bajo el sol. Mañana más y parece que peor.

Consciente de mi lamentable estado mi visión me ha invitado a un par de jarras de cerveza. Nectar de Dioses.

Reconocimiento Médico.

Probablemente el galeno me diga que estoy como un tafugo. Nada nuevo. Quizá alguna arroba más. Lo mismo le hago caso y me pongo a dieta. De momento el sábado ya tengo programado un chuletón. De todas los chuletones no tiene grasa son todo proteínas.

También me dirá que he perdido vista en el ojo derecho. Lo mismo me hace ir al oculista. Espero leer primero con el izquierdo y poder memorizarlas. Los vagos no se molestan en cambiarlas.

Lo mejor de todo es cuando me preguntará si bebo. Está vez ya no diré que algún fin de semana. Le diré que un sol y sombra para desayunar con dos aspirinas. Luego me preguntará sobre las fuentes radiactivas con las que comparto mi existencia y si mi dosímetro es de termoluminiscencia.

A parte del tafugo me dirá que estoy como un Mihura. Después de ponerle las banderillas apostillaré.

Luego llegarán los resultados de los análisis. Esos serán harina de otro costal. El ácido úrico rozará limites insospechados mientras que el colesterol y lo demás estará en niveles normales.

Todos años lo mismo.


El que sabe. No habla

Contrasentidos inundan mi ser. Ambientes diferentes me rodean. Por un lado me señalan con el dedo. Por otro buscan en mí un gesto de aprobación. Aprendiz y Maestro. No saben distinguirlos. Yo si. Me divierte ver como se ponen en evidencia. Parece que todo lo saben. De todo entienden. De todo hablan. Nunca tienen razón.

Estiaje Mental

Allí estaba delante de todos. Nadie podía verlo. Sólo yo. Nadie más comprendía mi estado. Lo esencial era invisible para sus ojos. El fluir de mi sangre crepitaba en mi cabeza. Yo era consciente de la situación. Aparentemente yo era el culpable. Todas las sospechas apuntaban hacia mi. En otro momento me hubiera afectado, pero ahora estaba seguro de mi inocencia. Había desarrollado una circunspección ante estas situaciones que hacía empezar a dudar a quién me acusaba. Deberíais empezar a miraros el ombligo. Igual así vislumbrais el principio de vuestra ignorancia.

Hablaba quedamente y seguro de mi. Nadie se daba por aludido. Analicé las escapatorias. No eran muchas. Sólo encontraba dos: Acusar al más débil o bajarme los pantalones y admitir mi culpa. Ninguna me convencía. Me estaban juzgando sin abogado. Sobre mi caería la pena máxima.

Al menos aquella noche dormí del tirón.


Sólo puede quedar uno.

La llanura estaba desierta. No había horizonte. Hacía mucho que el enemigo había marchado. Vivíamos felices hasta que un nuevo depredador, mucho más fiero que el anterior empezó a darse a entender por los alrededores.

Sequías y hambrunas rodeaban nuestro entorno y cada día nos iban acorralando más estrechamente. La amenaza era un hecho.

Hoy hemos dado el primer paso para combatirla. Ha sido duro. La muerte es dura, pero había que sacrificar peones para salvar a rey. De momento tendremos comida para unos días. Después... el tiempo hablará.

Entre mis labios paladeo el sabor agridulce de una victoria pírrica. Mi conciencia está tranquila. Las cigarras estaban sobre aviso. Hoy las hormigas trabajan con más tesón pero aún queda alguna cigarra con disfraz de hormiga... el tiempo hablará.

Libre

El horizonte de la llanura todavía dibujaba la silueta del enemigo. A pesar de la lejanía todavía se dejaban oír gruñidos propios de facóqueros que irrumpían derrepente en mi nuevo estado de tranquilidad. Atrás los ha dejado todo. Ha marchado ligero. Tan sólo se ha llevado su taladrante transistor. Una hora oyendo dicho aparato era suficiente para irritar a cualquiera.

Todavía no me hago a la idea. Mañana iré y no estará. No oiré sus politonales silbidos. Ni sus sordos murmullos que tanto me exasperaban. Será fácil acostumbrarse.

Después de la tempestad viene la calma

Las tinieblas que cubrían el abismo han dejado paso a verdes prados cubiertos de flores. La paz y el regocijo vuelven a reinar a mi alrededor. La lucha ha sido dura. He salido vencedor. A lo lejos escapa con la cabeza agachada. A cada paso vuelve la cabeza y grita estentóreos gruñidos propios de las alimañas de su especie.

Se augura un futuro de prosperidad. Todos viviremos en la paz y armonía siempre anhelada. Mi nicho ecológico vuelve a estar donde le correspondía, quizá un escalón más alto. No sé. Por fin viviremos sin miedo.

Et prout vultis, ut faciant vobis homines, facite illis similiter. Lucam 6.31

Eppur si muove

Mi hermana piensa que tengo problemas serios en el trabajo. No tengo problemas sólo es cierto miedo a los mustélidos. Es algo parecido al pavor que ella ha tenido siempre a los cánidos. Mi hermano y su novia piensan que tengo novia o algo parecido. Craso error. Yo no lo desmiento. Tampoco les doy razón. Qué más quisiera yo. Sin embargo mi madre ha dicho que estoy hecho todo un rapsoda. A nadie dejo indiferente.

No es la primera vez que han insinuado que podría ser cura. Un (in)subordinado me ha dicho que podría ser párroco. No sé como tomármelo. Aunque suene un poco más despectivo supongo que un párroco es algo más que un simple cura. Creo que este fin de semana se ordena mi amigo el postulante elegante.

[...] Pensaba que tenía controlada la situación. A través de sus vibrisas controlaba los movimientos de sus posibles presas.

Lo que no sabía es que quien otrora fuera su alimento estaba mutando para convertirse en su principal depredador. Su nuevo enemigo no iba a ser compasivo esta vez. La venganza nunca había sido su estilo, pero esta vez ya no le quedaba piedad. Su ataque sería mortal. [...]

Et lutra ferebatur super aquas.

Incompetencia amenazante desafía con soberbia mi posición en la jerarquía de mando. Psicosis obsesiva mezclada con trastornos bipolares invaden mi statu quo. Todos en derredor me comprenden y apoyan, ninguno se moja. No hay bemoles. El perro está rabioso, ataca y muerde. Nadie le quiere colgar el cascabel. Tenemos miedo como los niños al hombre del saco. Solo hay una salida. Huir.

[...] El enemigo es sedentario y territorial. Durante el día duerme y se esconde en cuevas subterráneas llegando incluso a ocupar las guaridas de otros mamíferos, pero siempre y por lo general cerca de los cursos fluviales.[...]

Pa ' Habernos Matao



Llevaba tres días de calvario. Entraba a trabajar antes del alba y volvía a casa pasado el ocaso. El estrés y el cansancio se mezclaban con un calor sofocante que habían minado poco a poco mi cuerpo.

Volvía de cambiar las ruedas de la furgoneta. Bajaba por la N-IIa dirección Zaragoza. No iba demasiado deprisa pero cuando me quise dar cuenta estaba entrando en una rotonda a más velocidad de la debida. Pisé el freno. Oí las ruedas chirriar sobre el asfalto mientras me culeaba la furgoneta. Cada vez me acercaba más a la rotonda. Con sangre fría solté el freno para volverlo a pisar y que así las ruedas traccionaran. No sirvió de nada. Afortunadamente nadie estaba circulando por la rotonda porque la atravesé en linea recta.

Trás una fuerte sacudida me encontré envuelto en una nube de humo. Por mi cabeza pasaban mil cosas pero sobretodo la cantidad de cosas del trabajo que no podría terminar aquella tarde. Gilipollas.

Salí de la furgoneta un poco desorientado. Lógico, el airbag había aventado mis gafas de sol graduadas a tomar viento y no veía un pimiento. Vuelvo a la furgoneta para buscar mis anteojos. Encuentro la funda con mis gafas de ver. Al menos están vivas. Me las pongo y lo veo todo un poco más claro.

Cuando me doy la vuelva veo que había parado una ambulancía y justo detrás uno de mantenimiento de carreteras.
- ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? ¿El cuello? ¿La espalda? Me pregunta la enfermera de la ambulancia.

Me hice un chequeo rápido para comprobar que a pesar del temblor de rodillas todos mis huesos parecían estar enteros.

Mientras me miraban un poco yo volvi a la furgoneta para quitar el contacto y buscar Los Papeles. No era mi furgoneta habitual así que me costó más que de costumbre encontrarlos. No con falta de sorpresa me dí cuenta que la poliza del seguro estaba caducada. Llamé a los del rentin para dar parte del accidente y que mandaran una grua. No contestaban. Llamé directamente a los del seguro. No contestaban. Empezaba a ponerme un poco más nervioso.

De repente, como quien tiene una aparición mariana, veo a un compañero del trabajo que al ver la furgoneta ha parado. Respiré aliviado. Para mi fortuna era de los espabilados. Trás contarle lo ocurrido y que yo estaba bien le pido que se encargue él de los papeles, grúas y demás. Sin objeción me dice que sin problemas.

En esto que llega la Guardia Civil. Trás explicarles lo sucedido me dicen.
- Que sepa que es nuestra obligación denunciarle por conducción despistada. Serán 42 euros con el descuento y no supone la retirada de puntos. Es la sanción mínima que le podemos poner.

- "Además de puta poner la cama". Pensé para mis adentros. Me parece correcto. Respondí al agente de la ley pero considero que la rotonda no está lo suficientemente bien señalizada. Además fijese que tiene gravilla. - Dijé con falsa seguridad.

- Esa es su opinión y está en su derecho de recurrir la denuncia. Agregó el guardia civil.

- "Encima de Jodido. Agradecido". Musitó el conductor de la ambulancia mientras el guardia civil se alejaba hacía mi compañero y la furgoneta siniestrada.

En esto que se acerca otro guardia civil. - Tendrá que rellenar con sus palabras en este informe lo que ha sucedido. Usando mi mejor retorica aunque si una de mis peores caligrafías, cuando iba por el tercer renglón el GC espetó: "No hace falta que escribas la Biblia". En aquel momento no tuve ninguna frase de la biblia con la que responderle así que sin hacer caso a sus palabras continué escribiendo hasta concluir lo que había ocurrido.

Una vez que todas las formalidades estaban hechas. Me llevaron en la ambulancia a la MAZ. Por si acaso.

Trás palpaciones varias, radiografías y un pinchazo en el culo. Me pusieron un collarín blando, me recetaron drogas, y me dieron la baja por una rectificación de la columna cervical.



Ver mapa más grande

Y se hizo la luz.

Es de noche. Me asomo a la ventana. Ante mis ojos dos focos enormes surcan el cielo sin rumbo ni dirección. Sólo dan vueltas iluminando puntualmente el infinito en un intento desesperado de marcar su posición.

Giro la cabeza unos pocos grados a la derecha, veo el edificio que reprensentó a Aragón en la Expo de Sevilla. La fachada de alabastro iluminada desde dentro se muestra como una ofensa atroz a la templanza del espíritu.

Continuo con mi recorrido cervical. A lo lejos diviso la Estación Intermodal de Delicias. Neones morados circundan las redondeadas formas geométricas de la cubierta.

Sin solución de continuidad mis ojos se fijan en una inmensa alegoría fálica. El mástil de la pasarela emerge de las aguas del río. Una bombilla roja en su punta alerta de su presencia.

Sin dar tiempo a dilatar mis pupilas mis ojos alcanzan a ver la Torre del Agua. Se erige inhiesta en el centro de la Expo. Todas sus plantas iluminadas de un color azul anuncio de compresas.
Después de este recorrido visual desde mi ventana, sólo una reflexión es posible. Menudo Lupanar en el que han convertido la ciudad. Tantas luces y neones no dan lugar a dudas.

Et facta est lux. Gen 1, 3.

Martes Negro

Todo parecía que indicar que iba a ser un martes cualquiera. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos levantarse de la cama me supuso un sobre-esfuerzo. Tras un pequeño atasco de media hora llegué al curro. Después de aguantar las impertinencias de la de siempre, me incularon hacer más de mil quinientas leguas de camino para ir a tomar densidades. Voy a buscar mi viejo equipo. No hay nada, encima el aparato no tiene pila. Lo pongo a cargar.

Dejé cargando el radiactivo más de una hora. Y por fin salgo con rumbo la ribera alta del Ebro. Arranco la furgoneta y observo con sorpresa que está en reserva. El último desalmado que la cogió no tuvo el detalle de rellenar el depósito. Tendré que parar a repostar. Llego a la gasolinera. Lleno el depósito y cuando voy a pagar me dice el gasolinero que la tarjeta que llevo no se corresponde con el vehículo que llevo. Me amenaza con que la próxima vez no me cobrará con esa tarjeta. Le respondo que no se preocupe que la próxima vez no pararé allí. Continuo viaje. El cierzo sopla con fuerza en contra mía. La furgoneta no pasa de 110, esto es un infierno.

Llego a mi destino. Busco al encargado de turno. En menos de una hora he concluido mi trabajo. Aprovechando que ando por allí llamo a una amiga de la zona para comer con ella. Me calabazas. Decido volver a comer a casa.

Ahora los vientos soplan a mi favor. Vuelvo zumbado. Confío en que si me han echado alguna foto al menos salga guapo.

Después de comer meto la llave en la furgoneta y abro. Para mi sorpresa no puedo sacar la llave de la cerraja de la puerta. Me dejo los dedos intentando sacar la llave. No lo consigo. Indignado tengo que llamar a la grúa. Mientras viene la grúa organizo a mis hombres para que me vengan a buscar con el equipo para ensayar los pilotes de un puente que están haciendo.

Llega la grúa. El tipo consigue sacar la llave de la puerta con unos alicates. Comprueba que la furgoneta arranca y me dice que la lleve al taller a cambiar el bombín. Voy al taller me dicen van a pedir la pieza, que les llame el viernes y que mientras tanto entre por la puerta del copiloto.

Vamos al tajo. Montamos el chiringuito y cuando voy a arrancar el ordenador no tiene pila. Ala a desmontarlo todo otra vez. Me cagon todoloquesemenea. Pues na ya lo haremos mañana le digo al encargado.

Vuelvo al laboratorio. La de siempre me somete a interrogatorio. Lleva todo el día sin verme y se tiene que enterar de dónde he ido, lo que he hecho y con quien he estado. Algún la mando a la mierda.

Mientras mi teléfono móvil me advierte que tiene la batería baja pienso que hoy era un día para haberse quedado en la cama.

Pringao

Me había cogido las dos semanas de vacaciones que me quedaban del año pasado. Por supuesto el móvil del trabajo estaba apagado. Martes, ya llevo un día de cobrar sin trabajar. Suena mi teléfono personal. Ignoro el número de mi interlocutor. Respondo. Oigo la voz de mi jefe. Mierda algún marrón, pienso. Efectivamente.

- Oye, estás por aquí o ¿te has ido a algún sitio?
- No, estoy por aquí.- Le respondo como un gilipollas.
- Ya sé que es una cuchillada pedirte esto pero puedes ir mañana a hacer unos cross-holes por la mañana. A cambio terminas tus vacaciones un día más tarde.
- De acuerdo.- Le respondo como un auténtico pringao.

Intento madrugar. Morfeo se adapta rápido a las nuevas costumbres. Aún así llego al pringadero o lugar de trabajo a una hora prudente. Tras soportar las mofas de mis compañeros cargo la furgoneta, me llevó a un peón y parto al tajo.

Son las 9.30. La hora acordada eran las 8.00. Después de empezar a montar el chiringuito para ensayar los pilotes veo con sorpresa que los tubos están vacíos. Deberían estar llenos de agua. Busco al encargado. Le cuento el problema. Le hago notar que me parece una ofensa contra la teología el hacerme abandonar mis vacaciones para ir allí y que aún así no hayan tenido la decencia de llenar los tubos de agua.

Me sugiere que nos vayamos a almorzar, mientras un par de mauritanos llenan a pozales los tubos. Me hago mis cuentas. Más de 250 litros de agua a pozales. Demasiados viajes al Río. El Gallego no queda lejos pero estará a más de 200 metros. Lo veo complicado. Nos vamos a almorzar.

Un bar regentado por un trio de los debían de ser empresarios con buen corazón pero parecían unos yonquis profesionales. El café era bueno. Pido también media docena churros. (A tomar viento la dieta). Craso error. Estaban fríos y habían embebido todo el aceite hacia dentro. Toda la mañana recordando su sabor.

Volvemos al tajo. Como era de esperar no está preparado. Le hago notar mi falta de acuerdo con su formalidad. Recogemos los cacharros y nos vamos. Creí que solo me iban a joder un día de vacaciones pero por lo visto va a ser alguno más.

Llego al laboratorio. El viernes anterior le doy ordenes expresas a "panchito" de que el sábado no hay que ir a trabajar. Para mi "no sorpresa" veo que me ha dejado para que le firme un parte de horas del sábado. Subo a ver "sietemesino" de mi jefe y le digo que "panchito" a desobedecido ordenes directas de su superior. Le dejo caer que en el convenio eso está estipulado como un tipo de falta pero que desconozco cual. (Lo sé soy un poco cabrón pero después de joderme las vacaciones para no hacer nada... lo ha pagado el quizás el que menos se lo mereciera).

Vuelvo a soportar más mofas de compañeros. Recojo mis cosas y me voy a casa.

Los hados están en mi contra. Todo me da igual. Como empieza a ser costumbre hoy he tenido que salir a pringar. A hacer probetas de hormigón. A empujar carretillos que pesan un quintal. A levantar peso. A sudar. A padecer dolor de espalda.

Al menos ser el encargado tiene alguna ventaja. Me había confeccionado una programa más o menos holgado y sin mucha complicación.

Cuando me disponía a salir del último de mis destinos he visto que la rueda de mi furgoneta estaba en el suelo.
- Pardiez. He pinchando.- He exclamado.

Recordaba que dos calles más abajo había un taller. Así que despacito, pues no me apetecía poner la rueda de repuesto, he llevado allí la furgoneta.

-Dentro de media hora la tienes lista- Me ha dicho el mecánico del taller.

Me he ido al bar. No ha sido difícil encontrar una tasca. Al entrar me he encontrado con un ambiente espeso. Humo de tabaco y humedad mezclados en una misma atmósfera. Sólo en una mesa había cuatro lugareños jugando la partida de dominó de la mañana y en otra un grupo de "Pepas" disfrutando de un Calisay mañanero.

Otrora hubiera almorzado un par de huevos con longaniza o un bocadillo de jamón, o un pincho de tortilla con una frasca de vino pero mi estoy a dieta así que he pedido un cortado descafeinado con leche desnatada. Bueno miento. Eso es lo que debiera haber pedido pero como eso es de sarasas solo he pedido un cortado a secas.

A mi lado, un lugareño se ha dirigido a la camarera.
- Inma. Lo de siempre,
- Ya verás que rico. Hoy lo tenemos de cocido.- Le ha replicado la camarera.

Antes que mi cortado le ha sacado al lugareño un tazón de caldo. Lo ha cogido y se ha sentado en una mesa. Yo me he quedado en la barra. Observando.

Aun no se había acomodado en la mesa el lugareño cuando una "Pepa" le ha espetado.
- Maño. Un caldo todos los días. Te estás poniendo más lustroso que cuando trabajabas.
- Que me ha dicho el médico que esto es bueno para seguir cumpliendo como hace 20 años.
- Pero... ¿con quién tienes que cumplir si ya no tienes a tu Paca?, que en paz descanse.
- Contigo si hace falta.- Ha respondido el lugareño medio sonrojado.
- Mucha mujer soy yo pa'ti. No sé yo si estarías a la altura.

En un estado de flipe he mirado a Inma, la camarera, que con una sonrisa me ha guiñado el ojo y me ha dicho.
- El pan todos los días, hijo mio-.

Pero el cortejo no había acabado.
- Tendrás que probar la leche primero para saber si está agria.- ha gritado el lugareño después de sorber su caldo.
- Pero... ¿Qué leche.... ? Ahí solo hay requesón.

Un risotada general a llenado el bar.