Paleta en el cementerio

El joven Luis ya tiene edad para ir a la obra a ayudar a su padre. Acarrear la ladrillos y amasar mortero son sus funciones. Algún día será albañil. El cementerio se ha quedado pequeño y hay que hacer más nichos para los nuevos inquilinos. Son tiempos de guerra y la población de finados aumenta rápidamente.

Tras la comida el joven Luis tiene la necesidad de echar una siesta. Es verano y hace calor. Así que el lugar más fresco que encuentra para descansar es dentro de los nuevos nichos. Seguro que aquí nadie me molesta, piensa el joven paleta mientras sube por la escalera hasta la quinta fila de nichos...

El cansancio y media bota de vino hacen a Luis dormir plácidamente hasta la oscuridad de la noche. Una ligera resaca lo tiene abotargado. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Se pregunta. Se arrastra hasta la boca del nicho, mira a su alrededor y entre la oscuridad  observa que la escalera ya no está. 

- Cagüen el copón - Exclama Luis.
- A ver como bajo ahora de aquí. - 

Había pasado un rato cuando de repente una melodía silbada alerta a Luis. Parecía el guarda haciendo la ronda. Estaba salvado. -Eh sácame de aquí que quiero bajar - Espetó Luis silenciando el silbido. -¡Que estoy aquí!- Gritaba esperanzado.

Al oír los gritos el guarda había salido despavorido. Sin duda no estaba preparado para estas apariciones.