Pa ' Habernos Matao



Llevaba tres días de calvario. Entraba a trabajar antes del alba y volvía a casa pasado el ocaso. El estrés y el cansancio se mezclaban con un calor sofocante que habían minado poco a poco mi cuerpo.

Volvía de cambiar las ruedas de la furgoneta. Bajaba por la N-IIa dirección Zaragoza. No iba demasiado deprisa pero cuando me quise dar cuenta estaba entrando en una rotonda a más velocidad de la debida. Pisé el freno. Oí las ruedas chirriar sobre el asfalto mientras me culeaba la furgoneta. Cada vez me acercaba más a la rotonda. Con sangre fría solté el freno para volverlo a pisar y que así las ruedas traccionaran. No sirvió de nada. Afortunadamente nadie estaba circulando por la rotonda porque la atravesé en linea recta.

Trás una fuerte sacudida me encontré envuelto en una nube de humo. Por mi cabeza pasaban mil cosas pero sobretodo la cantidad de cosas del trabajo que no podría terminar aquella tarde. Gilipollas.

Salí de la furgoneta un poco desorientado. Lógico, el airbag había aventado mis gafas de sol graduadas a tomar viento y no veía un pimiento. Vuelvo a la furgoneta para buscar mis anteojos. Encuentro la funda con mis gafas de ver. Al menos están vivas. Me las pongo y lo veo todo un poco más claro.

Cuando me doy la vuelva veo que había parado una ambulancía y justo detrás uno de mantenimiento de carreteras.
- ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? ¿El cuello? ¿La espalda? Me pregunta la enfermera de la ambulancia.

Me hice un chequeo rápido para comprobar que a pesar del temblor de rodillas todos mis huesos parecían estar enteros.

Mientras me miraban un poco yo volvi a la furgoneta para quitar el contacto y buscar Los Papeles. No era mi furgoneta habitual así que me costó más que de costumbre encontrarlos. No con falta de sorpresa me dí cuenta que la poliza del seguro estaba caducada. Llamé a los del rentin para dar parte del accidente y que mandaran una grua. No contestaban. Llamé directamente a los del seguro. No contestaban. Empezaba a ponerme un poco más nervioso.

De repente, como quien tiene una aparición mariana, veo a un compañero del trabajo que al ver la furgoneta ha parado. Respiré aliviado. Para mi fortuna era de los espabilados. Trás contarle lo ocurrido y que yo estaba bien le pido que se encargue él de los papeles, grúas y demás. Sin objeción me dice que sin problemas.

En esto que llega la Guardia Civil. Trás explicarles lo sucedido me dicen.
- Que sepa que es nuestra obligación denunciarle por conducción despistada. Serán 42 euros con el descuento y no supone la retirada de puntos. Es la sanción mínima que le podemos poner.

- "Además de puta poner la cama". Pensé para mis adentros. Me parece correcto. Respondí al agente de la ley pero considero que la rotonda no está lo suficientemente bien señalizada. Además fijese que tiene gravilla. - Dijé con falsa seguridad.

- Esa es su opinión y está en su derecho de recurrir la denuncia. Agregó el guardia civil.

- "Encima de Jodido. Agradecido". Musitó el conductor de la ambulancia mientras el guardia civil se alejaba hacía mi compañero y la furgoneta siniestrada.

En esto que se acerca otro guardia civil. - Tendrá que rellenar con sus palabras en este informe lo que ha sucedido. Usando mi mejor retorica aunque si una de mis peores caligrafías, cuando iba por el tercer renglón el GC espetó: "No hace falta que escribas la Biblia". En aquel momento no tuve ninguna frase de la biblia con la que responderle así que sin hacer caso a sus palabras continué escribiendo hasta concluir lo que había ocurrido.

Una vez que todas las formalidades estaban hechas. Me llevaron en la ambulancia a la MAZ. Por si acaso.

Trás palpaciones varias, radiografías y un pinchazo en el culo. Me pusieron un collarín blando, me recetaron drogas, y me dieron la baja por una rectificación de la columna cervical.



Ver mapa más grande

Y se hizo la luz.

Es de noche. Me asomo a la ventana. Ante mis ojos dos focos enormes surcan el cielo sin rumbo ni dirección. Sólo dan vueltas iluminando puntualmente el infinito en un intento desesperado de marcar su posición.

Giro la cabeza unos pocos grados a la derecha, veo el edificio que reprensentó a Aragón en la Expo de Sevilla. La fachada de alabastro iluminada desde dentro se muestra como una ofensa atroz a la templanza del espíritu.

Continuo con mi recorrido cervical. A lo lejos diviso la Estación Intermodal de Delicias. Neones morados circundan las redondeadas formas geométricas de la cubierta.

Sin solución de continuidad mis ojos se fijan en una inmensa alegoría fálica. El mástil de la pasarela emerge de las aguas del río. Una bombilla roja en su punta alerta de su presencia.

Sin dar tiempo a dilatar mis pupilas mis ojos alcanzan a ver la Torre del Agua. Se erige inhiesta en el centro de la Expo. Todas sus plantas iluminadas de un color azul anuncio de compresas.
Después de este recorrido visual desde mi ventana, sólo una reflexión es posible. Menudo Lupanar en el que han convertido la ciudad. Tantas luces y neones no dan lugar a dudas.

Et facta est lux. Gen 1, 3.

Martes Negro

Todo parecía que indicar que iba a ser un martes cualquiera. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos levantarse de la cama me supuso un sobre-esfuerzo. Tras un pequeño atasco de media hora llegué al curro. Después de aguantar las impertinencias de la de siempre, me incularon hacer más de mil quinientas leguas de camino para ir a tomar densidades. Voy a buscar mi viejo equipo. No hay nada, encima el aparato no tiene pila. Lo pongo a cargar.

Dejé cargando el radiactivo más de una hora. Y por fin salgo con rumbo la ribera alta del Ebro. Arranco la furgoneta y observo con sorpresa que está en reserva. El último desalmado que la cogió no tuvo el detalle de rellenar el depósito. Tendré que parar a repostar. Llego a la gasolinera. Lleno el depósito y cuando voy a pagar me dice el gasolinero que la tarjeta que llevo no se corresponde con el vehículo que llevo. Me amenaza con que la próxima vez no me cobrará con esa tarjeta. Le respondo que no se preocupe que la próxima vez no pararé allí. Continuo viaje. El cierzo sopla con fuerza en contra mía. La furgoneta no pasa de 110, esto es un infierno.

Llego a mi destino. Busco al encargado de turno. En menos de una hora he concluido mi trabajo. Aprovechando que ando por allí llamo a una amiga de la zona para comer con ella. Me calabazas. Decido volver a comer a casa.

Ahora los vientos soplan a mi favor. Vuelvo zumbado. Confío en que si me han echado alguna foto al menos salga guapo.

Después de comer meto la llave en la furgoneta y abro. Para mi sorpresa no puedo sacar la llave de la cerraja de la puerta. Me dejo los dedos intentando sacar la llave. No lo consigo. Indignado tengo que llamar a la grúa. Mientras viene la grúa organizo a mis hombres para que me vengan a buscar con el equipo para ensayar los pilotes de un puente que están haciendo.

Llega la grúa. El tipo consigue sacar la llave de la puerta con unos alicates. Comprueba que la furgoneta arranca y me dice que la lleve al taller a cambiar el bombín. Voy al taller me dicen van a pedir la pieza, que les llame el viernes y que mientras tanto entre por la puerta del copiloto.

Vamos al tajo. Montamos el chiringuito y cuando voy a arrancar el ordenador no tiene pila. Ala a desmontarlo todo otra vez. Me cagon todoloquesemenea. Pues na ya lo haremos mañana le digo al encargado.

Vuelvo al laboratorio. La de siempre me somete a interrogatorio. Lleva todo el día sin verme y se tiene que enterar de dónde he ido, lo que he hecho y con quien he estado. Algún la mando a la mierda.

Mientras mi teléfono móvil me advierte que tiene la batería baja pienso que hoy era un día para haberse quedado en la cama.

Pringao

Me había cogido las dos semanas de vacaciones que me quedaban del año pasado. Por supuesto el móvil del trabajo estaba apagado. Martes, ya llevo un día de cobrar sin trabajar. Suena mi teléfono personal. Ignoro el número de mi interlocutor. Respondo. Oigo la voz de mi jefe. Mierda algún marrón, pienso. Efectivamente.

- Oye, estás por aquí o ¿te has ido a algún sitio?
- No, estoy por aquí.- Le respondo como un gilipollas.
- Ya sé que es una cuchillada pedirte esto pero puedes ir mañana a hacer unos cross-holes por la mañana. A cambio terminas tus vacaciones un día más tarde.
- De acuerdo.- Le respondo como un auténtico pringao.

Intento madrugar. Morfeo se adapta rápido a las nuevas costumbres. Aún así llego al pringadero o lugar de trabajo a una hora prudente. Tras soportar las mofas de mis compañeros cargo la furgoneta, me llevó a un peón y parto al tajo.

Son las 9.30. La hora acordada eran las 8.00. Después de empezar a montar el chiringuito para ensayar los pilotes veo con sorpresa que los tubos están vacíos. Deberían estar llenos de agua. Busco al encargado. Le cuento el problema. Le hago notar que me parece una ofensa contra la teología el hacerme abandonar mis vacaciones para ir allí y que aún así no hayan tenido la decencia de llenar los tubos de agua.

Me sugiere que nos vayamos a almorzar, mientras un par de mauritanos llenan a pozales los tubos. Me hago mis cuentas. Más de 250 litros de agua a pozales. Demasiados viajes al Río. El Gallego no queda lejos pero estará a más de 200 metros. Lo veo complicado. Nos vamos a almorzar.

Un bar regentado por un trio de los debían de ser empresarios con buen corazón pero parecían unos yonquis profesionales. El café era bueno. Pido también media docena churros. (A tomar viento la dieta). Craso error. Estaban fríos y habían embebido todo el aceite hacia dentro. Toda la mañana recordando su sabor.

Volvemos al tajo. Como era de esperar no está preparado. Le hago notar mi falta de acuerdo con su formalidad. Recogemos los cacharros y nos vamos. Creí que solo me iban a joder un día de vacaciones pero por lo visto va a ser alguno más.

Llego al laboratorio. El viernes anterior le doy ordenes expresas a "panchito" de que el sábado no hay que ir a trabajar. Para mi "no sorpresa" veo que me ha dejado para que le firme un parte de horas del sábado. Subo a ver "sietemesino" de mi jefe y le digo que "panchito" a desobedecido ordenes directas de su superior. Le dejo caer que en el convenio eso está estipulado como un tipo de falta pero que desconozco cual. (Lo sé soy un poco cabrón pero después de joderme las vacaciones para no hacer nada... lo ha pagado el quizás el que menos se lo mereciera).

Vuelvo a soportar más mofas de compañeros. Recojo mis cosas y me voy a casa.

Los hados están en mi contra. Todo me da igual. Como empieza a ser costumbre hoy he tenido que salir a pringar. A hacer probetas de hormigón. A empujar carretillos que pesan un quintal. A levantar peso. A sudar. A padecer dolor de espalda.

Al menos ser el encargado tiene alguna ventaja. Me había confeccionado una programa más o menos holgado y sin mucha complicación.

Cuando me disponía a salir del último de mis destinos he visto que la rueda de mi furgoneta estaba en el suelo.
- Pardiez. He pinchando.- He exclamado.

Recordaba que dos calles más abajo había un taller. Así que despacito, pues no me apetecía poner la rueda de repuesto, he llevado allí la furgoneta.

-Dentro de media hora la tienes lista- Me ha dicho el mecánico del taller.

Me he ido al bar. No ha sido difícil encontrar una tasca. Al entrar me he encontrado con un ambiente espeso. Humo de tabaco y humedad mezclados en una misma atmósfera. Sólo en una mesa había cuatro lugareños jugando la partida de dominó de la mañana y en otra un grupo de "Pepas" disfrutando de un Calisay mañanero.

Otrora hubiera almorzado un par de huevos con longaniza o un bocadillo de jamón, o un pincho de tortilla con una frasca de vino pero mi estoy a dieta así que he pedido un cortado descafeinado con leche desnatada. Bueno miento. Eso es lo que debiera haber pedido pero como eso es de sarasas solo he pedido un cortado a secas.

A mi lado, un lugareño se ha dirigido a la camarera.
- Inma. Lo de siempre,
- Ya verás que rico. Hoy lo tenemos de cocido.- Le ha replicado la camarera.

Antes que mi cortado le ha sacado al lugareño un tazón de caldo. Lo ha cogido y se ha sentado en una mesa. Yo me he quedado en la barra. Observando.

Aun no se había acomodado en la mesa el lugareño cuando una "Pepa" le ha espetado.
- Maño. Un caldo todos los días. Te estás poniendo más lustroso que cuando trabajabas.
- Que me ha dicho el médico que esto es bueno para seguir cumpliendo como hace 20 años.
- Pero... ¿con quién tienes que cumplir si ya no tienes a tu Paca?, que en paz descanse.
- Contigo si hace falta.- Ha respondido el lugareño medio sonrojado.
- Mucha mujer soy yo pa'ti. No sé yo si estarías a la altura.

En un estado de flipe he mirado a Inma, la camarera, que con una sonrisa me ha guiñado el ojo y me ha dicho.
- El pan todos los días, hijo mio-.

Pero el cortejo no había acabado.
- Tendrás que probar la leche primero para saber si está agria.- ha gritado el lugareño después de sorber su caldo.
- Pero... ¿Qué leche.... ? Ahí solo hay requesón.

Un risotada general a llenado el bar.

Perdiendo la pinza.

Afortunadamente ninguno de mis lacayos había osado a interrumpir mi siesta. Había sido reparadora. De repente suena el despertador. Me sobresalto. Espasmódicamente se me sube el gemelo de mi pierna derecha. Dolor. Un dolor sordo se apodera de mi. No puedo gritar. Es superior a mi. Intento estirar la pierna para cogerme los dedos del pie. Fracaso. Mi tripa me lo impide. Tengo que ponerme a dieta. Consigo levantarme. Apoyo los dedos y noto cierto alivio.

Seguramente había sido el frío que había pasado aquella mañana.

Estoy cansado de la Navidad. De recibir felicitaciones y mensajes "tipo" en los que desean paz y amor para mi y los mios en los próximos doce meses. El resto de mi vida que me den. No he contestado ninguno. Cada día soy más antisocial. Seguramente debiera dejar de leer a Bukowski. No salí en nochevieja. No ha sido la primera vez que lo hago. Tampoco será la última. No quiero ser modelado por la sociedad.

No quiero ir mañana a trabajar. Seguro que mi compañera viene cargada de preguntas con las que someterme a sus típicos interrogatorios. Sé lo que me va a preguntar. Trivialidades navideñas. Tendré demasiado follón para hacerle caso. Lo más probable es que se cabreé porque no responda a sus preguntas banales, o lo haga con algún estentóreo exabrupto.

Tengo que ponerme al día.

Ójala revientes...

Jueves. Amenaza lluvia. El día amanece complicado. Llego a mi despacho. Mi compañera levanta la cabeza, me mira y dice:

- Se que te va a dar envidia, pero te lo tengo que contar... Un proveedor me ha regalado una caja de bombones.
- Ah pues ya los sacarás para el café. Respondo en tono jovial.
- Aaahhh no. Los bombones venían a mi nombre y son para mi.
- Pues nada que te aprovechen... - he dicho con retranca.

Un cortado, por favor.

No habían dado las 9 de la mañana y ya estaba a 20 leguas de mi casa. Entré en el bar. Su decoración me trasladó a mediados de los años 70, sin embargo el mobiliario lo habían renovado en el ikea.

La barra del bar hacía curva, en su vértice una banqueta vacía. Me siento. A mi derecha un hombre mayor se come un bocadillo de anchoas y queso con un chato de vino. Sana dieta para las 9 de la mañana pensé. Le pedí un cortado al camarero. A mi izquierda otro hombre. Éste es de mediana edad.

- ¿Tú eras pintor como tu padre? - Dijo el viejo.
- No, mi padre no era pintor, mi padre blanqueaba las paredes con cal. Pero yo si que soy pintor... y de los buenos.
- Pues yo me pasé quince años en la legión.
- Si, matando moros.
- Eso es. Ahora tengo una cita con la guardia civil de la localidad vecina. Me quiere para que sea traductor de árabe. Hablo el árabe mejor que todos los moros que vienen aquí.

La conversación empezaba a ser un poco subrealista. Seguí prestando atención.

- También estuve tres años trabajando en la ópera. Continuó el viejo. Y aún me deben 60.000 desde el año 63.
- Pero ¿tú cuanto cobras?
- Mucho dinero.
- ¿2000 euros?
- Más. Dijo el viejo
- ¿2300?
- Cobro al mes 3200 euros. No me los gastaré en la vida.

Menuda pensión le queda al viejo este por matar moros, pensé para mis adentros...

- Se lo dejarás a tus hijos. Preguntó el pintor.
- A mis hijos que les den por el culo. Mi hija la mayor es modelo. En París. Lleva todo el día la aguja colgada del brazo.

Yo seguía flipando.

- Entonces que la joda. Espetó el pintor.
- Se ha casado tres veces. Ahora vive sola y cuando quiere que la jodan paga a hombres para que se la metan.
- Pues ya me darás su número de teléfono... ¿y tú qué? ¿follas mucho?
- Ahora más que antes. Aseveró el viejo.
- No me extraña con esa pensión, porque tu mujer murió ¿verdad?.
- Si, hace cuatro años.

Pagué mi café y me fui.

Toca-huevos

Llevo poco más de un mes y hasta ayer subestimaba mi posición en la jerarquía de mando. Hoy me he dicho ¡Qué les den por el culo! Ya me he cansado de cuidar mi lenguaje e intentar pedir las cosas de forma que no sé note que les estoy mandando tareas a mis subordinados. Me pitan los oídos de escuchar siempre la misma contestación... - Yo lo que tu mandes, me dicen. A partir de hoy he empezado a mandar directamente. Haz esto y haz lo otro. Se acabó de ¿Podrías hacerme?

Ayer durante mi locura vespertina me preguntó uno de mis subordinados. El cual podría ser calificado de postadoslescente que está empezando a salir de la edad del pavo. Qué siempre fuma tabaco de liar para que no creas que es un porrero. Sus ojos lo delatan. Seguramente también se meta las pastillas a puñados. Y por cierto la primera y última palabra que sale de su boca en las frases es la interjección "co". Bueno pues me preguntó que qué podía hacer. Sin dudar le dije que tirará todos los sacos marcados al contenedor. Me dijo que ese no era su trabajo. Mi contestación fue "Si ya has hecho tus ocho horas vete a casa".

Otro día os contaré mis dilemas con un celoso-alcohólico-depresivo-cuarentón que me tiene enfilado.

A que huelen las nubes

Mi hombría está herida. Me siento humillado, indignado, mancillado. La culpable de todo es mi hermana. Su egoísmo humano la llevó a dar mi dirección de correo electrónico para obtener así más muestras gratis. No me hubiera importado si no hubiese pedido muestras de esas cosas de higiene íntima femenina.

Hoy al abrir mi correo leo: "Ni te imaginas a que huele este mail".
Lo remitía una tal "Evax". No lo he abierto. Directamente lo he borrado.

Antes todavía me interesaba por saber quien era la chica "Tampax" del año. Ahora ya les he perdido la pista.

Diosas de la Alquimia

Lo más probable es que sea envidia. Envidia que hable de otras y de ellas no. Ellas no eructan delante de mi. Tampoco me echan de mi despacho. También trabajan conmigo. En otro tiempo las habrían sido quemadas en la hoguera. No las llamarían químicas. Las hubieran llamado alquimistas. Y por ser mujeres, brujas. De todas formas todas mujeres tienen algo de brujas, porque haberlas hailas.

Viven en su mundo de color de rosa. Imagino que las campanas de extracción de humos de su laboratorio nunca han funcionado bien, y eso les ha afectado. Una siempre está feliz. Alegre y pizpireta contagia su sonrisa a quien la mira. Encaja en mi arquetipo de amor platónico. Otra es voluble. A veces su candor se mezcla con una sin par retranca. Su mirada puede matar.

Las dos se pasan diariamente por este rincón a ver si me he dignado a quitarle las telarañas. Querían que hablara de ellas y lo he hecho.

[...]

El fin de semana ha sido movido. Chuletón. El cuarto el lo que llevo de mes. Creo que debo empezar a hacer un poco más de vida sana. Si bien es cierto que le di cuatro patadas a un balón. Mi corazón quería salir por la boca. También fui a ver al cine una película de culturetas, solo hubiera faltado que hubiese sido en versión original. Aunque la mitad estaba subtitulada. Para el próximo fin de semana hemos quedado en hacer cine forum. "Una historia de violencia" es el título elegido.

Intocables y maricas.

He pasado la tarde en una obra. Lo echaba de menos. Para un rato está bien. Se me había olvidado lo que era estar cuatro horas rodeado de incompetentes que todos creen tener la razón. Ya era de noche y me quería ir a casa. Malditos jefes de producción. Se creen intocables con ese puesto que tienen. Pero no son más que unos soplagaitas. Lo malo es que el cliente siempre tiene la razón.

No hace una semana que llevé a mi hermana y mi cuñado a un "concierto" (aunque no había músicos) que ofrecían una pareja de homosexuales (En realidad no se bien como denominarlos así que lo dejaremos así). Pues bien. Después de haber llevar aproximadamente 150.000 km sin ningún percance mayor en tres años me acusó de ser un loco al volante. Se puso histérica. Es cierto que las autopistas de "circuncisión" estaban repletas de camiones, obras y demás domingueros. También es cierto que su histerismo provocó en mi un contrareacción del tipo "Si quieres chocolate, toma dos tazas". A punto estuve de parar en el arcén y darle dinero para el autobús....

Se que estos comentarios no la dejarán indiferente y sé que me replicará. Pero en esos momentos conducía yo.

Filosofía de ascensor

Alguien había colgado en el espejo del ascensor un folio en el que ponía con letras grande:
Hay personas que llenan con las "intimidades" de los demás los agujeros de su "existencia"
Ignoraba por completo que tuviera un vecino aficionado a la filosofía de ascensor. Imagino que mi vecino había empleado dicha aseveración para criticar la actitud cotilla de algunos y sobretodo algunas vecinas (no es por ser machista, pero en mi bloque hay unas cuantas marujas).

El caso es que dicha frase me ha recordado que tengo abandonado por completo a mi público. Si, lo sé, últimamente os he abandonado por completo. No tengo perdón. No ha sido por no tener nada que contar. Por no tener tiempo tampoco ha sido. Lo que no tenía claro era la forma en que contarlo.

La vía de tren en la que estado trabajando durante más de dos años entra en servicio mañana. Por fin he tenido vacaciones. A pesar de haber salido de mi ciudad no he ido a ningún sitio. No entiendo porque la gente si no se va a algún paraje lejano no le da la sensación de haber estado de vacaciones. Por mi parte en circunstancias laborales normales nunca entro en casa por lo que, podemos decirlo así, lo mio han sido vacaciones caseras.

Mi jefe estaba esperando a que acabase la obra para ascenderme. Lo ha hecho. Ahora soy responsable del área de hormigones de mi empresa. Tengo un despacho que comparto con una compañera. El primer día me "echo" del despacho porque tenía que hacer una llamada telefónica personal. Ya que salí del despacho aproveche para contárselo a todo el mundo. También debe tener algún tipo de problema estomacal. La otra tarde se la pasó eructando. A veces para dentro. Y un par de veces para fuera. A la segunda no pude por menos que hacer un comentario para quitar tensión a tan humillante situación.

- Parece que te ha sentado mal la comida.
- Un poco.
- Me respondió mientras de sonrojaba.

Por otra parte vivo en un estrés constante. El teléfono se ha convertido en mi enemigo. Y los clientes se están convirtiendo en unos pesados impertinentes.

Continuamos para bingo

Después de 31 días de trabajo sin descanso alguno por fin tuve cuatro días para disfrutar. Aún estaba saliendo del curro que ya estaba quedando con mis amigos para tomar un dueto cervecil. Excepto el señor devortikanievo y yo todos trabajaban al día siguiente así que aquel y yo decidimos exprimir un poco más la noche de un miércoles de agosto.

Tras una frugal cena con tintes teutónicos pasamos por la puerta de un bingo. ¿No hay huevos o qué? exclamó mi amigo... La cervezuela de la cena cumplió con la función desinhibidora que necesitabamos para entrar a un bingo. Los dos eramos vírgenes en lo a que bingos se refiere así que andábamos un poco perdidos.

Nada más entrar tuvimos que presentar nuestros DNIs caducados. Después de confirmar que no eramos ludópatas registrados nos dejaron entrar. La sala estaba prácticamente vacía. 50 personas como mucho. No tuvimos problemas para sentarnos en una mesa. Rápidamente se nos acerco un muchacho con claros signos de homosexual a vendernos cartones. Debido a que era nuestra primera vez solo nos atrevimos con un cartón para los dos. Durante cuatro cartones no conseguimos cantar ni una sola linea, a pesar de haber estado un par de veces a tiro de uno para bingo. Con el quinto cartón Fortuna giró a nuestro favor.

Nos sentíamos como Pajares y Esteso en "Los Bingueros" sólo nos faltaba un número para cantar bingo. Un 66 y seríamos un poco menos pobres. Por fin salió. De forma estentórea gritamos a coro "BINGO". Acto seguido nuestro amigo el homosexual se acerco para comprobar el cartón. Se lo había llevado pero no nos dio nuestra recompensa. Más tarde comprendimos que nos lo traería más tarde. "Enhorabuena chicos..." nos dijo cuando nos trajo en bandeja de plata nuestro premio.

Decidimos seguir jugando hasta agotar el bote inicial para luego marchar con los beneficios. En aquel momento Fortuna dejó de girar. Nuestro amigo homosexual fue reemplazado por un sosaina al que no le gustaba su trabajo o al menos eso parecía con su cara de amargado. Y además se sentó en la mesa de al lado un tipo calvo al que calificamos como gafe.

Los siguientes cartones prácticamente acababan inmaculados. Cuando el bote terminó repartimos los beneficios y nos fuimos a recenar en vaso.

Bujarras

La obra en la que yo trabajo es como un pueblo. Allí todos nos conocemos. Y como en los pueblos exiten las envidias y chismorreos. Uno de los chismorreos más jugosos de los que circulan hace referencia a la condición sexual de una de las cabezas responsables de toda la obra. Por llamarlo de alguna de manera le llamaremos "Rompetechos", ya que su condición física es bastante similar a la de este cómico personaje. Metro sesenta y cinco, calvo y acostumbra a llevar en verano un gorro tipo ozores a juego con unas gafas de sol tipo "paellera" de estas que llaman modernas.

Pues bien. El caso es que estaba yo dentro de mi furgoneta hablando con un maquinista cuando se acerco él. Su forma de entrar en la conversación fue la siguiente: Al mismo tiempo que palpaba el bíceps de mi brazo apoyado en la ventanilla de la furgoneta dijo: "Vaya Pequeño Buda menudo brazo tan fuerte que tienes de darle al mallo". Sinceramente me quede sin palabras. Mi masculinidad estaba siendo atacada de frente.

Desde este instante el rumor sobre la condición bujarra de "Rompetechos" se vio incrementada de manera notable.

[...]

Pero mis historias con personas de dudosa condición en la obra no terminan aquí. Ayer, cuando entre al bar para rehidratarme un poco me encontré con un peón. Un tipo italiano del que ignoro su nombre. Normalmente entiendo un poco todo lo que me dice, pero ayer iba un poco achispado y no conseguí entenderle mucho. Tan solo que estaba hasta los huevos de los "Putos vagos portugueses" y que se volvía para Italia. Lo que me sorprendió fueron sus gestos y acciones. La manera que tuvo de saludarme fue agarrarme por la cintura y apretar mis moyas posteriores. Esto ya me pareció sospechoso pero lo que más me sorprendió fue cuando se despidió déndome dos besos. Flipé.

No sé si los italianos tienen estas costumbres. Siendo así soy un inculto, sino es que era maricón.

Tercer Mandamiento

Memento, ut diem sabbati sanctifices.
Sex diebus operaberis et facies omnia opera tua;
septimus autem dies sabbatum Domino Deo tuo est; non facies omne opus tu et filius tuus et filia tua, servus tuus et ancilla tua, iumentum tuum et advena, qui est intra portas tuas (Ex 20, 8-10).


Con esta es la cuarta semana que trabajo sin descanso alguno. Ni un sólo día de recuperación. Mi cuerpo y mi mente están bajo mínimos, a ralentí. Cuanto más abarco más me piden. Han conseguido agotarme y encima parece que la culpa sea mia. Seguramente si. Me cuesta decir que no. Aparte de todo sería complicado que alguno de mis compañeros me sustituyera al 100%. Para ello necestaría un mes en explicarselo todo, y no creo que me quede ni un mes en la obra.

Toda mi depresión llega cuando uno, que tiene unas expectavivas de guardar fiesta el día de la virgen de agosto, le dicen la vispera que tiene que trabajar. Ya no respetan ni el tercer mandamiento. Malditos herejes bastardos.

Y todo porque un tren pase un día señalado. ¡¡¡Cómo si fuera el primer tren que llega tarde!!!

Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo (Ex 20, 8-10).

En cuanto aparcó su BMW lleno de polvo sabía a lo que venía. Empiezo a ser perro viejo y a los dueños de las plantas de hormigón se les ve de lejos. A este también se le olía. De su boca salía un enorme puro humeante que emana un aroma a tabaco bastante agradable. Su redonda tripa caía por encima de la cintura de sus pantalones y la camisa se le iba saliendo a cada paso que daba.

- Buenos días. Soy José Linares, responsable y dueño de la planta de hormigón. ¿Qué te ha dado el cono? Me preguntó mientras me alargaba la mano.

- El pequeño Buda para servirle a Dios y a usted. Siete me ha dado el cono. Le respondí con notable sorna.

El apretón de manos fue firme y corto. Parecía una persona que no se andaba con ambages. No tardó en demostrarlo.

- Si tienes algún problema con alguna cuba porque viene muy blando. Tú me llamas que lo podemos arreglar... Me dijo mientras me alargaba su tarjeta.

No sé con que cara lo miré, nunca me habían hecho una proposición así. Menudo mafias.

- No se preocupe que lo haré. (Para decirle que la hemos devuelto, pensé)

Dio una bocanada a su puro, y se fue por donde había venido.


As soon as you're born they make you feel small
By giving you no time instead of it all
Till the pain is so big you feel nothing at all
A working class hero is something to be.

John Lennon.



Sin rencor

Ser el hermano pequeño tiene sus ventajas. Pero también tiene sus desventajas. Cuando tus hermanos mayores hacía alguna trastada era fácil echarle la culpa al hermano pequeño, osea yo. Pero al contrario no era tan sencillo. Mi credibilidad siempre quedaba en entredicho.

Durante mucho tiempo mi hermana se dedicó a pegar en la parte inferior de la mesa de comer las pegatinas que venía puestas en las naranjas. Si mirabas por debajo la mesa veías como "pillín" se amontonaban encima de las "pimpolla" y otras muchas de las que no recuerdo su nombre.

Tal afición era más propia de un crío de 10 que de una adolescente de 15. Por lo cual cuando mi padre se percato de la decadente situación del tablón de haya, al pequeño buda le cayó un sermón después eso sí de haber recibido la comunión u hostia. Recuerdo la cara de satisfacción de mi hermana mientras yo recibía aquel sacramento. Se lo habían tragado, lo había conseguido, había conseguido que su queridísimo hermano pequeño se comiera una bronca que debía haberle caído a ella. El pequeño hijo mimado que siempre recibía todas las atenciones, todos caprichos estaba siendo castigado por un crimen que ella había cometido. Un crimen que debió empezar como un juego o una inocente diversión. Un crimen del que salió impune con solo decir: "Ha sido el enano"

Omnes vlnerat

Es curioso. Aún a sabiendas de que no he escrito nada entro a mi blog. Yo mismo me desilusiono de ver que no he escrito nada, entonces entro en una paranoia mental y no se me ocurre nada que escribir.

En un intento por combatir el calor y relajarme me he ido a la piscina después del curro... El ser socio de una piscina siempre lo asocié a un lugar donde reinaba la paz y el sosiego. Hoy, sin embargo, no he podido encontrar la calma que mi alma anhelaba.

Tras hacerme unos largos me he tumbado en la toalla en posición de decúbito prono (osea boca bajo). Tenía intención de echarme una cabezada. Ha sido imposible. El sistema de megafonía del centro tenía la culpa. Ahora como somos europeos nos tienen que recordar cada dos minutos que no pisemos el césped con calzado de calle, que respetemos el horario de las piscinas y que la puta madre de un tal "Rubén Paredes" le está esperando en portería.

Mi enervación iba in crescendo cuando por fin ha llegado a su cenit. No tendría quince años, pero su lenguaje era como el de un camionero. Cada frase empezaba y acaba con la exclamación co. Y todo ello iba aderezado con superfluos insultos a las deidades. Si hubiera sido varón no le restaría importancía pero lo peor de todo es que era una niñata. Una niñata con el móvil introducido en un inexistente canalillo generado por un wonderbra. Un pantaloncito de caja baja que le permitía lucir ambos huesos de las caderas y unas chancletas que dejaban ver las uñas de sus pies pintadas a juego con su top. Todo era ella era muy fashion !co!


Espérame en el cielo

Lo primero que debo hacer es disculparme ante mis lectores por la situación de abandono a la que les someto. Sé que muchos de vosotros visitáis diariamente este rincón para ver si me he dignado en contaros algo, y os vais con la pena de no haber hallado escrito alguno.

Ayer era un martes cualquiera, hacía calor y yo estaba en mitad de la estepa aragonesa dándole al mallo. Gotas de sudor deslizaban sobre mi frente cayendo al árido suelo. Suena mi móvil. Me llega un mensaje. Pierdo la concentración fallo el mallazo. Leo con atención la pantalla de mi celular. Es de reptilgusano. "El fary ha muerto". Todavía leyendo vuelve a sonar. Otro mensaje. Distinto emisor pero el mismo contenido. Imposible sea una broma.

Ya lo decía él en una de sus canciones:

La vida es un mal asunto,
mal asunto, mal asunto,
cualquier día te acuestas
y te levantas difunto.
Mis amigos siempre me tildaron de freaky por cantar sus canciones. De hecho en la primera entrada de este blog escribí una lista en la que en el punto número dos hacía fiel propósito dejar de cantar y oír sus canciones.

El rey de la copla-pop como lo han bautizado post-mortem tenía una forma muy española de entender la vida. Juerga, mujeres, alcohol y hasta drogas. Sus canciones no daban lugar dudas.

Una vez estuve en un concierto suyo. Allí estaba yo el tipo raro que se sabía las letras de sus canciones y no precisamente las dos que se sabe todo el mundo. ¿Cómo era posible que el raro fuera yo? Cuando vas a un concierto de alguien es porque te gusta... supongo.

Ahora estará con Porriña, Pepe Marchena y Manolo Caracol a los que cantó henchido de orgullo en una de sus coplas.